Te seducen durante el día, no te dejan dormir de noche, te abrazan, sucumbes ante su belleza, te inundan, te trauman. Condenan tu existencia a una poca de vida solamente y te crees sus cuentos, sí, los crees, porque eres humano... Te gusta advertir que eres humano aunque sea complejo comprenderte para ellos. Son afanes, vicios, tormentosos súcubos.
Cada noche, posterior a cierta hora se aparecen frente a ti, al principio los ignoras, pero llenan lentamente tu mente hasta poseerla toda. Los anduns, son pequeños monstruos que habitan en tus propiedades intelectuales, se visten de colores brillantes y hacen siempre sus funciones de distracción. Ayer conocí a uno llamado Scheerea, era bella, de un metro con setenta y cintura preciosa; tenía ojos verdes y angelical manera de expresarse, parecía que nadie podía verla, yo lo hacía, era mía y estaba en mi mente, supuse.
Scheerea es una dulce joven de cabellos rojos y mirada profunda, anchos ojos y labios igual relucientes. Llegó y pidió que la tocara, así, sin más, yo obviamente como caballero que soy le di mi mano, es curioso, porque con ella se empezó a retorcer, la colocó en su mejilla y como si fuera otra cosa se estremecía fuertemente; me daba un poco de miedo al principio, pues no me despegaba los ojos de encima; se suponía que yo debía de terminar mis tareas, pero claro, entre tanta distracción opté por mantenerme quiero y esperar a ver qué sucedía.
Espero volver a verla hoy, escucharla hablar de nuevo, aunque eso implique no dormir temprano y no socializar con nadie, qué más da, así son las cosas en el mundo nerd. Cuando entré a la escuela siempre me imaginé verme en un futuro con bata y haciendo experimentos químicos, pero jamás tras una computadora. El paso de los días es el que verdaderamente define tu vocación, no eres tú, no son los amigos, no son las circunstancias... Es el tiempo, bendito Cronos.
Mi amiga me enseñó anoche algunas cosas que debería compartir, pero como saben soy egoísta y prefiero quedármelas para mí solo; alguien en el mensajero me pedía ayuda, no una clase de ayuda de la que se ve urgencia alguna, sino una clase de ayuda que más bien es consejo y más bien es un "how to do that..." pero no quise brindarla, por qué, porque no quise, porque estaba enlevado viendo como lentamente Sheerea movía sus labios al contarme secretos, tan secretos, que el hecho de que los mencione como secretos ya es decir mucho.
Mucho se dice de los que no saben, los que no saben que no saben y los que saben. Yo no diré nada, porque es como si no supiera, Cronos me explicó que con su ayuda las más grandes y míseras cosas sobrevienen, pero también se quedan olvidadas, en el jodido pasado. Scheerea me enseñó que con fe el cielo y las estrellas tienen existencia propia, que la luna se ve a sí misma iluminada por el esplendor del sol y que los cielos son tan azules que negros son. No se entiende, escribo raro. De eso se trata.
Scheerea tiene un delirio, no quiere dejarme, está aquí junto a mí queriendo desmotivarme, dice que no la puedo describir, por eso he dicho que es bella. Pues lo es, a mi modo lo es. Un poco más adelante escribiré más de ella, porque ya debo dormir, aunque no quiera, aunque sea feliz admirándola, debo dormir de una vez, no sea que mañana no pueda despertar a tiempo y me tenga que quedar a ver cómo renace de las cenizas del miedo, el cliché del trabajo cual fénix nuevo.
Te seducen durante el día, no te dejan dormir de noche, te abrazan, sucumbes ante su belleza, te inundan, te trauman. Condenan tu existenci...