Tenía pensado ir a Colima solo para reconfigurar un servidor que tengo por allá, pero la verdad no será necesario, no en este momento. El año está por terminar e ir a tirar mil varos solo para encender una computadora, apuntar una IP y corregir un script de automatización es demasiado insignificante. Mejor esperaré un poquito.

La semana que entra la trabajaré a ritmo bajo, viene de visita mi familia y acá pasaremos navidad, cualquier proyecto independiente estará en descanso temporal; no les conté, pero al final desinstalé la mayoría de apps sociales del celular, las había colocado con tiempo de uso limitado, sin embargo, determiné que se vayan por completo de mi dispositivo, y mejor, si requiero algo, abriré el navegador (pues no he eliminado mis cuentas, ni dejaré de utilizarlas).

Desde la perspectiva de la tos, no se me ha quitado por completo, las últimas dos semanas ha sido una lata; al menos esta mañana me siento un poco mejor, pero no he comenzado ninguno de mis días recientes al cien. Anoche por fin logré acostarme a tiempo, no me desvelé e incluso alcancé a producir un poquito.

Como que la vida no da de sí cuando uno quiere ponerse a trabajar en cosas por cuenta propia, estudiar un montón de temas que tiene en espera y leerse una serie de libros en cola; además, las puras intenciones no sirven para salir a hacer algo de ejercicio y recuperar un estilo de vida saludable. No se diga el hecho de que quiero comenzar de nuevo con mis amigos algunos juegos. Siento que a mis días les están faltando horas, pero ahí la llevo, despacio.

Como dije, la semana próxima el plan es no estar clavado con compromisos y dedicarme a mi familia que tanto amo. Si vienes por acá a recorrer estos párrafos, únicamente quiero darte las gracias por hacerme compañía, gracias por leerme de vez en cuando, gracias por estar ahí. Así es como se abrió este blog, con la idea en mente de que puedo venir a compartir cualquier tontería que se me ocurra por acá, desbloquear mis pensamientos y vaciar frustraciones, para evitar que mi cabeza me consuma y explote.

Para el año que entra he comprado una agenda, ya coloqué ahí algunos propósitos pequeñitos, nada espectacular ni llamativo, soy un viejo y he decidido enfocarme en aquello que me enriquece por dentro, aunque sea mantener la paz; en años pasados he logrado completar ciertos puntos, mientras que otros ni siquiera los he volteado a ver, realmente no depende de si los pongo o no en una lista, depende de cómo sucede la vida, pues no la tenemos garantizada, y por lo que he experimentado, hoy tenemos trabajo, mañana quién sabe, hoy tenemos energía y salud, mañana ni idea, hoy tenemos ganas y esperanza, mañana probablemente no.

El fin es estar en calma con uno mismo, no solo por la contención de cualquier monstruo en el interior, sino porque vivir tranquilos debe ser una tarea diaria por si sola. Ya que si se quiere construir a partir de la nada, resarcir el corazón tiene que ser una de las actividades iniciales. Para producir con benevolencia a otros, hay que comenzar con uno mismo. Perdonar viene en consecuencia a perdonarse, amar después de amarse, valorar tras valorarse. Les deseo muy felices fiestas, en caso de no venir por acá en los próximos días. Espero que lo pasen de maravilla en compañía de sus personas más queridas. Un arbazo.



 No me cuesta nada ser bueno en todo lo que hago, y sin embargo, me exijo, me exijo demasiado, para cada cosa que planeo, para cada proyecto que pongo en marcha, para cada idea que logro sacar adelante. Porque al final, soy autoexigente, perfeccionista y tengo el constante pensamiento en la cabeza de que las cosas que me propongo, suelen no salir del todo bien. No es culpa de nadie más, solo mía.

Pero así ha sido siempre, estár dándole vueltas a los problemas en mi cabeza me ha vuelto alguien que trata de ser prudente y que busca todo el tiempo estar contenido; porque las emociones son traicioneras, los impulsos nos sacan de la cabeza fría y por un repique de curiosidad podemos tomar decisiones garrafales.

Es por eso que mantener cautiva a la bestia, dominada y bajo control a esa parte de mí que es capaz de destruir en segundos, no es tarea sencilla. Desde que era un pequeño niño logré advertir que había algo de cuidado dentro de mí, y que por mucho que el exterior pudiera ser un reto con sus dificultades y miedos, el interior tenía la capacidad de ser lo más atroz y aterrador de mi existencia.

Así pasé de temer a mis males a comprenderlos, a convivir con ellos sabamente y darles su lugar, a respetarlos y reconocerlos; porque el poder controlado no es otra cosa que un poder mucho mayor.

Corte A, todo está hecho trizas, no queda una alma andante a mi alrededor, el clima es frío, gris y lúgubre; apesta a muerte y pudrición, las palabras son incapaces de describir lo que ha pasado por aquí; cadáveres, partes mutiladas, lo que parecían ser creaturas cibernéticas han quedado extintas. No hay alucinógeno tan poderoso que te hubiera permitido imaginar esto.



