Hay ocasiones en las que tengo tantas cosas que "me gustaría decir" en la cabeza, que resultan en un "mejor no" y hacer de lado la computadora o el cuaderno en el que estoy anotando. Últimamente he caído en un vírtice de reflexión e introspección que me ayuda a comprender un poco más lo que me rodea, no como personaje protagónico, sino como alguien que se da cuenta de lo mucho que hacen falta cambios y mejoras en su vida.

Es evidente que somos pertenecientes a una generación que está constantemente siendo atacada por fenómenos externos, influenciados por lo que capitaliza nuestros sentidos; sin darnos cuenta siquiera, el consumo desmedido de aquello que "nos hace sentir bien" se vuelve parte de la rutina diaria, desde un café, hasta el escroleo imparable ante cualquier pantalla.

A veces pienso que no somos más que víctimas, una clase distinta de roedores sometidos a todo tipo de pruebas de laboratorio con el simple y llano objetivo de perpetuar banalidades. Y así, el sector privilegiado, aquel que es el uno porciento del uno porciento, los que están por encima del círculo dorado, son quienes, sin importar las revueltas o incidentes, se encontrarán en la cima del mundo que nos rodea.

Cabe resaltar que no soy alguien declarado anti-ellos; porque honestamente no me importa. A decir verdad, si me puedo beneficiar del favor de alguno, qué mejor. Pues observar el entorno tampoco es que se vuelva un fenómeno muy satisfactorio: miseria, mentiras, tristeza, insatisfacción, imprudencia, superficialidad, estupidez.

Pero entonces, ¿estamos dándole demasiado foco a la ignorancia, a la mediocridad, a la crítica y a la estupidez? Podría ser, pero no somos nosotros quienes controlamos lo que ocurre alrededor, aunque han sido tan excelsos colocándonos esa idea, que seguramente se pondría en duda lo que acabo de escribir acá.

Como he dicho, la verdad, conforme más me adentro en la contemplación humana, más empatía me genera, más me duelen las situaciones y más me doy cuenta de lo asquerosos y repugnantes que nos hemos vuelto con el paso del tiempo; y sin embargo, he de ser sincero al reconocer que hay destellos por los que me siento genuinamente atraido y convencido de seguir.

Parece que estoy expresándome desde una supuesta superposición de la personalidad, en la que, en un mito completamente erróneo, me asumo como observador de un orden al que no pertenezco; lo cual, tengo que dejar clarísimo, es completamente falso. Pues estoy convencido de ser todas y cada una de las características negativas que señalo, y no estoy excento a la idiotez, a la falta de sentido común y a la manipulación.

Cuando publico cosas así, lo hago solamente para recordarme de vez en cuando lo fálaces que son mis deducciones y lo débiles que pueden resultar mis argumentos; en un Universo en el que el más trascendental es aquel que saber caerse con gracia, grabar el suceso y hacerlo público en redes.

A pesar de las dificultades y las reflexiones sombrías que atravieso, hay una convicción que permanece inquebrantable en mi ser: mi intención constante de seguir aprendiendo. No importa cuán mal me sienta a veces, el deseo de crecer y mejorar prevalece. Cada experiencia, por dolorosa o desafiante que sea, se convierte en una oportunidad para adquirir nuevas perspectivas y conocimientos.



 Me gusta creer que es posible, que es posible superar las barreras tradicionales y enfocarme en la automatización de procesos. Que soy capaz de poner cualquier cosa en marcha con el mínimo de trabajo y hacer que una inmensa maquinaria funcione para mí. ¿Y por qué no lo hago? Se preguntarán.

En múltiples ocasiones me he cuestionado lo mismo, "por qué sabiendo lo que sé, teniendo las herramientas al alcance de mi mano y conociendo perfectamente el potencial prácticamente ilimitado, me detengo", la respuesta es simple, es una cuestión de autocontrol.

La actualidad ofrece de todo, desde engaños masivos que enriquecen a unos pocos gracias al aprovechamiento de la burbuja hasta herramientas sutiles y casi invisibles capaces de multiplicar de forma automatizada sus beneficios.

