Pusilánimes. Así se les dice a las personas que se revuelcan por estima. ¿Es estar solos tan malo? Para nada, abrazar la soledad es como abrazar el insomnio, utilizas tu tiempo para ser productivo en otras áreas. Un poco después verás lo mucho que avanzas en tus propios proyectos, y eso es más gratificante en el futuro.

Si no hubiera pasado por periodos de miseria y decepción en mi vida, no me habría puesto pilas con el inglés y con moverme a otra ciudad para mejorar mi calidad de vida, tampoco habría optado por trabajar en proyectos independientes si no me hubiera enfrentado un par de veces al desempleo sin previo aviso. ¿Seguimos? Un rechazo provocó que un día despertara y buscara un mejor trabajo, otro me motivó a dejar de ser la persona que era en términos de intereses y a poner especial atención a lo que verdaderamente consideraba atractivo para mí; otro rechazo me empujó a mejorar mis finanzas, y así podría darle mil vueltas.

No somos únicamente lo que nos encontramos en la vida, las experiencias y aventuras, o los eventos fortuitos; también somos lo que hacemos con eso, qué tanto produce cada suceso depende únicamente de nosotros. Pero siempre hay que tener en cuenta que los contextos importan, los entornos en los que se desarrolla todo representan variables cruciales.

También hay que considerar la inercia, no es lo mismo optar por irte a otra ciudad a trabajar cuando estás en el pleno apogeo de tu graduación que hacerlo cuando no te queda de otra y simplemente te quieres escapar de tu realidad. Ambas funcionan, pero tienen un impacto distinto a largo plazo.

En fin, me clavé con eso, no tenía intención de hablar de esas cosas; quería venir acá a colocar algunas letras en lo que la lavadora termina su ciclo; además de despertarme temprano y con un alto deseo de ser funcional y productivo para mis propios proyectos, pensaba en la forma en la que utilizar mi tiempo se ha convertido en mi fijación más reciente.

No hay que obsesionarnos, digo, el mundo de todas maneras ocurre lleno de alietoriedades, y lo que hoy celebramos puede simplemente ser un motivo de fastidio, fatiga o pena; hay que agarrarle el gusto a hacer tanto como a no hacer nada; pues somos efímeros, y optar por encerrarnos en nuestros pensamientos, ideales y creencias lo único que genera es ermitaños.

Hay que salir, leer opiniones adversas, escuchar a detractores, observar diferencias con comprensión, generar empatía por quienes sustentan banderas diferentes a las nuestras; pues tanto de uno como de ellos dependemos como sociedad funcional.

Me gusta entrar al café y saber que los que atienden me hablan por mi nombre; armado de mis audífonos encontrar un lugar en el rincón y ponerme a analizar los panoramas de lo que sucede al rededor. En silencio, con los ojos parcialmente atentos a la pantalla o a cualquier cosa que esté entre mis manos en ese momento. Sin importunar, lo más sutil posible, pues tampoco se trata de andar incomodando.

No soy quien para juzgar a otros; mi plan de vida no está puesto en lo que los demás supongan de mí, considero que voy más allá de eso, al menos en lo que concierne a algún supuesto legado. Y si no hubiera tal, esto no deja de ser testimonio de vida, si al final estuve mal en cada decisión, que sirva de ejemplo de lo que no se debe de hacer. Irónico o no, así funciona la vida; no se ajusta a gustos, emociones o deseos.



 La cabeza daba vueltas, tenía que corregir eso, sabía que los números y las historias no cuadraban; me estaba pasando de nuevo. A ver, qué es eso que no se puede resolver, únicamente necesita ser reorganizado.

Buen día, es sábado por la madrugada y aquí estoy escribiendo un poco antes de darle a mi jornada. Para hoy, ya tengo lista la carta que quiero mandar, reacomodé mis actividades en el calendario para una mayor eficiencia; porque las tenía todas amontonadas y es fastidioso verlas así. Quienes utilicen calendarios digitales sabrán a lo que me refiero.

