De esas veces que al mirarte al espejo resultas ser mucho más horrendo de lo que pensabas. El autoestima de una persona sí y sí tiene qué ver con su aspecto físico principalmente, después claro, con cómo se sienta consigo en su interior, con su capacidad intelectual, con su nivel económico, con su talento, con su postura social y con otros aspectos poco menos relevantes; pero lo principal es lo que los ojos ven.
Hace poco comentaba a mis compañeros que nuestros sentidos nos engañan, somos selectivos por naturalidad, diferenciamos aquello que nos atrae, nos gusta o nos llama la atención de sus contrarios por la vista. Pocos o me atrevo a decir que nadie considera la primera impresión basado en lo que escucha de la otra persona. Les platicaba que si, a mi jefe llegara a venderle un producto de excelente calidad un tipo de aspecto desaseado y de aspecto degradante seguramente ni lo tomaría en consideración (por lo menos no en un inicio), sin embargo, caso contrario si quien le presentara un producto esta vez sin calidad ni funcionalidad, fuera un caballero bien vestido, elegante y de buen ver seguramente por decencia como menos tomaría su tarjeta.
Quisiera y he soñado mucho que no vivimos en un lugar así, pero es la forma de trabajar de nuestro subconsciente, no es porque nosotros seamos elitistas en ese sentido y que hagamos distinción entre personas, la verdad es que son formas de expresión de nuestro cuerpo que pocas veces nos sentamos a analizar pero todo el tiempo funcionan en su completa voluntad.
Yo considero que soy un tipo feo, he venido a liarme en contra del espejo desde entonces para evitar desgarrar mis ojos cuando me vea; acepto que como todo ser humano soy capaz hermosear mi entorno, aunque al final sigo siendo yo, con mi característica fealdad. Aprender a vivir con ello no me ha sido posible, tan es así que a cada que tengo oportunidad me lo recrimino, y si bien es cierto que la buena actitud revela mucho, son pocas personas las que se esperan a conocer tu actitud antes de evaluarte.
Hablando de mi apariencia, una vez definí un modelo fijo de mí. Completamente simple y alejado de cualquier superficialidad. Camiseta negra de cuello redondo, de ser posible con algún mensaje propio; pantalón de mezclilla y choclos negros sin agujetas de preferencia; quizá use alguna pulsera, nada extravagante y los lentes obligados. Dejé de usar reloj porque creo que no tengo comprado el tiempo y siempre existirán dispositivos u otras personas que pueden proporcionarme la hora. No me peino, por eso procuro tener el cabello corto.
No quiero tener el aspecto de nerd, hipster, emo, o alguna de esas tonterías. Tampoco tengo algo en contra de quienes lo hacen, sus motivos tendrán para llegar a esas instancias. La tendencia de mi ropa es la comodidad, no la fama de la firma que la vende. De hecho la última camiseta que me mandé hacer dice en frente con letra notable: "A man. Not a brand." Creo que nos tomamos muy en serio las marcas con que nos disfrazamos, ya que al final no deja de ser eso, un disfraz.
Finalmente mencionar que sí, no por hablar de ese modo he dejado de creer que soy horrible, para mi satisfacción lo único divertido es que sé que siempre habrá más feos que yo. Si quieren un consejo propio es el de no ser como los demás en el sentido de cómo se ven, ovejas en el camino habrá a montones. Las mejores marcas no hacen mejores personas.
La constancia es lo que te hace diferente, algunos lo llaman perseverancia otros terquedad pero ese asunto es intrascendente cuando lo que quieres es algún proyecto realizar. Desde muy pequeño planeaba mi vida, me imaginaba siendo empresario, cosa que siempre ha sido mi sueño, me imaginaba siendo ingeniero capaz cosa que también es algo que he venido alimentado al paso de los años.
Cuando escribía mis sueños, mis ilusiones; procuraba hacerlo donde no se pudieran borrar nunca, en mi mente. Las analizaba y nombraba con lujo de detalles, desde el giro principal hasta el acomodado de los muebles, todo estaba ahí. Situaba los cargos jerárquicos y aunque no lo parezca casi nunca me ponía a mí como el jefe.
