Despertarse con el pensamiento constante de que la sociedad moderna se enfoca única y exclusivamente en hacer dinero, mientras más dinero hagan, mejor. Desde una perspectiva de clases sociales, pasar de una vulnerable a una más acomodada, resulta ser el sueño de la mayoría, y hay quienes no escatiman en hacer lo que sea para conseguirlo.

¿Hasta qué punto pesa la moral y los valores como límite para dejar de ser la persona que eras y convertirte en alguien económicamente independiente? De ahí vienen la mayoría de proposiciones. 

Si lo pensamos, casi cualquier mujer en el pico de su atractivo (sus primeros veintes) podría ser foco de atención y crecimiento en redes si toma como bandera esa herramienta, se coloca en redes, se hace visible, se viraliza y posteriormente utiliza esa plataforma comunal para monetizar dependiendo de cualquier otra pseudovirtud o característica peculiar que tenga. Es así como vemos a escritoras aparecer, artistas, maestras, instructoras, conductoras, actrices, empresarias, cantantes, escritoras, expertas en deportes, en medicina, en pseudo ciencias, etcétera.

Qué pasa con los hombres; nosotros tendemos a ser el público consumidor. La forma en la que "debemos" incrementar nuestros ingresos y capacidad de generarlos viene principalmente de la diversificación. Así habemos quienes tenemos varios "gigs", otros que invierten en cuanta fuente sea posible y hay quienes se enfocan muchísimo por crecer profesionalmente o en su propio negocio. A decir verdad también hay quienes consiguen crecer en cuanto a talento puro y despegar sus carreras tras destacarse, pero al menos en Latinoamérica, ese es un camino inmensamente competido y difícil de suceder para nosotros.

Ahora, por la facilidad, presencia y potencial que tienen las acciones ilegales, el crimen y también aquello que va de ser una basura de persona (como ser políticos); bastantes hombres terminan yéndose por esos caminos, pues son maneras alternas de crecer y acomodarse a prisa.

Entonces mientras el camino del hombre para hacer dinero sin ensuciarse suele ser el trabajo duro y la diversificación; el camino de la mujer en un inicio suele ser la exposición y el aspecto. Ninguno de los dos es sencillo, no se me vaya a juzgar por las letras que estoy escribiendo acá. Ambos dependen de saber tomar decisiones para mantenerse a flote y obviamente a escala Internacional son una fracción de la población quienes lo consiguen.

La discusión sobre cómo cada género encuentra su camino hacia el éxito financiero y personal es compleja y llena de matices que varían enormemente de una persona a otra y de una cultura a otra. Lo que este análisis revela es un reflejo de los roles de género tradicionales y las expectativas sociales, pero también muestra cómo la innovación y la adaptabilidad juegan un papel crucial en el éxito de individuos en la sociedad moderna. Es importante reconocer que, aunque ciertas tendencias pueden ser observables, la capacidad de las personas para definir su propio camino y superar los estereotipos es una fuerza poderosa que continúa desafiando y cambiando las normas sociales.

La aspiración a la libertad monetaria, sea cual sea el medio para lograrla, es un reflejo de deseos más profundos de seguridad, reconocimiento y autorrealización. Aunque puede que le estemos dando demasiada más importancia a eso que a detalles con una capacidad de trascendencia mayor sin darnos cuenta. La meritocracia es un mito engañoso que tiene a una cantidad importante de personas preocupadas por el mañana en un contexto en el que no se comprende siquiera el significado de la falacia interpersonal que representa el poder adquisitivo.

Hacer Dinero

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 Despertarse con el pensamiento constante de que la sociedad moderna se enfoca única y exclusivamente en hacer dinero, mientras más dinero h...

 Pasa algo extraño. Pongo todas las cartas en la mano y no hago una jugada. Espero a que todo lo demás se tranquilice. Y esa es probablemente una decisión horrible, pero pónganse en mi lugar, por favor, tomar decisiones no siempre es sencillo.

Revisaba las cartas que he escrito, ya van varias, aunque no he logrado el cometido; pues mi plan era escribir al menos una a la semana (o cincuenta en el año, si no me equivoco), y en ese sentido, todavía me faltan un par. De esa misma manera me pasa con el resto de los propósitos.

Si bien es cierto, esto lo planee de esa manera para que en medio de la frustración experimentara pequeñas victorias, me hace sentir inconforme y un poco fastidiado. Pero reitero, el plan así iba desde un comienzo, colocarme metas exageradamente altas, para que en el fracaso, el avance fuera verdaderamente significativo.