Si el plan es hacer las cosas bien, lo primero en la lista es cortar distractores y fugas, ¿qué venía pasando? Que algunas determinaciones las tomaba al vuelo, hoy hago esto mañana quizá tal cosa, y así llegaba al final de la semana con una serie de pendientes imposibles de completar. Sin embargo, todo es parte de regresar al camino de las rutinas. Al menos así funciona conmigo.

Para ser honestos, de las más de veinte cosas que me he propuesto a realizar durante las semanas, llevo una media de aproximadamente quince en la semana, no voy tan mal que digamos, pero en dos semanas no he podido cumplir con todo. Hay ciertos hábitos que ni siquiera coloqué en esa lista, porque los asumí como un avance obligado.

Un par de semanas bastan para empezar a agarrarle la onda a cómo va a funcionar todo; en un rato iré al super por víveres y reuniré fuerzas para terminar la semana dignamente. Como media, ha ido bien, pero nos pudo haber ido mucho mejor. Entre las cosas para celebrar se encuentra el hecho de que ya tengo promesa de apertura del flujo de datos para la siguiente semana, y con eso, se avanzaría en el proyecto nuevo y los dineros extra comenzarían a llegar pronto.



 Lo único que necesito es orden, encontrar cómo armar mi propio rompecabezas de ocupaciones de acuerdo a mis tiempos y necesidades; en algún momento del día de ayer me quise abandonar todo si no soy capaz de seguir mi plan, pero solo fue una rabieta momentánea al darme cuenta que los "don'ts" me estaban costando tanto trabajo sacarlos al día. Así es, en los pocos días que van del año me he conflictuado más por los límites (como no desvelarme o no comer chatarra) que por la productividad.

Pero una va de la mano de la otra, ser un alma en su elemento en constante crecimiento es el compromiso más grande que me he puesto en la vida; y eso aunado a la cantidad de cosas que quiero conseguir, se vuelve un reto casi imposible. Sin embargo, sé que puedo, de un lugar entre mis entrañas he de sacar el valor, la convicción y la capacidad de lograrlo.

Belleza o no, llevo un par de semanas cumpliendo con mi reto de colocar algo acá; tema que he de decir ha resultado más sencillo de lo que esperaba, porque me dije: "Serán tres, no uno, ni do, tres". Y miren, he sacado de dónde.

Tengo algunos planes para seguir mencionando temas financieros y económicos que pueden ser benéficos mutuamente; ya más adelante los compartiré. También están mis otros proyectos en el horno, para los cuales, el tiempo es crucial, pero más allá de eso, la técnica y los conocimientos.

Soy un hombre en constante adaptación a su entorno, si estoy en una jungla, tengo que ser capaz de soportar los mosquitos; si estoy en la montaña sin recursos en medio de la noche, hay los suficientes instintos y conocimientos de supervivencia en mi cabeza para salir con bien de esa; si estoy sufriendo desvelos constantes por exceso de dopamina (algo que venía ocurriéndome recién), voy a reglamentar todo y dejar lo que tenga que dejar, sin mirar atras.

Esa es la cosa conmigo, si algo tiene que ser resuelto, se resuelve. Me voy a tardar en lo que agarro la onda, probablemente, en lo que entiendo cómo funcionan las cosas, pero de que lo hago lo hago. Además generalmente me pongo metas más grandes tras un traspié; porque me gusta asumir responsabilidades que que nutran mi confianza y me sirvan para demostrar al individuo al espejo que aquello que antes era un lío, ahora es una broma que quedó en el pasado.

Entonces, en resumen, todo el potencial, cuando se organiza y enfoca, me impulsa a dar saltos interesantes; que me sirven para determinar qué otra cosa complicada en el horizonte habré de superar. ¿Y hay eventos canónicos o traumas tan grandes que me hayan marcado? Por supuesto, para temas así sirve atender a terapia, para reconocer nuestros fallos y trabajar en mejorar como ser humano, pues aquí estamos en un patio de juegos, donde todos caen, se golpean y resbalan.