Después copiaba el contenido de mi mente al cuaderno en curso, siempre las hojas finales revelaban bastante de mis intenciones, hasta que conocí la computadora como herramienta de trabajo, entonces los papeles se convirtieron en bytes, cuando en su momento llegó el archivo de documentos en la nube imaginé que colocarlos ahí los haría más accesibles a mí. Al final tenía regadas mis ideas en Internet, en discos duros, en CDs y en hojas de papel.
Hoy puedo mencionar que el único método del que estoy feliz haber implementado es el papel, porque ahí quedaron al igual que esas ilusiones empresariales un montón de bosquejos de cuentos, novelas e historias que me divertía el hojearlos y leerlos nuevamente cuando analizaba proyectos. Todavía ocurren esas alegrías cuando destapo cajones viejos, cuando abro los juegos de mesa de mi infancia y cuando acomodo los cuadernos de primaria.
Siempre he sido constante en poseerlos como sueños que pienso alcanzar, sin intención de abandonarlos por ningún motivo en el pasado. Haciendo correcciones y actualizaciones conforme los vuelvo a tener, pero sin colocarlos en el contenedor de basura. Quien sabe, siempre pienso, que probablemente un día los veré florescer, y en caso de que eso no ocurra conmigo habrá material de sobra para que quien los herede pueda tomar lo útil y desechar lo demás.
Cuando pienso en ser constante y andar hacia un final no me marco un punto específico, creo que en el momento que las ideas se me terminen probablemente será el tiempo de cerrar los ojos y dejarme llevar por la corriente como los demás. Lo que aconsejo a quienes sueñen como yo es que no se cansen, la vida es como las relaciones, va a vencer el que logre atinar y por eso siempre es mejor a lo grande apuntar.
Escribí esto después de haber dejado de lado el Facebook como red social siempre abierta en mi computadora, ahí tengo gente cercana y querida, hay una dama a la que me gustó mencionar en esto porque mencionó haberme extrañado. Yo extraño, extraño todo el tiempo, pero entiendo que el pasado ha quedado sepultado en el ayer y no hay manera de volver a él.
Siempre que cuento una historia circunstancial en medio de un poema o una canción hace que me mueva en mente al suceso, me encanta recordar, la verdad. Pocas cosas logran hacer eso en mí como los poemas, pero la vida misma que he llevado a cuestas está constituida de un rompecabezas de recuerdos, apenas ayer pasaba por una calle aquí en el barrio donde vi a viejos compañeros de clase; me sentí un ruco pero me agradó verles.
Se supone que ahora mismo iría al cine acompañado de una dama excelente, pero nada, quedé como sopenco una vez más. Tengo por aquí guardado algo que escribí en relación al momento, pero sigo editándolo para hacerlo una canción. Es repugnante, violenta y llena de rencor, no representa completo mi sentir pero siempre es agradable saciar la necesidad de expresión liberando mi mente de pensamientos fuertes.
Antes que se vaya el mes quiero decirte,
que estoy muy feliz de que extrañes.
Que me halaga mucho tu nostalgia,
y fortalece mis memorias la constancia,
la constancia de no saberte cerca,
de no saberte en mí,
de no probar tus labios,
de no verte reír,
de no admirar tus ojos,
de no palpar tu piel,
de no intentar tenerte,
de no poder leerte,
y entre mis bellas líneas,
no poder admirarte.
Aunque eso es punto aparte,
tengo que confesarte,
que soy varón así,
que siempre ha de amarte,
triste cliché andante,
que no da más de sí.
Y al entregar mi mente a los recuerdos del ayer,
me hace resucitar las lágrimas que me obligas a poseer,
y es que no me doy cuenta de que tengo en mí un gen,
uno que me acompaña y siempre me hace verte bien.
Mi historia acabará un día es probable que sea cruel,
y contarán recuerdos de quien yo solía ser,
inumerables cuentos, mitos, fábulas también,
todas haciéndome no más de ti que un perro fiel.
Torturas lentamente mis memorias con tu olor,
y matas cual villano sin paciencia mi furor.
Vives entre mis huesos, vives en mi dolor.