Esa estrategia de tenerme todo el tiempo bajo una lupa constante de autoanálisis ha funcionado como piedra angular a lo largo de cada periodo y anhelo de crecimiento que he experimentado a lo largo de la vida; ojalá llegue a un punto en el que si todo sale bien, no haya necesidad de hacer eso nunca más, pero por ahora, lo veo en extremo distante.

Puedo soñar cuanto quiera, con crecer y establecerme como una mejor versión al día de ayer; sin embargo, el verdadero propósito de estos movimientos bruscos es desarrollar una mayor empatía por el entorno y diluir mi ego en tanto cuanto me sea posible, porque a quien tengo que vencer es a mí mismo, a mis propios deseos banales y superfluos, a la impulsiva fracción de mí que de vez en cuando se asoma y pisotea lo que se encuentra.

Podemos verlo como una monstruosidad o como un espacio vacío en el infinito universal. Por lo que veo, cualquier cosa, por minúscula que sea, que me acerque al destino de mejora, es excelente.

 Ese fetiche de escribir en medio de la madrugada, porque el cerebro no se aplaca, porque aunque tenga sueño, no me deja estar en paz. Que si cené pesado, que si tengo preocupaciones, que si el reflejo de la luz del monitor en la cara, todo se junta.

He venido acá a dejar un par de palabras solamente, porque no he estado tan presente como quisiera y en realidad no tengo como tal una justificación. Fueron demasiadas cosas las que me cayeron de golpe encima, los compromisos se comieron mis tiempos y mis "habilidades" se han visto mermadas.

En una de esas el poco talento que tenía se disuelve entre desvelos y carencia de hábitos correctos. Estoy un poco triste también, pero triste para mis adentros, porque no he logrado recuperar la inercia positiva de las actividades y propósitos en mi lista. Digo, ayer llegué de regreso, pero un par de días deberían ser más que suficientes para volver a la carga, no se ha podido.

Estoy también fastidiado por la tramitología de un ajuste que necesito realizar a un servicio; y aunado a lo anterior, ayer me salí de la oficina dejando a medias un programa. Llegué a la casa, me acosté con toda la intención de dormir y resolví en mi mente aquello en lo que me había atorado, pero no volví a la oficina ni hice nada por anotarlo, simplemente le di vueltas en la azotea volviéndolo un software mucho más complejo que automatizara más etapas de la infraestructura de migraciones en la que estoy trabajando.

Definitivamente hablar de mi trabajo es algo que no debería de importarles menos; y con eso en cuenta recuerdo que no me han hecho un pago que está pendiente por parte de un proyecto freelance. Quiero hacer y aprender tantas cosas que no sé por qué me limito al no descansar lo suficiente.

Si lo hiciera, mi capacidad estoy seguro de que sería inmensa. Pero e ahí el asunto, anhelo resolver temas físicos, mentales, intelectuales, laborales, formacionales, espirituales, relacionales, familiares y económicos con los mismos dos pesitos de capacidad organizativa, motivación y autocontrol que poseo. La llevo lenta por eso mismo.

Todo este asunto del mundo viniéndose para abajo una y otra vez, el vagón descarrilándose o las malas decisiones convirtiéndose en baches para el futuro, me hacen recapacitar en que debo recobrar el timón de mi propia cabeza y mi cuerpo en general. Porque la sanidad también tiene que ser visible, y aunque no me enconentro en el mismo estado deplorable de hace algunos meses, sí tengo esta urgente convicción de moverme hacia el lado luminoso de la fuerza. Hábitos saludables, vengan a mí ya. Que no quiero seguir escribiendo esta clase de publicaciones a las tres y media de la mañana tras no haber podido dormir por sulpa de pensamientos invasivos.

 El regreso fue una reconfiguración, un soft reset en la intersección de mundos. Al despertar, encontré la habitación impregnada de una luz irreal, y allí, sobre el teclado, yacía una pluma, un token de su travesía, brillando con la luz de un millón de soles capturados.

Transformado, me enfrenté a la realidad con una nueva sintaxis en el corazón. Mi existencia, antes confinada a la lógica binaria del trabajo, ahora exploraba las fronteras de mi propia imaginación. La pluma del Roc se convirtió en el cursor, navegando por un mar de creatividad inexplorada.