 Es muy probable que en un día no sea capaz de realizar todos los propósitos que me he puesto de un tipo para un mes, pero estoy segurísimo de que en un mes bien enfocado, puedo conseguir todo lo que me he propuesto para un año. Y ése esa es la perspectiva a la que ha evolucionado mi plan.

Por ejemplo, si ustedes observan un poco, se darán cuenta que no he dejado de publicar en días recientes, ¿y qué creen? He adquirido un par de herramientas extra y cuento con cierta experiencia ya para agilizar muchísimo este proceso, tal vez el fin de semana me ponga a producir usándolas; ya saben, mientras sean asuntos de programación y automatización, ahí me tienen.

Ahora, un poco de educación financiera, porque a todos nos hace falta esa clase de contenido: 

Primero, ¿qué es un activo líquido? Un activo líquido es un ingreso constante. Por ejemplo: Tu nómina, las ganancias de tus ventas, lo que cobras por rentas, intereses de tus inversiones o aquello que generas a cambio de tus servicios de forma reiterativa.

Puedes darle el porcentaje de peso que tú quieras a este apartado; si te va moderadamente bien y puedes sobrevivir con una fracción de tus ingresos (para mi caso el 30% me basta), utiliza una regla del tipo 40/30/30 donde el 40% de tus ingresos lo mandas a inversión, el 30% de tus ingresos lo destinas a tu coste de vida y el 30% restante lo guardas para tus planes y sueños futuros (como vivienda, auto, viaje o cosas similares). Reitero, éste esquema funciona en el entendido de que tus ingresos te lo permiten; si no, puedes ajustarlo según tu necesidad. Recomiendo que como paso inicial calcules cuánto es tu costo de vida.

Una vez que conoces lo tu costo de vida, el primer paso para mejorar  es diversificar tus inversiones. Puedes considerar tres principales categorías: Inversiones de bajo riesgo, inversiones de riesgo moderado e inversiones de alto riesgo.

Las inversiones de bajo riesgo generalmente son aquellas que pagan menos o exigen que no dispongas de tu dinero por mayores lapsos de tiempo; una inversión de éste tipo en México, sería meterle una lanita quincenal al fondo de ahorro para el retiro o una adquisición de Bonos a 10 o 30 años.

Las inversiones de riesgo moderado son aquellas que tienen contratos obligatorios con tiempos mucho más cortos, generalmente los beneficios están dentro de lo comprensible. Llámense Cetes u otras herramientas de inversión desde esquemas mensuales, índices e instrumentos específicos que han demostrado su valía a lo largo de décadas (terrenos, casas, empresas).

Finalmente están las inversiones de alto riesgo, a las que personalmente no te recomendaría entrarle con dinero que no estés dispuesto a perder debido a su alta volatilidad (aunque cuando se gana, se obtienen los beneficios mayores). Aquí se encuentran las acciones en bolsa, shorts, criptomonedas, NFTs, divisas, entre otros.

El esquema que uso personalmente lo he inspirado en lo que enseñan los rabinos judíos a la hora de manejar las ganancias, que consiste en dividirlas en tres destinos principales: Tierras, ahorro y negocio.

Teniendo en cuenta que el 40% de tus ingresos lo vas a invertir; aquí un buen plan es dividirlo en cuatro herramientas de ahorro a riesgo moderado, particularmente Cetes, fondos indexados, tu propia empresa (o desarrollo profesional) y el último cuarto sería enviarlo directamente a la Afore.

