Sabía que el año en curso sería complicado. En mi caso, parece que todos lo son, uno más que el anterior. Pero no estoy aquí para quejarme y chillar, ya no. Vengo en búsqueda personal de mejora y oportunidades, de crecimiento y eficiencia. Pienso que a veces toca destruirse un montón para tener la oportunidad de volver a empezar.

Lo mejor de tocar fondo es que no se puede caer más, y eso es bueno; es bueno agarrarle el gusto a la simplicidad, a la sencillez. No necesito nada, de verdad, mi vida por sí sola está resuelta. Claro que tengo pendientes y cuentas por saldar, pero regalarme a la frustración no me los quitará de encima.

Vivo en un parteaguas, en el que las generaciones antes de la mía esperan mucho de mí, mientras que las generaciones que han venido después no esperan nada de nadie, ni de ellos mismos. Y entonces, la encrucijada social, tratar de mantenerse en equilibrio entre moralinos y libertinos, entre nacionalistas y anarquistas, entre empáticos y apáticos, entre solidarios y egocéntricos, una labor maratónica.

Obviamente estoy lejos de la persona que cada día, mes y año me propongo ser; recaigo y soy frágil, las tentaciones están a la orden del día y mi fuerza de voluntad flaquea al recibir dos segundos de atención de alguien medianamente atractiva; y me pesa, porque al final es un abuso en contra de mi versión más estoica.

Mis planes de mejora, a modo de lista, no hacen más que crecer como resultado. Cada día más incompleto, más ignorante, más defectuoso, más limitado, más reducido. Espabilar, es lo que necesito, recomponer, reinterpretar, recuperar. Antes pensaba que era capaz de lograrlo todo, que no había meta tan grande que no pudiera conquistar. Hoy me veo como alguien que ni siquiera está dispuesto a arriesgarse por un puñado de retos que antes hubiera deseado con el alma.

Quizá estoy perdiendo mi capacidad de sobreponerme a la derrota, o probablemente solo estoy priorizando aquellas batallas en las que sé que puedo ganar y simplemente abandonando interés en aquellas que no son para mí. Así la gente, los retos, los deseos.

Mañana no voy a trabajar, no saben la falta que me hacía descansar entre semana; venía de más de un mes lleno de actividades extenuantes, demasiada carga; tras pésimas rutinas de autocuidado y pobres hábitos en consecuencia a mi actual estado "enfiestado" al encontrarme en casa de mis papás, donde ya ni siquiera, dormir suficiente he podido. No los culpo a ellos, la verdad, me culpo a mí mismo y mi falta de caracter en estas condiciones de huesped.

Por eso es que es crucial que recupere el control de mi entorno, porque así es como puedo dedicarme a aquello que me convierta en una mejor versión. Mis planes por ahora son lo más sencillos posibles, levantarme y activarme. Envolverme de amor propio y andar por el camino del enfoque para lograr pasos pequeños en la dirección correcta, efectivos y permanentes.



 No sé ustedes, pero a mí la vida me deja intrigado todo el tiempo, con cada lección que cae, conforme escribo estas palabras, me recuerdo a mí mismo la enorme cantidad de cosas que antes me inspiraban, hoy siguen ahí pero más como un vestigio que entrañable que como una realidad presente.

Es verdad, envejecer viene con sus ventajas que quizá no queramos ver, por ejemplo, con la disminución de la velocidad vertiginosa con la que nos dirigíamos a nuestro fin; pensamos más, meditamos mejor, nos detenemos a disfrutar.

Para mí la mañana de un sábado disfrutando de una bebida con un libro en la mano se ha convertido en sinónimo de orden, satisfacción y gusto. Algo precioso y atesorable, mis treintas han estado por todos lados, con sus picos, con sus descalabros, pero siempre regreso a un lugar en el que me siento tranquilo y puedo ser yo mismo, sin conflictos internos, sin autodesprecio, sin presunción, simplemente existinedo. Amo eso, lo amo como despertar en la mañana y respirar el delicioso aroma de la tierra húmeda.

Dead memories in my heart... 

La música de fondo, mis dedos regodeándose entre las teclas que conforme el tiempo avanza más seducen a una mente inquieta, en búsqueda constante de su autopercepción, a sabiendas que difícil es encontrar un lugar en medio de un mundo condenado por sus conductas y fastidios.

¿Toca ponernos más oscuros? Dale. Insignificancia, tragedia, miseria. Vanidad, absurdismo, malicia. Palabras que describen el diario vivir de la gente, navengando entre superficialidad y excentricidad, mientras más exhibes más asumes ser, cuán perdidos están, divagando entre el fatídico e inminente culto al yo, caprichoso e insensible.

Hoy no hay conclusión, el mundo está inconcluso. La vida misma es un clifhanger.