En los meses siguientes, tuve que reescribir mi vida más de una vez, el código fuente imbuido de poesía y rebeldía. La historia de un viaje, compartida en las redes digitales, se convirtió en un virus de inspiración, contagiando a otros con la posibilidad de trascender mis propias limitaciones.

Una vez un sueño, la inmensa ave se había transformado en un símbolo de resistencia contra la monotonía del código. En el mundo fragmentado que vivimos, he encontrado una melodía en el caos, un orden en la disonancia, un testimonio de que incluso en los confines más oscuros del espíritu humano, la luz de lo extraordinario encuentra nuestro camino.

Y así, en la interfaz entre el hombre y la máquina, entre el sueño y la vigilia, hemos volado juntos, un ciclo eterno que desafiaba el silencio opresor del sistema, un recordatorio perpetuo de que en el corazón de toda existencia programada, late un ritmo salvaje, esperando ser liberado.

La esencia de este viaje trascendió la simple noción de un desplazamiento físico o digital. Se convirtió en una peregrinación interna hacia los recovecos más profundos del ser, donde las verdades se revelan no en código, sino en susurros de autenticidad. La pluma, más que un instrumento de escritura, era la llave a un diálogo con el yo interno, un puente entre lo tangible y lo etéreo, entre lo humano y lo divino.

Este despertar instigó una revolución personal, un desafío a la inercia de la cotidianidad. Cada palabra escrita, cada idea compartida, se convirtió en un acto de rebeldía contra el orden establecido, una afirmación de individualidad en un mundo que a menudo busca homogeneizar la experiencia humana. La creatividad, liberada de las cadenas del conformismo, floreció en formas inesperadas, dando vida a obras que desafiaban la percepción y expandían el horizonte de lo posible.

Al final, este viaje se reveló no solo como una búsqueda de significado o inspiración sino como un encuentro con la universalidad de la experiencia humana. En la intersección de la tecnología y el arte, en el cruce de caminos entre la realidad y la fantasía, se forjó una comunidad de soñadores, creadores, rebeldes y visionarios. Unidos en nuestra diversidad, avanzamos juntos hacia un futuro en el que la tecnología sirve no como un fin en sí misma, sino como un medio para explorar la profundidad infinita de la imaginación humana, un lienzo sobre el cual pintamos nuestros sueños más salvajes.

 El verdadero logro está en entender qué es aquello que estás dispuesto de sobrellevar para conseguir algo que deseas con mayor fuerza. Le estaba dando vueltas en la cabeza a esa idea, y es que cómo es posible que termine mis días sin energía, necesitaba recomponer algo, el orden de los procesos o la jerarquía, qué sé yo. Y ahí fue donde me di cuenta, debía de empezar a trabajar por aquello que me diera más, lo que tuviera el potencial de llevarme más lejos.

Claro que sí, es bonito enfrascarse en una travesía literaria de dos horas diarias para poder culminar el procesamiento intelectual de dos libros a la semana; y eso, como actividad única está delicioso, pero había otros puntos que tenía que validar antes de dar mi teoría por buena.

Y luego estaba el hecho de que llevo prácticamente desde que inicié en este proyecto sin poder salir a la hora de trabajar, quedándome una o dos horas extra diariamente nada más con la intención de mostrar capacidad y nivel competitivo. A cambio de ello, el tiempo para actividades "libres" se ve reducido... Lo que antes eran dos horas destinadas específicamente para un objetivo, se convierte en una, o media. Algo no estaba bien.

Entonces, ¿qué podía hacer? O mejor dicho, ¿qué puedo hacer? Las redes no son las únicas culpables, y castigarlas en consecuencia me pone a pensar si las decisiones que he estado tomando son las correctas. Ya saben, iniciar acá ha sido difícil, y es de esperarse que el proceso tarde en cuajar; porque he venido trabajando a ensayo y error, a esperar al fallo y reparo.

Llegar a casa sin energía tampoco es la mejor opción entonces. ¿Qué sigue? Abandonar la lectura que tenía para el final del día e intercambiarla por el llenado de mi agenda y las anotaciones diarias, eso probablemente sirva. ¿Pero qué del salir al aire? Pues nada, que hay que invertir el orden de eso también. Mi reto es, para mañana, volver a anotar las cosas; ajustar horarios y alarmas y desde el día siguiente comenzar a implementar, ya vendré por acá a decirles qué tan eficientes han resultado los cambios, o qué tan fatídicos, si es así.