Has hecho una morada, tienes ya una mansión,
eres quien vivirá perpetuamente en mi interior.
Vivo en una cuidad pequeña, donde la mayoría de gente en mi edad hace apenas algunos años se podían ver deseosos de vivir. Digo, no es que me considere un niño pequeño pero sí he notado que ellos, en su mayoría han hecho de todo en sus vidas a velocidades impresionantes. Es por eso, en medio de esta situación que he decidido titular mi entrada "Competencia o inversión".
Creo febrilmente que hay dos maneras de aventurarse a la estadía en este planeta, la primera y más común practicada por la mayoría es esa que presume de hacer todo antes de que el sol se ponga. Hombres de mi edad, ex-compañeros de clase hoy son padres más de una vez, se han rehabilitado de sus vicios a las drogas, asisten a estadías de alcohólicos anónimos, son divorciados, se han vuelto a casar, y no sé si han encontrado el motivo por el cuál vivir.
Incluso hay una joven que conozco, de apenas veintidós años y un pequeño infante que dice "no cuidar su cuerpo más porque ya va de salida", o sea, ¿de salida tan joven? Es en esos momentos en los que me pregunto ¿qué pasa por las mentes de esa gente cuando piensan en la palabra "meta"? Es decir, una meta para mí no es precisamente lo que va a suceder mañana al amanecer. Pensar en el mañana a sus ingenuas alturas trae un común denominador como consecuencia, viven a las carreras, motivados por el tener hijos y hacer todo cuanto siempre desearon en ese momento y al vuelo.
Cuando yo pienso en metas, lo hago con mucha cautela, probablemente peco de invertir a largo plazo e ingenuidad. Mientras el resto anda por ahí metiéndose con cuanta dama en su juventud les es posible, en mi caso vivo consciente de querer a una persona a la cual amar, como todos, pero con la intención de hacerlo en serio. Motivado por ese tipo de instancias pienso en cómo trataré a mis hijos si los llego a tener, cómo apoyaré a su formación y cómo les mostraré el mundo de una manera más allegada a lo que yo pienso que a lo que piensa la mayoría.
Una vez escuché que "quien vive a las carreras se cansa primero", no estoy seguro de que sea cierto, lo que sí es, es que puedo notar la vida completa de casi todos mis viejos amigos. Con un trabajo fijo en alguna empresa como objetivo, con una esposa "común" como pareja, con su carrera a medio terminar o terminada sin dedicarse a ello. Con sus sueños e ilusiones truncados en la manutención de su primer matrimonio y la pensión de sus hijos regados.
Creo que meditar las cosas me ha hecho un inversor en todas las áreas que me desenvuelvo, he cometido errores, como todos. Me he limpiado las heridas y he reiniciado mi esfuerzo una y otra vez. No estoy hecho para sentirme derrotado por nada, ni por nadie. Una actitud que siempre ha sido mi distintivo es la perseverancia. Agradecer siempre el conocimiento adquirido durante la batalla no es aceptar la derrota, sino entender que uno todavía no está completamente formado en aptitudes para soportar la carga que ese mérito supone.
La inversión consiste en no ceder, en no rendirse, porque lo que diferencia al triunfador del resto es la actitud. No me gusta llamarme optimista, porque tampoco lo soy; ni idealista, porque mis utopías son como en cada uno eso mismo; jamás seré un pesimista... El realismo es mi percepción, sin embargo, no subestimo a los rivales ni me hago superior a voces. Eso es de tontos. Prefiero aprender de ellos, de sus victorias y errores para así, poder un día contender contra los tales y plantar mi posición, que como tal es la de alguien que no amedrenta.
"Por alguna extraña razón" es mi muletilla, una de ellas. El "por ejemplo" he notado que aunque me esfuerce en no decirlo siempre se encuentra ahí, pero eso no termina siendo lo que más me asusta; lo que más me asusta es el hecho de hasta ahora no poder erradicar pa', onde, verdá, nomás, y otras aberraciones de la lengua de mi vocabulario.
Aunque hay un par, un par que seriamente están arraigadas en mí, unas que más que asustarme me hace reír el utilizarlas tan comúnmente, y es que, aunque lo intente a veces y me proponga ser mejor persona en la forma de hablar siempre habrá ahí un "chale" y un "chido" que haga complicada mi existencia.