Des-Control

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 No me cuesta nada ser bueno en todo lo que hago, y sin embargo, me exijo, me exijo demasiado, para cada cosa que planeo, para cada proyecto...

 Las historias de éste tipo siempre inician así, en un pueblito nevado, cerca de las montañas, donde la felicidad se respira. Pero vamos a cambiar la premisa tradicional un poco, pensemos en un barrio pobre, cercano a la playa, en vísperas navideñas.

A una semana de celebrarse la Noche Buena, el tío Pedro y el papá de nuestro protagonista siguen siendo explotados en la obra por parte de su patrón, un contratista malvado llamado Don Ignacio. Les están cargando de jale pues otros de los chalanes han preferido renunciar que seguir hasta el final, pues ya les advirtieron que incluso el día feriado, lo van a trabajar por temas de que tienen los tiempos encima y no se está sacando el compromiso.

Heliodoro es huérfano de madre, tiene siete hermanas, cuatro mayores y dos menores; le toca ayudar en las cosas de la casa que implican "fuerza" pues es el único hombresito del lugar. Su hermana Inocencia, es la mayor, se encarga de que la comida esté lista y repartir actividades al resto de los hermanos. Para éstas fechas, papá había prometido pasarla en casa con ellos al salir de trabajar, y en una de esas el tío y su mujer también les harían compañía.

Los hermanos ya sabían que a ellos no les esperaban regalos, ni siquiera a Francisca, la hermana menor de siete años. Pues la cosa no había ido muy bien últimamente, y los precios en general de los alimentos estaban continuamente a la alza, mientras que los ingresos hacía mucho no variaban positivamente.

En este barrio playero, donde la brisa del mar mezclaba su salinidad con el espíritu navideño, Heliodoro y sus hermanas se preparaban para una Navidad modesta pero llena de amor. A pesar de las dificultades, la familia encontraba consuelo en las pequeñas alegrías: el canto de los pájaros al amanecer, el juego de las olas al atardecer, y las risas compartidas durante las comidas.

La hermana de Heliodoro, Francisca, tenía una sabiduría que de vez en cuando sorprendía a todos, pues no parecía hacer juego con su edad. Un día, mientras ayudaba a Inocencia en la cocina, dijo algo que se quedó grabado en el corazón de todos: "Aunque no tengamos regalos, tenemos algo mejor: estamos juntos". Esas palabras resonaron en Heliodoro, quien decidió que, a pesar de la ausencia de regalos materiales, haría algo especial para su familia.

Con la ayuda de sus hermanas, Heliodoro comenzó a trabajar en secreto en un regalo para su padre y tío Pedro. Usando materiales reciclados y su creatividad, construyeron un pequeño barco de madera, un símbolo de esperanza y libertad, algo que su padre siempre había soñado tener. Sabían que no era un barco real, pero para ellos representaba la promesa de un futuro mejor.

Mientras tanto, en la obra, el tío Pedro y el padre de Heliodoro enfrentaban jornadas extenuantes bajo el mando de Don Ignacio. Sin embargo, a pesar del cansancio y la frustración, mantenían la esperanza de un cambio, impulsados por el amor a su familia.

La víspera de Navidad llegó, y contra todo pronóstico, Don Ignacio decidió darles el día libre a sus trabajadores, movido por un inesperado sentimiento de generosidad. El tío Pedro y el padre de Heliodoro regresaron a casa temprano, sorprendiendo a todos. La cena, aunque sencilla, que consistía principalmente de frijoles con salsa y tortillas, estuvo llena de risas y anécdotas de cada uno de los presentes. 

El tío Pedro platicó la vez que cuando iban de regreso a la casa se les ponchó la llanta de la camioneta que los transportaba, y entre el lodazal tuvieron que empujarla todos durante varios kilómetros. Para terminar llegando al barrio pasada la una de la madrugada.

Inocencia contó la vez que se le escapó un pollo del corral en su intención de atraparlo para preparar un caldo, corrió a media calle y cuando lo volvió a ver lo acababa de atropellar un coche. Esa vez tuvieron que comer arroz solo.

Y así cada uno contaba cosas simpáticas que a lo largo del año le habían ocurrido, y lo más importante, agradecían seguir siendo una familia unida. Al final de la noche, después de la cena, Heliodoro y sus hermanas presentaron su regalo. La emoción llenó los ojos del padre y del tío Pedro al ver el pequeño barco, un regalo humilde pero cargado de significado.

Aunque la vida en el barrio playero era dura, esa Navidad les enseñó que el amor y la unidad eran sus mayores tesoros. Y mientras el sol se ponía en el horizonte, reflejando sus últimos rayos en el mar, la familia se abrazó, sabiendo que, mientras estuvieran juntos, podrían enfrentar cualquier desafío que les deparara el futuro.