Pero aquí es donde mi autopercepción de lo moral y justo desde una óptica de competencia me frena, ¿por qué he de tomar atajos en un contexto en el que todos se destruyen en el proceso de construir algo? ¿por qué he de hacer uso de la astucia con fines puramente egoístas? Y de ahí me agarro, de mi naturaleza generosa, gentil y amorosa para con el prójimo.

Porque subir basado en pisotear es lo más fácil del mundo; por eso es que los mismos cochinos asquerosos de siempre están en la cúspide del "éxito", pues son gente pragmática y sin escrúpulos que no teme ensuciarse los zapatos un poco entre la podredumbre con tal de posicionarse a sí mismos.

De verdad, es facilísimo manipular el sistema, cualquier sistema, porque están construidos a partir de las mismas sentencias lógicas; y si entiendes el orden de la ejecución de las mismas, estás del otro lado, si quisieras. Los seres humanos, en general, somos entidades simples y de un abstractismo bastante obtuso y rústico, de lectura lineal y determinística.

Así cada uno de los elementos que nos rodean como sociedad, están constituidos a partir de similar terminología y logística. Si consigues empatizar con las emociones, las puedes volver a tu favor a partir de pequeñas dosis de comprensión y adaptabilidad. Esto te permite no solo entender las motivaciones y acciones de los demás, sino también influir en ellas de manera efectiva y positiva. La capacidad de leer entre líneas y de captar las sutilezas emocionales transforma la comunicación en una herramienta poderosa, permitiéndonos conectar y resonar profundamente con quienes nos rodean.



Es Posible

Por
 Me gusta creer que es posible, que es posible superar las barreras tradicionales y enfocarme en la automatización de procesos. Que soy capa...

 Me dormí temprano anoche, me desperté muy temprano hoy. Así funciona la vida, creo, las cosas que ahorras, en las que inviertes, luego se convierten en holgura. Quería escribir desde hace días, pero estuve en Colima el fin de semana pasado, fui a pasar allá con mi papá su día. Todo muy bien.

Últimamente me he estado enfocando en cumplir mis propósitos de este año de una forma activa; empezando por aquellos que no están en la "lista" pero que es inminente que saque adelante. El acercamiento a modo de snowball me ha ayudado bastante y al día de hoy, uno de los quince anotados estoy a punto de conseguirlo.

Se dice fácil, pero ha sido un reto extenuante todo el año en curso. Sobretodo por aquello que se escapa de mis manos como el control de los tiempos y las friegas trasnochándome. Los altos niveles de ansiedad en consecuencia de los malos hábitos y el sedentarismo extremo. Agradezco muchísimo tener la oportunidad de seguir acá, dándole a pesar de todo.

Uno de los cambios importantes en los que he trabajado ha sido en bajarle a las revoluciones con la finalidad de alcances específicos. De nada sirve estar todo el tiempo acelerado tratando de "completar" cursos cuando descuidas en el proceso los pendientes de la oficina; o por ejemplo, querer visitar lugares distintos cuando no eres capaz de contenerte y descansar saludablemente de vez en cuando.

Entonces, en consecuencia me dije: Ya está, no estoy compitiendo más que con mi yo de hace algunos días. Qué gusto que todos los que me rodean me superen y logren sus objetivos antes que yo, de verdad, espero que les siga yendo bien en todo cuanto se proponen; por mi parte, habré de bajarle al ritmo; y así como un día terminé la universidad cinco años después que los de mi generación, esperaré paciente a que mis tiempos lleguen a su propio ritmo.

Por lo demás, me siento agradecido; agradecido de los momentos y las experiencias que comparto con mis más cercanos. Feliz de ocuparme en levantarme una vez más, entendiendo que es un proceso calmo y constante. Habituándome a las cosas nuevas, aceptando los hechos que llegan conforme los días avanzan.

He de decir, que dejar de lado las redes entre semana ha sido un verdadero acierto. Me ha servido para centrarme en otras actividades, principalmente en el trabajo, lo reconozco. Sin embargo, no ver a tanta gente inteligente, hermosa y de éxito me ayuda mantenerme un poco más con los pies sobre la suelo, porque la verdad es que, oculto detrás de todo, está un sentimiento de envidia constante que recién he notado que se mantenía en mí con el que he venido haciendo las paces.