Chido más chale, qué difícil me es hasta hoy evitar decir esas dos palabritas, una proveniente, según me platicaron de los vendedores de materias provenientes de China (fayuqueros) y la otra no tengo ni la menor idea. Quisiera poder convencer a las personas que mis conocidos "chilangos" no los que, gracias a las platicas constantes que tengo con ellos, ha propiciado que yo haga mías ese par de palabras.
Al principio sentía que ofendía cuando las utilizaba, quizá haya quién todavía lo piense entre mis conocidos, sin embargo, hace muy poco tiempo mientras pedía perdón a una persona por mencionarlas en nuestra charla ella me confesó que, bueno, eso me daba originalidad. Me ganó la risa, no es que considere que quien habla como naco de barriada sea de lo más original (que no tengo nada contra ellos, inclusive algunos me impresionan), sin embargo, es bueno saber que no todos se sienten ofendidos por mi no tan propia manera de hablar.
Ya entrados en esa platica, quiero que sepan que admiré mucho la expresión de esa dama, quien con toda formalidad me hacía quedar en ridículo durante la conversación, pasamos un rato agradable (el mío fue incluso increíble, soy geek, que una mujer y yo hablemos es épico, compréndanme). Ella dice tener voz de niña; no, no tengo complejo de pedófilo ni nada por el estilo, para mí era solamente una voz dulce y suave de esas que vale la pena guardar silencia para escucharlas con afluencia.
Regresando a la muletilla que titula esta entrada, antes la usaba muchísimo, sé que es una que sobretodo, de las cosas que escribo la he reducido poco a poco. El esfuerzo es una constante en el deber de quien planea mejorar, y a cada instante debe verse a sí mismo como un ser que comete errores. Pero aceptarse no es lo mismo que resignarse, es necesario actuar en pro del propio crecimiento, mira que si uno mismo no lo hace no habrá nadie más que lo haga por nosotros.
Entonces, sé que escribo contradicciones en muchas instancias, una vez publico que no seamos como los demás y a la siguiente súbitamente digo que seamos mejores y que ser mejores se define en "hablar correctamente", no es así, yo claro dejé desde un inicio que de aquí quien quiera puede tomar lo que le sirva, lo que no, simplemente ignorarlo. No hace a una mejor persona querer ser exactamente como alguien más, pero en mi percepción, una mejor persona se hace a partir de tomar lo bueno de los demás y hacerlo suyo.
Iba a escribir algo, será de lo alternativo y mi enorme gusto por ello. Desde la música hasta el sentido de la vida y la distinción que ello propone, quizá porque me gusta sentirme diferente aun en pleno conocimiento de que para los grandes esquemas sociales soy un número más, un elemento de la lista.
La música alternativa tiene una cantidad indefinida de elementos, de cuerdas, viento, de teclas; algunas bandas proponen y establecen bien su género viviendo casados con una forma de tocar, eso es buen en un sentido, cuando te enamoras del modo de tocar de un grupo se distingue su música desde cualquier instancia lo que hace propicio el que al lanzar un nuevo álbum corras directo a adquirirlo. Me satisface el ver que bandas con apenas tres discos han logrado hacer historia en la música a niveles que otros apenas y con una biblioteca de medios impresionante.
Desde el sentido dramático del propio ser hasta el inminente gusto por la rebeldía hacen de ese género una parte íntima de mí, pues como todo ser humano tengo variantes, y como hoy puedo sentirme con ganas de gritar al mundo mis verdades quizá mañana quiera solamente sentarme a meditarlas. Somos cambiantes, no moldeados todavía, admiro a quienes como yo tampoco lo son.
En cuanto al sentido de la vida, tenemos que entender que las cosas están hechas para un propósito pero se puede con un poco de esfuerzo sacar más provechos a esa "cosa" específica que la vuelvan algo de más valía y mayor proyección; nuestra actualidad global es multidisciplinada y ya no es posible destacar siendo solamente un buen estudiante como hace veinte años. Ahora destacar significa demostrar con fundamentos que no vienes surtido en frasco, como sí la mayoría, las diferencias se marcan en las capacidades mismas de adaptación a diferentes cambios. Lo que es, por ejemplo, diferentes modos de trabajo, interfaces humanas al final.