 Deberíamos ser capaces de entender lo que nuestro cuerpo necesita. Es lo único que nos acompañará hasta el último de nuestros días, y a veces ponemos mucha más atención a lo que no hay de nuestro lado.

Quisiera comprender porqué razón le gusta levantarse de madrugada; en mis planes de cambiarlo todo, para su propio bien, esa es una de las cosas que más trabajo me cuesta poner bajo control recientemente. Hoy ni siquiera fueron las ganas de ir al baño las que me despertaron a las cuatro, simplemente sucedió y ya.

Alguien me dijo: Tienes muchas preocupaciones, y sí, es cierto, las tengo. Mi consciente y subconsciente lo saben, quiero hacer tanto y de mil maneras me han quedado mal, así que, en medio de esa conversación, es obvio que intento entender el funcionar de mi propio ser.

En una de las decisiones beneficiosas que he tomado, está el dejar de lado las redes sociales de mi celular, haciéndolas incluso imposibles de instalar con pasos sencillos, lo que me mantiene aislado y distante de ese mundillo que puede resultar tóxico y generalmente deprimente.

Así como los pensamientos negativos tienden a imperar en nuestra forma de navegar la vida, las acciones para mejora producen un efecto sanador en el alma. Y es de esa premisa de la que me estoy agarrando actualmente en mi andar hacia la recuperación.

Más de una ocasión reciente me he convencido de que no necesito nada, pero ¿qué pasaría en un contexto en el que de verdad no tenga acceso a nada? Lo he pensado más de una vez, no sé bien qué tanta falta me haría la supuesta comodidad o si es que realmente podría salir adelante en un mundo que se vuelca hacia su propia peridición.

En un entorno en el que se desploma lo que nos sostiene, tener el caracter y la fortaleza necesarios para mantenerse a flote es la prioridad; pero qué difícil es convencerse de que uno no es un montón de basura como se lo han dicho antes, como uno mismo se ha sentido tras fracasar.



 Pasa en ocasiones que en nuestro deseo de cambiar una cosa, terminamos cambiando veinte más, quizá nodirectamente ligadas a la anterior, pero tal cual, es lo que hay. Quisiera contar lo bien que me trata la vida, pero sería mentir solamente, me gustaría reconocer que lo "he hecho bien" aunque como saben, un montón de situaciones se escapan de mis manos.

A veces es uno mismo el que se autoboicotea, otras simplemente el entorno se vuelve una verdadera locura a la que no se le encuentra principio ni fin, ni cabida, ni punto de análisis, sucede demasiado al mismo tiempo en tantas partes que es prácticamente inútil luchar contra corriente.

Ya está, sucedió, se perdió, ni modo. Desapareció, no se logró, las reglas no aplicaron, se cayó, se rompió. Quiero llegar al día en el que de ahí en adelante me despierte agradecido por las deciciones correctas que alguna vez tomé, no recriminándome o sobrepensando, sino estando plenamente en el presente cubierto de la bondad del momento.

Pero la verdad es que ese día parece una utopía, un horizonte que se desplaza con cada paso que doy. El presente siempre parece ir vestido con los errores del pasado y las ansiedades del futuro. Y así, el equilibrio se convierte en una lucha constante, como caminar sobre una cuerda floja con los ojos vendados. Porque, ¿cómo estar en paz con el presente cuando el peso de lo que fue y lo que podría ser no deja de presionar los hombros? Nos enseñan que la gratitud es el camino, pero nadie nos advierte lo difícil que puede ser encontrarla cuando todo parece desmoronarse a nuestro alrededor.

Sin embargo, quiero creer que es posible. Que un día, al abrir los ojos, todo lo que fue caótico empezará a hacer sentido, como piezas de un rompecabezas que finalmente encajan. Quizá no se trate de que la vida se vuelva más fácil o más amable, sino de aprender a ser más suave con uno mismo, a dejar de resistir tanto lo inevitable y permitir que el cambio, con todas sus veinte variaciones imprevistas, sea parte del proceso. Porque, tal vez, el secreto no esté en evitar que el mundo se desmorone, sino en saber cómo reconstruirlo una y otra vez, desde lo que quede.

No sé qué depare el día siguiente, me aterra haber descubierto tantas cosas oscuras tan rápido en el línea de mi vida y tener que convivir con ellas lo que me resta. Al mismo tiempo, me siento feliz ante el constante aprendizaje, no hay paisaje sin muerte en su haber, por mucho que nos enfoquemos únicamente en su belleza.

Me fui, perdón, me extravié a mitad de lo que estaba escribiendo acá, me distraje con otros asuntos. Lo que quería decir, solo para finalizar, es que ya empiezo a ver cómo organizar las cosas para el próximo ciclo que pueda tener conmigo. Desde la nada, como un sorbo de agua natural, refrescante, así va a sentirse, lo sé.