 No tienes nada que demostrar. La competencia es feroz y no cuentas con las herramientas o contactos necesarios para avanzar. Ni modo. Es un asunto circunstancial. No permitas que la envidia erosione tu buen corazón, Eres más que eso.

Sin importar tu tono de piel, tu estatura, peso, situación social o aspecto en general, tiene que quedarte claro que un porcentaje importante de esas características es consecuente a otras más, algunas de las cuales, jamás habrías podido decidir.

El mundo está jodido. Esa es la verdad. Pseudointelectuales y patéticos repitiendo mantras demenciales mientras se regodean en sus privilegios. Al tiempo que resentidos circunstanciales y fracasados braman por su miseria. Ambos mal. Todos estamos mal.

Quisiera hacer música, quisiera hacer arte, quisiera pintar, quisiera escribir bien, quisiera ser un ciudadano ejemplar, quisiera capturar al amor de mi vida; pero tal parece que todo es un constructo sustentado cada día más en el absurdismo. Despreciable y olvidable, vivimos abrazados de generaciones muertas, adorando y admirando arquitecturas, pinturas, canciones e historias de décadas atrás, porque nos cuesta mucho y nos desagrada en gran medida abrir los ojos ante el terrorífico presente de lo que nos rodea.

Sucede que para la mayoría, nuestros abuelos no fueron célebres personajes y no pertenecemos a un linaje cultural altamente reconocido; no, nada de eso, nosotros venimos de la oscuridad y el anonimato; nuestros antepasados seguramente eran criminales y es lo que nos queda.

Tenemos mucho que decir solo porque contamos con procesadores de texto a la mano y las habilidades literarias básicas necesarias para colocar un par de letras consecutivas que formen textos que medianamente cobran sentido.

Pero en algún punto hay optimismo, o debería de haberlo al menos; solo tenemos que esclarecer que no importa el número de sacrificios que uno haya hecho, no importa qué tanto dejamos atrás o las cosas de las que nos limitamos, nada de eso importa honestamente; somos el resultado cómico fatídico y experimental de un montón de sinsentidos y variables externas; por lo tanto, no esperemos por nada del mundo que las cosas sean como quisiéramos; y a pesar de todo, hay que intentarlo.



 Me sentí traicionado por mi propio juicio, ante la súbita idea de creer que era lo mismo que antes, cuando no; hoy todo está perdido, no importa cuánta pasión le metas al compromiso seremos víctimas circunstanciales de la inercia de las cosas. ¿A poco sigues sin darte cuenta de lo que ocurre?

El eco de la desilusión resuena en mi mente, cada decisión tomada se convierte en un reflejo amargo de mis errores pasados. La esperanza que una vez iluminó mi camino ahora se apaga lentamente, consumida por la realidad implacable de los días grises. A pesar de los esfuerzos y la dedicación, el destino parece empeñado en arrastrarnos hacia un abismo de incertidumbre. ¿Realmente no ves cómo el mundo se desmorona a nuestro alrededor, sin piedad ni pausa?

Cada suspiro cargado de nostalgia es un recordatorio constante de las promesas rotas y sueños no cumplidos. La vida, antes llena de vibrantes posibilidades, se ha convertido en una danza tediosa y predecible de decepciones. Nos encontramos atrapados en un ciclo de inevitables derrotas, sin importar cuán ferozmente luchemos contra la corriente. ¿Acaso sigues ciego ante el desenlace inevitable que se avecina, mientras el tiempo se escapa como arena entre nuestros dedos?

Al final hacemos lo mismo, estamos programados y predeterminados contenidos en una esfera que dicta nuestros límites. Claro, tú puedes venir aquí y refutarme lo mucho que has cambiado, todos los logros que has conseguido; sin embargo, cuando analizamos las cosas, eso ya estaba previsto.

El anonimato es un lugar lúgubre y solitario, donde muy pocos quieren estar; hay constantes dejos de amargura entre los interlocutores, muros rotos, sueños y juicios por igual. ¿Qué está pasando que un día despierto a las cuatro de la madrugada sintiéndome fatal y al siguiente tengo la fortaleza y energía de un toro? Fácil, yo supongo, son las mellas del envejecimiento.