Ser alternativo desde mi opinión propone que no te muevas a las tendencias de moda, que no hagas las cosas como cordero, que medites en el sentido y trasfondo de todo antes de inmiscuirte, que realices cosas nuevas y quizá sin sentido, pero al fin diferentes. Ser alternativo es no responder a los comunicados masivos, brillar por ser distinto, sin preocupaciones por lo que los demás piensen de uno. Es complicado serlo, generalmente serás víctima de sañalizaciones sin embargo, si sabes tolerarlo, puedes aprender a vivir con ello y aprovechar a disfrutarlo.
Este mundo está moldeado, hecho a la medida del confort y la represión, con instancias poderosas de afanes globales, con preceptos y políticas que benefician a unos cuantos. La alternancia entonces radica en saber decir no aunque el resto del mundo diga sí. Actuar por lógica, después por instinto y muchísimo después, si es necesario por motivación, antes no.
No ames a otra persona por "sus bellos ojos negros reflejando el universo infinito", ámale por las delgadas líneas al final de su espalda que hermosean su apariencia y vuelven locos tus sentidos. No "vivas la vida loca", vive una vida inteligente y creativa. No "busques para encontrar"; explora, indaga y aprende, sin importar que al final no encuentres nada; la actividad te ha hecho valiente.
No tengo duda de que la mejor manera de demostrar el amor es siendo uno mismo, yo amo. Todo el tiempo amo la belleza de la vida, sí, por belleza me refiero a esas hermosas damas que Dios creó para hacernos compañía, también me refiero a los paisajes maravillosos que a donde quiera que andemos, juntos o en soledad nos harán compañía. Me refiero a la música y la relajante sensación de tenerla conmigo. Me refiero a la belleza del silencio y a la belleza del color, a la belleza que se encuentra en la pureza de todo.
Hace falta entender que el agradecimiento para con la vida viene incluido en la personalidad de uno. Es cuestión de creer que las cosas son posibles, por más desertores y enemigos que se encuentren en el andar aquí, no hay cosa que no se logre si se hace con el corazón. El compromiso con uno mismo es el lazo más fuerte que puede existir entre una persona y su interior, es necesario entender lo débiles que somos y propensos a caer pero luchar, sin dudar por mejorar su propia especie.
Siento mucha felicidad ahora mismo, volveré a ver a una persona que saca el poeta muerto en el vacío de mi ser, poeta abstracto o pseudopoeta quizá pero al fin poeta que sabe desear, ver, apreciar, describir y anhelar como uno más; pero con la fuerza de la pasión incondicional del propio ser. Celestial.
Las historias de uno mismo se relatan entre lágrimas, entre sudor y huesos rotos, entre un corazón marchito y débil en medio de las tormentas y entre un montón de cicatrices que dejaron aprendizajes. Yo he aprendido mucho del vivir así, del vivir siendo yo, del sentirme solo la mayor parte del tiempo y amado en fugaces instancias.
Es cierto que la vida es una competencia, y que quien más se esfuerza consigue lo mejor; es de esperarse que el que primero cae es el que se da por vencido y el que lucha de inicio a fin marcará la diferencia. Me gusta llamarme así, evocar eso, insistir en que quienes me rodean lo sean para nuestro bien mayor; aunque el objetivo como uno solo podrá no ser claro para la mayoría, siempre aprecio con el alma a quienes consideran mis palabras.
Y sí, hace poco he mencionado, yo me enamoro fácil y lo hago fuertemente; quizá por la necesidad de sentir lo mismo desde la otra parte, por la constante lucha que concierne a lo que soy y lo que pretendo o porque mis objetivos son claros y marcados desde el inicio, quizá porque me gusta lo mejor y siempre le tiro a ello. El mundo probablemente en un tiempo me llamará fracasado, sin embargo he de asimilar que por lo menos lo he intentado y lo he intentado mucho, aunque mucho también he fallado.