Lo siguiente sería darle un buen uso a ese 30% que definimos inicialmente, el cual se enviaría a un fondo exclusivo para tu casa (puedes sustituirlo con los pagos que haces tu crédito inmobiliario, adquisición de terreno, o un sueño particularmente grande y costoso como viajar por Europa o comprarte un Lambo, qué sé yo). Lo que sigue es cuadrar tu estilo de vida al 30% de tu liquidez restante. ¿Te es factible? Espero que sí. 

Y si no, habrá que trabajar en generar más fuentes de ingresos para mejorar la situación financiera. Pero te digo, con poco puedes ir empezando, el 40/30/30 propuesto lo puedes convertir en un 5/30/65 donde el 65% de tus ingresos sean tu coste de vida y el 30% lo utilices para la renta y el 5% para empezar a desarrollar una cultura del ahorro.



 ¿Les ha pasado que súbitamente tienen una inspiración tal que dejan de lado los planes y propósitos y se centran únicamente en eso porque saben que son capaces de sacarlo adelante en tiempo y forma y con eso hecho lo demás caerá poco a poco, como fichas de dominó en consecuencia? Algo así me sucedión hoy, tomé todos mis planes, objetivos y propósitos y los coloqué en un saco mientras definía las herramientas que voy a utilizar en reaizar exclusivamente uno de esos proyectos.

Y es que, desde el principio, jamás prometí que cumpliría cabalmente cada uno de mis planes de forma calendarizada; lo he venido haciendo en virtud de mis posibilidades (principalmente cuando terceros no afectan a conseguirlo). Pero la reconfiguración de hoy, gracias en parte al análisis de datos y los cursos de inteligencia artificial que nos asignaron en el trabajo, me ha venido de perlas.

Uno de los retos que más me ocupan y preocupan sacar adelante es escribir; pero no escribir como lo hago aquí, o sea, ésto también es importante, pero quiero hacer algo más grande, un solo texto de mayor longitud con una historia en específico. Generalmente le doy vueltas a ese tema y me llegan los bloqueos intelectuales (si han escrito alguna vez, saben a lo que me refiero), y aunque colocar aquí palabras es bastante sencillo, continuar con una idea e hilarla durante un texto prolongado, lo vuelve más difícil.

Además, está el hecho de que quiero hacer algo que me guste a mí, y con lo quisquilloso que soy, puede que no tan fácil lo consiga. Pero bueno, de eso se trata; de meter mil, tres mil, luego cinco mil, diez mil palabras y en una de esas cien mil o doscientas mil, sin que me agote la vida en lograrlo.

Cada uno de los pequeños textos que coloco aquí y las fuentes alternas donde escribo (como cartas y cosas por el estilo), son en realidad un experimentos para medir mi capacidad redactora con un cronómetro encima. Ahora con el asunto del calendario, yo quería meterme a algo diferente, mi plan era leer mucho más y escribir cuanto me fuera posible. Eso en virtud de cumplir una tercera parte de los propósitos que me hube puesto; pero están todos los demás, que sin darme cuenta, por mi necesidad de escribir y leer, estaba dejando un poco de lado, con aparente menos interés del que me dije en un inicio.

Pero hay algo, los retos realmente son anuales, lo cual permite que en tiempos de inspiración me enfoque en otros, libere calendario, y con las fechas disponibles reajuste lo que sea que esté pendiente. Pues mi plan es, por ejemplo, en términos de lectura, finalizar cien libros. Lo que significa que debería de leer, aproximadamente, dos libros por semana para conseguirlo. En cuanto a escribir acá, ciento cincuenta publicaciones en el año, unas tres por semana de ser posible. Cartas, una a la semana, siendo cerca de cincuenta también. Un capítulo por semana de siete mil palabras en lo que estoy escribiendo, para terminar la novela en un año. En fin, esas son solo algunas de las cosas que tengo en mi "vision board", lista de propósitos o como sea que quieran llamarlo.