Morir no es sencillo, pero es la sentencia que nos ha colocado esta humanidad desde el momento mismo en que respiramos y abrimos los ojos. Pensar en la muerte es una de la motivaciones que todos deberíamos tener siempre presente, al momento de engañar a alguien, al momento de hurtar o maldecir, al momento de traicionar el corazón ajeno, al momento de pensar en destruir.

La vida, en su esencia, es un ciclo de contrastes, un reflejo constante de la dualidad que nos habita. La fragilidad de nuestra existencia es a menudo el recordatorio de la impermanencia que nos define. Cada amanecer es un testimonio de nuestra capacidad de renacer, de encontrar en nosotros mismos la fuerza para seguir adelante a pesar de las adversidades.

En la lucha diaria por mantener nuestra humanidad, enfrentamos el dilema de nuestras propias imperfecciones. "Qué estoy haciendo" y "por qué soy así" son un par de preguntas que nos persiguen hasta el cansancio, y sabes qué, no se resuelven. Reconocer el fracaso y la muerte, no como una sombra amenazante, sino como un recordatorio de la finitud de nuestras acciones, nos insta a vivir con tanta integridad y honor como nos es posible.

La vida, entonces, no es solo un recorrido hacia el inevitable final, sino una oportunidad para construir, para amar y para ser mejores, ¿o no?. En ese entendimiento, hallamos la paz y la fortaleza para enfrentar cada día con el valor y la esperanza necesarios para trascender nuestras limitaciones y dejar una huella significativa en el mundo que nos rodea.



 —"Alexa, pon una alarma a las seis de la mañana". —"Nueva alarma puesta para mañana a las seis de la mañana". Tomé una decisión, madrugar, ¿será posible? No lo sé. A como han venido sucediendo mis días, con todo este embrollo de pendientes dandome vueltas en la cabeza y ataques de ansiedad que me roban el sueño, basta experimentar.

Por ahora, el plan es alejarme de los dispositivos electrónicos con pantallas lo antes posible en la noche, y como se imaginarán, dejar el celular a una distancia considerable es una de las primeras medidas que he tomado. Es cierto que estoy escribiendo en este momento desde mi laptop mientras estoy acostado en mi cama. Espero pronto publicar y no pasar más de quince minutos acá.

Nunca he entendido por qué, la ansiedad, siendo una especie de horror hacia lo desconocido, puede tanto con uno. Los ejercicios de respiración profunda son parte de las herramientas recomendadas por especialistas, con la vida acelerada teniendo tantas responsabilidades, recibiendo decenas de llamadas interminables diarias, es realmente algo muy difícil darse unos minutos para respirar.

El plan de levantarme temprano es salir a caminar un poco, los calores actuales y horarios laborales me han vuelto complejo hacerlo al salir de trabajar, obviamente hay veces que he sido yo mismo y mi falta de ganas y autocontrol quien termino saboteándome; pero por lo general, al menos en meses recientes, la carga laboral y dinámicas tóxicas dentro de la empresa han sido demasiadas.

Otro de los temas a considerar (al menos en mi caso particular) es un cambio determinante en cuanto a la alimentación. Este tema se convierte en un círculo vicioso, porque la obesidad provoca preocupación, la preocupación causa ansiedad, la ansiedad afecta los ciclos del sueño hundiéndonos en agotamiento y destruyendo los buenos hábitos alimenticios, los malos hábitos en consecuencia provocan que uno se mantenga obeso. Me fastidia demasiado, la verdad, pero hasta que no haga algo que defina un aquí y ahora como punto de partida, seguiré tambaleándome mental y físicamente.

Hacer ejercicio, alimentarse bien, dejar actividades perjudiciales y no guardar resentimientos, son básicamente las herramientas escenciales para un cambio radical en la vida. Hay que trabajar en diversas áreas. Tengo la expresa e imperiosa necesidad de convertirme en una versión mejorada de mí. Si quiero fructificar como individuo, si quiero atraer a un tipo de personas específico, tengo que trabajar en lo que ofrezco, y eso no es nada sencillo. Pero lo conseguiré.