Ni Modo

Por
 Pasa en ocasiones que en nuestro deseo de cambiar una cosa, terminamos cambiando veinte más, quizá nodirectamente ligadas a la anterior, pe...

 Así es, estoy despierto desde las cinco, y pues ni modo. Buenos días, los planes cambiaron, o mejor dicho, los planes terminaron en un cesto de basura, porque en efecto, no podré regresar a continuar con mis proyectos por ahora, tendré que estar acá, alejado de mi "centro de control" por un tiempo.

Y qué pasa cuando no estoy al mando de mis asuntos, cuando los recursos se me escapan de las manos, cuando los números no cuadran, cuando las cosas en el cuaderno pierden su sentido, cuando lo presupuesto desaparece; no sé, espero al menos no perder el sentido.

Ha sido una vida repleta de altibajos, más bajos que altos, la neta. Pero entre todo, las constantes están ahí, la gente que me motiva a ser fuerte, el aprendizaje de mis errores, la visión puesta en un panorama más grande, las ganar de recuperarme y mejorar constantemente.

No tengo nada, no soy nadie, no he podido con la mayoría de retos que me he puesto. Dolor de todo, edad, ansiedad, penurias. Vamos a seguirle, eso sí. Mi propuesta para resolver las cosas siempre estará viendo hacia adentro, ¿qué falta? ¿qué está de más? ¿cómo cambiar la forma de pensar?

No hay más para decir, volveré a casa el próximo mes, a la libertad y toma de control anhelada. Estando a veintitantos días de hoy, las dudas vuelven, tras superar una semana laboral pesadísima, en casa, con la familia, ajustando la óptica.



 Yeah mate, sometimes life sucks!

So many times I've tried, to change the way I do things. Mistake over mistake, thinking again, what's happening to me?

I want to come here to write my note, to my inner self, to a future version of me, nothing works no more, not as the way they did before, but that's ok you know, 'cause you're probably overthinking, overreacting, overexpecting, overwhelmed, when everything around is about to blow.

"Fuck the System" you used to say, now being a crucial part of it, what are you gonna' tell your sons? The truth and no more, the have to keep their eyes open.

Not a pretender, not a superficial, not a liar; there are vices on me, I'm a sinner, bad decisions, continous nightmares, human feelings, fastidious thoughts, mental despair.



Yeah Mate

Por
 Yeah mate, sometimes life sucks! So many times I've tried, to change the way I do things. Mistake over mistake, thinking again, what...

 No hay ninguna necesidad de que venga a poner esto aquí, pero la verdad, no he podido descansar durante el fin de semana principalmente por estar pensando que lo más probable es que me señalen y llamen la atención en el trabajo mañana. La verdad es que, me siento un poco mal de haberme salido (a mi hora) y no haber resuelto el fallo que estaba ocurriendo.

Pero la verdad, si lo analizo, no hice nada malo, no debería de sentir culpa de salir de trabajar a mi hora; mucho menos de haber rechazado la solicitud de volverme a conectar a "dar cuentas" a las ocho de la noche (tres horas después de mi salida).

Es lo malo de trabajar con un equipo pluricultural donde el único mexicano soy yo; a estos compas les cuesta demasiado poner y respetar los límites, porque para ellos la vida es el trabajo mismo, y su ser gira entorno a eso; los respeco, respeto mucho que sean trabajadores; pero no es lo que yo quiero.

Y con toda la pena de mi corazón si vuelven a "solicitar" que me conecte a deshoras, tengo todo el derecho de decirles que no atenderé porque la solicitud está fuera de mi horario. Y sin embargo, los nervios no me han dejado descansar en consecuencia. Me iba a poner a programar algo para la empresa durante el fin de semana, pero ya acudí a su evento ayer, ya no, la verdad, no, gracias.

No sé qué pase. Reitero. Tal vez me regañen. Cosa que no quisiera. Detesto no sentirme en plena consciencia de mis habilidades dentro del proyecto porque simplemente hay cosas que no sé, no me las han enseñado y no tienen planeado hacerlo. Aquí es de a huevo ser autoeducado y moverle "a todo" como si nos sobraran cinco horas en el día.

Perdón que venga únicamente a tirar mi frustración acá; pero si no lo hago, no podré dormir. Y mañana quiero empezar la semana con el mejor de los ánimos, con una excelente actitud y tratando de ser eficiente en todo lo que esté a mi alcance. Ojalá se comprenda mi situación del viernes y se me tenga misericordia.

En fin, tema aparte, ya quedan pocos días para volver a tomar el control de esta casa. Lo necesito de manera urgente. Me hace falta como no tienen idea. Mi libertad es la habilidad extendida de mi ser que no sabría que tanto echaría de menos en condiciones como las actuales.