Al final, es importante ser flexibles con nosotros mismos y nuestras metas. No todo en la vida sigue un plan perfecto, y está bien. A veces, la inspiración nos lleva por caminos inesperados, y es precisamente allí donde encontramos nuestra verdadera pasión y propósito. Por eso, aunque sigo comprometido con mis metas y proyectos, estoy aprendiendo a darles tiempo para evolucionar y transformarse, tal como yo lo hago. Realmente no afecta cambiar de rumbo o ajustar los objetivos, lo importante es mantener la esencia de lo que nos motiva, sea escribir, leer, crear o explorar nuevos horizontes. Y en ese proceso, encontrar la satisfacción de saber que estamos viviendo plenamente, fieles a nosotros mismos y a nuestras aspiraciones. Lo que cuenta es el viaje y las historias que creamos y compartimos a lo largo del camino.




 Una cosa de la que jamás me ha gustado o interesado ser partícipe es rogar por atención; si alguien me ignora o cree que merezco desaparecer, estoy completamente de acuerdo con ello. Quizá eso sea algo que deba cambiar en mi personalidad, ya que esa falta de "deseo" por ser tomado en cuenta a veces provoca que me vuelva invisible a los ojos de instituciones, empresas, jefes, compañeros y otras personas.

Pensaba en ese detalle mientras analizaba el comportamiento de los visitantes en este blog. Ya que, aunque suelo colgar los links, cada vez de más lugares diferentes, en las publicaciones mismas o en los sitios que lo difundo no suelo pedir que visiten y comenten el contenido que hago; como he dicho, tal vez ese desapego crónico y la baja importancia que trato de dar a las opiniones ajenas en cuanto a lo que publico, me ha hecho en alguna forma alguien fácil de ser evitado.

Pero lo anterior aplica a otras áreas también. Entonces, ¿cómo voy a lograr que algo crezca si no estoy acostumbrado a rogar ayuda? Creo que se pueden conseguir avances de forma orgánica, pero definitivamente tengo que empezar a acostumbrarme a invitar a quienes me visitan a interactuar; tanto en beneficio del diálogo como por el hecho de ver este proyecto crecer.

Este pensamiento me llevó a reflexionar sobre la importancia de la retroalimentación y la participación activa. A veces, la indiferencia hacia la aprobación o el reconocimiento puede ser una barrera que nos impide ver el valor de las conexiones humanas. En el contexto digital, donde las interacciones son a menudo efímeras y superficiales, la calidad del alcance se vuelve crucial. Tal vez no se trata de rogar atención, sino de aprender a fomentar un espacio donde la gente se sienta motivada a compartir y dialogar. Es hora de encontrar un equilibrio entre mi independencia y la apertura a las interacciones que enriquecen tanto mi contenido como mi crecimiento personal. Este cambio de actitud podría no solo mejorar mi blog, sino también fortalecer mis relaciones en el ámbito profesional y personal, permitiéndome ser más visible y relevante en un mundo saturado de voces y opiniones.

Me parece curioso cómo las cosas que hace años me resultaban repulsivas (como gustos expecíficos o exposición de tal o cual manera) hoy me pueden servir para ser mejor en lo que hago. También, analizando lo anterior, estoy consciente de que he tardado demasiado en publicar de forma crónica como lo he venido haciendo recién; no me malentiendan, la intención siempre ha estado ahí, pero nunca tuve una motivación externa que me diera el empuje necesario para venir a colocar mis textos con tal frecuencia.

Además, hace tiempo leí que si te esperas hasta que creas que sabes cómo hacer lo que estás publicando (hablando de las redes), es porque ya tardaste demasiado en entrarle. Pero no pasa nada. O sea, reitero, me gusta estar acá y tener la oportunidad de venir a colocar ideas y pensamientos que se me ocurren; y si logro conseguirles un poco más de audiencia a mis versos, será grandioso, si no, como en un punto de mi historia lo expresé: Cuando llegue a ser un anciano, puedo venir aquí a leer las cosas que he escrito en el pasado.