Me siento agradecido; en primer lugar por la dicha de seguir aquí. También porque a pesar de haber cruzado tiempos oscuros y momentos trágicos, esas penurias no se han convertido en estandartes de vida, sino que las tengo ahí, como un recordatorio presente nada más de que se puede ser mejor persona.

En este momento quiero firmar un acuerdo más conmigo mismo, con Carlos, pidiéndole perdón por no haberlo tratado de la mejor manera como es que se merece, y por haberlo dejado caer física, mental, emocional y moralmente en más de una ocasión; quiero pactar con un alma sincera y un corazón honesto lleno de amor, amor propio y amor para brindar. Soy bendición y dicha, soy excelencia, bondad, generosidad, templanza, prudencia, valor, integridad, resiliencia, fortaleza, constancia, perseverancia, compasión, humildad y amor.



 Burnout. Estuve a punnto de uno. Anoche la ansiedad me agobió y decidí mejor no conectarme a trabajar hoy. Si pudiera entrar desde mi laptop personal a los equipos de la empresa, no volvería a utilizar aquella horrible computadora. Que se sobrecalienta, que tiene un teclado incómodo, que para lo único que sirve es para conectarla alámbricamente a un par de monitores externos.

Uno se acostumbra a sus herramientas personales, no es un tema de tal marca contra tal otra, es simplemente que estoy demasiado acostumbrado a usar mi máquina actual. It is what it is. Además esta cosa la tengo llena de comandos y atajos para mis necesidades, herramientas que por temas de logística corporativa, en los equipos que te entregan no se pueden configurar, un horror.

En la multiplicidad de errores se podría decir que se nota quienes somos, sobretodo cuando no hay realmente quién nos jale del otro lado; me gusta creer que en medida de sus posibilidades, vivimos mutuamente empáticos y nos llevamos a lugares mejores. No siempre sucede, no toda la gente es abiertamente bondadosa y generosa, muchos, por el contrario, protegen con celo cualquier cosa que tengan, llámale conocimiento, potencial financiero, talento, etcétera.

La sensación de insatisfacción me sigue, no me deja en paz pensar que puedo estar haciendo un montón de cosas, y en lugar de ello, tengo la absurda idea de enfrascarme en el corporativismo, como si me aportara algo. La comodidad que ofrece, una vez que lo analizas, es realmente parte de la misma infraestructura, rentas elevadas dentro de la zona que te agrada, aires acondicionados porque el calor es terrible, consolas de videojuegos pues hace falta la indumentaria recreativa, libros y más libros.

Sabes que eres capaz de ser feliz en un espacio no mayor a un área de tres por tres, y sin embargo, un par de pisos te vienen mejor, o al supuesto presupuesto que representas, pues claro, después de cierta edad y "méritos" la gente espera ver de ti más y mejores condiciones, ¿para qué? Cuando eres simplista, cuando realmente no necesitas todo eso, algo está pasando, obviamente recurres a encontrarte con una verdad trágica, no solamente es una escalera sociocapital, es una cárcel que te contiene.

La miseria nos agobia, ¿cuánta gente habrá allá afuera presumiendo lo bien que le va en la vida cuando realmente están siendo constantemente destruidos por dentro? Asumo, demasiados, incontables. Y no, no estoy en contra de hacer lo propio por "salir adelante", estoy en contra de la idea que perpetua que tu valor va de la mano de lo que puedes conseguir. Esta vida es una broma absurda, hay que reconocerlo.

A veces parecería que solo estamos acá para ver quién tiene el mejor jueguete, llámese juguete desde cualquier posesión tangible hasta una habilidad o compañía de elección; la determinación nos hace matarnos por ser mejores, competir hasta detestar, y todo para darnos cuenta, que eso en función de nada realmente tiene sentido. Necesitamos abrazar nuestra soledad tranquilamente, agradecer por el solo gusto de ser y estar, sin importar circunstancias, sin importar si llegamos a donde previsualizamos.



Burnout

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 Burnout. Estuve a punnto de uno. Anoche la ansiedad me agobió y decidí mejor no conectarme a trabajar hoy. Si pudiera entrar desde mi lapto...