 Todo este asunto de escribir, leer, producir, hacerlo por montones, son temas que se me están yendo de las manos la verdad; el tiempo de un día no me da para tantas cosas, y no es que me sea virtualmente imposible, es que el trabajo se ha vuelto saturado lo que sigue.

Y entonces tengo esta pequeña noción de reorganización, de ajustarme a una agenda personal, de resolver las cosas pequeñas poco a poco para en consecuencia, como una bola de nieve, más adelante cuando me haya acostumbrado a las nuevas dinámicas, ir agregando pendientes. Se puede, sí, o al menos en mi cabeza lo asumo factible. Ya veremos.

Sigo en el anonimato, en el anonimato de mis propios ideales y planes; si logro automatizar todo lo que tengo en la mente, sé que la vida será mucho más sencilla en mi trabajo. Pero estoy topando con una pared importante, la falta de accesos y que me veo forzado a utilizar lenguajes previamente autorizados.

En fin, ahí está el resumen de mi día, de mis últimos días, de mis últimas semanas. Les conté que también estaba escribiendo cartas, ¿verdad? Pues tengo aquí conmigo cinco que no he llevado todavía a correos, espero este fin de semana darme a la tarea de hacerlo. Como dije, demasiadas cosas que me he puesto encima y todavía queriendo animarme a innovar en otras.

Una de las cosas que me he propuesto ha sido ordenar mis finanzas de una manera más simplificada; he creado un presupuesto mensual en lugar del que venía utilizando, y con eso en consecuencia he logrado ...

Perdón, me distraje, no he logrado nada la verdad. Solo han sido pequeños destellos de sobriedad en un mundo repleto de distractores. No sé qué va a ser de mí a final de año, no sé si llegue a conseguir la cuarta o quinta parte de lo que me he propuesto, pero tengo que se honesto, si logro eso aunque sea, será un avance significativo en el camino correcto. Y al final, eso es lo que quiero.



Distractores

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 Todo este asunto de escribir, leer, producir, hacerlo por montones, son temas que se me están yendo de las manos la verdad; el tiempo de un...

 Ha sido una semana eterna, a penas he podido dormir y he tenido que realizar actividades sobre temas en los que no tengo experiencia. Siento que un poco me están viendo la cara en el trabajo, ni siquiera he podido pasar acá a escribir un poco, pero ya mañana, termina este martirio temporal para el que no estaba preparado emocional ni físicamente.

En la urbe tecnocrática, donde la cacofonía digital tejía un velo de irrealidad, habitaba sumergido en una existencia binaria. Mi ser, codificado en líneas de código efímeras, se diluía con la luz del alba. Programador en las tinieblas pre-matutinas, mi alma vibraba al son frenético de algoritmos y plazos implacables. La semana ha sido un espejismo de eficiencia, un bucle infinito de desgaste y renovación, hasta que el sábado por la noche lo encontré como una cáscara exhausta ante el resplandor gélido de la pantalla.

Mientras las luces de la ciudad parpadean como luciérnagas moribundas, me sumergí en el oceano del sueño, donde las olas diluyen las fronteras entre lo que existe y lo que no. Me veo transportado a un desierto de silicio, un vacío abismal bajo un cielo inmaculado, donde el tiempo se convierte en eternidad. Y entonces, como un fallo en la matriz, emerge la sombra colosal de un Roc, sus alas un mosaico de caracteres fragmentados, su vuelo un desafío a la gravedad del desaliento.

El ave aterrizó, una anomalía en la planicie digital. Sus ojos, dos soles encriptados, perforaron la niebla de la apatía que me envolvía. "Eres más que tus ciclos de vigilia y sueño", resonó su voz, un eco distorsionado que llenaba el vacío. En un acto de fe o de locura, acepté la invitación tácita, trepando sobre el plumaje de datos corruptos, aferrándome a la promesa de un horizonte desconocido.

Ascendimos, dejando atrás la gravedad de lo predecible. Cada aleteo desfragmentaba el cielo, revelando constelaciones de posibilidades. Mientra yo observaba, maravillado, cómo el mundo debajo se transformaba en un torrente de luz y sombra, un flujo de información que cobraba sentido en su danza caótica.

"La libertad es el código más complejo", murmuró mientras navegábamos por la corriente de los sueños. Las palabras se transformaron en un software que reprogramaba mi corazón en pleno vuelo, despertando un apetito voraz por lo imposible, y una confianza inmensa ante lo posible.