Adaptarse y evolucionar es fundamental en cualquier ámbito de la vida. Las resistencias de ayer pueden convertirse en las fortalezas de hoy. Aceptar el cambio y las nuevas formas de interactuar y expresarse no significa perder la esencia, sino enriquecerla. Es como un artista que aprende nuevas técnicas para expresar mejor su arte. El hecho de que ahora esté dispuesto a experimentar y adaptarme es un signo de progreso. Cada publicación, cada interacción, se convierte en una oportunidad para aprender y mejorar. Y si bien el reconocimiento externo no es mi motor principal, saber que mi trabajo tiene el potencial de resonar en otros y dejar una huella, aunque sea pequeña, es un pensamiento reconfortante y motivador.



Atención

Por
 Una cosa de la que jamás me ha gustado o interesado ser partícipe es rogar por atención; si alguien me ignora o cree que merezco desaparece...

 Tener poco o casi nada, y con eso lograrlo, es uno de los objetivos en los que he venido trabajando. Estamos más que acostumbrados a las comodidades de la vida moderna, nuestros sueños se enfocan en consumir, en asistir a miles de experiencias, en compartir por el simple hecho de ser enaltecidos, porque la falsa generosidad está a la orden del día.

Pero ¿y si dejando de destruir, hacemos más por otros?, ¿si eliminando las diferencias y siendo empáticos otorgamos mayor visibilidad y removemos los conflictos que nos separan? Me ha costado bastante aceptar las brechas que me definen; a mi versión de hace algunos años, le fastidiaría desde el estilo de música que se populariza, hasta la forma cultural que les da razón de ser a las generaciones más jóvenes. Ignorancia, falta de propósito, insignificancia. ¿Por qué no hacían nada para salir de ahí?

Como digo, tardé en darme cuenta, la mayoría de esas cosas son simples burbujas que nos contienen, tanto a quienes piensan parecido a mí, como a quienes difieren completamente en cuanto a mentalidad, y eso no nos hace malos o desagradables, nos hace parte de un mosaico de probabilidades.

En el afán de querer hacer que otros "vean" lo que tú ves, lo único que consigues es evidenciar tu ignorancia y falta de criterio; querer influir a las personas a que sean de tal o cual manera, es una especie de fascismo con menos pasos, medítalo y piénsalo: ¿Por qué te esfuerzas tanto en demostrar que tu opinión es la "correcta"?, y si así lo es, ¿por qué no te deja en paz que la gente esté equivocada?

No vivimos en medio de una caza de brujas, gracias al Cielo; y que declares tus convicciones a quienes no crean lo mismo, no debería tener consecuencias más allá de ser ignorado y juzgado de "loquito". Entonces, no se trata de mimetizarte con quienes no sean igual a ti, sino de demotrar con acciones, un estilo de vida distinto y sin afectar a los demás aquello que te hace particular; predicando con el ejemplo. ¿O a poco crees que quien te vea va a anhelar ser como tú si sigues siendo un juzgón y un llorón?

Somos cada uno especial en cierta medida, hay quienes trabajan incansablemente, otros que son expertos en lo que hacen, unos más que tienen un poder de convencimiento y manipulación increíbles, los hay que simplemente están ahí existiendo sin ser útiles o inútiles, hay unos cuantos que se cuelan en la estadística y finalmente poquísimos que están por favoritismos.

¿Nos vamos a enojar por cómo de mal funcionan las cosas? ¿Y qué, de qué sirve enojarnos? Hace poco leí que somos considerados la generación Gallina (o chillones) porque lo único que solemos hacer es quejarnos sin proponer, sin actuar; todos los demás están mal menos nosotros mismos porque en nuestra estúpida percepción de realidad lo que profesamos es total y verdadero; el nivel de ego que nos cargamos es una barbaridad, precisamente en nuestra carente percepción de la realidad, nos cuesta demasiado darnos cuenta de nuestras falencias, que son montones.