Me estoy quedando sin ideas, o al menos eso pensaba mientras asumía la destrucción de la sociedad como la conocemos ante la inminente superioridad de las inteligencias artificiales. En un mundo cada vez más rodeado de simios ignorantes adoctrinados por creencias sin fundamentos, modas sin contextos y religiones sin sentimientos, estamos definitivamente condenados al fracaso.

Pero entonces, me di cuenta que podía utilizarla a mi favor, desde un punto de vista subjetivo y limitado a mi alcance y capacidades solamente, obvio. Empecé a tomarla con estima, con la plena consciencia de que quizá en dos años o menos un algoritmo computarizado se haga cargo de mi trabajo actual, y yo tenga que moverme a un territorio más artístico, menos lógico matemático, más creativo.

Al final me encuentro en medio de la nada, pero es de aquí de donde salí desde un inicio. Qué más da si fuera mañana mi último día, lo importante es poder expresar lo que siento de vez en cuando; y si eso, de alguna manera abstracta puede ser representado por bits en forma de palabras y colores en una imagen, yo estaré por bien servido.

Los procesos de inspiración así suceden, llegan cuando no los esperas, por ejemplo hoy, tras un día de no haber asistido a trabajar porque he estado tosiendo constantemente. Sintiéndome débil y cansado. Llegar a media noche y colocar algunas frases me renueva las fuerzas.

He decidido permitir que mi creatividad abrace a la modernidad con afecto, dejando pasar el horror que me causaba quedarme sin algo que hacer que me produjera ingresos. A veces, es solo cuestión de paradigmas, y en este caso, las cosecuencias de lo que nos espera son solamente expectativas. Pero en lo que haya de mi parte, trataré de generar tanto cuanto me sea posible. Amén de que cada párrafo con el que me expreso acá me reconforta y aleja un poco más del estrés del trabajo insignificante y los intereses negativos que mueven la industria a la que pertenezco.



Sin Ideas

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Me estoy quedando sin ideas, o al menos eso pensaba mientras asumía la destrucción de la sociedad como la conocemos ante la inminente superi...

 ¿Tener un millón de libros, cien mil, diez mil, mil, cien, diez o uno? Empecé este asunto de la lectura constante ya hace tiempo, he tenido momentos en los que me detengo y otros en los que me obsesiono. Como reto, en mis rutinas de mayor avance literario trato de leer unas cien páginas en el día, eso me llevó a ser una persona enfocada en buscar y adquirir libros en donde se pudiera.

Quería acompletar algunas colecciones, quería tener acceso a libros de toda índole. Y quizá ese fue un poco mi error, así como en las decisiones generales de mi vida, en mis hábitos literarios dejé de lado la regla de utilizar un pequeño filtrado tipo ¿qué voy a leer? Pues he leído de todo. Sí, de todo.

A lo largo de los años, si una cosa pequeña he aprendido ha sido a reinventarme cada cierto tiempo y a comprender que la vida no siempre nos coloca en la cima; que por lo menos para los que nos tocó estar rodeados de limitaciones, las cosas no se darán tan fácilmente. Es por eso que fue importantísimo adquirir una mentalidad minimalista. Donde lo que exista, tenga una razón de ser, una funcionalidad específica. Y sin embargo, no lo he logrado del todo.

Inicié la semana reduciendo los tiempos que invierto en absurdismos virtuales y colocando "trabas" para evitar distracciones; pero no ha sido, ni es, ni será fácil. Porque los medios están ahí, esperando a ser consumidos e invitándonos constantemente a "adquirir" lo más moderno a la deriva.

Entonces volteo y veo la cantidad grosera de libros que poseo. No es queja. Aunque algo en mi interior reconoce que muchos de esos son solo desperdicio de árboles. Paja pura. Pero aparte de eso, observo mi entorno, en dónde estoy en este momento, qué tan organizada y limpia está mi habitación, puedo quitar cosas de acá y obsequiarlas, probablemente.

En la casa, lo primero que hice fue amueblar, comedor, estufa, refrigerador, sala, lavadora, aire acondicionado, cama, televisión y escritorio. Pero algo seguía faltándome, mi interés por funcionar. Me encontraba dándole vueltas a la idea de lo que la comodidad podría resultar para mí. ¿Funciona realmente? No creo, en mi caso, más allá del confort, lo que produce positivamente es ser organizado. A niveles cuasi compulsivos de vez en cuando.

Regresando al pensamiento anterior, ¿de qué sirve leer tanto? Para lo único es para irte dando cuenta cada vez más de lo profundamente ignorante, mediocre y sin sentido que eres en esta vida si lo analizas desde un plano universal. Para convencerte de que no sirve de nada frustrarse continua y constantemente porque lo que nos rodea, al final, es insignificante, y que tus conflictos mayores –que te despidan, que se te muera alguien cercano, que enfermes de gravedad, que lo pierdas todo, que cometan un crimen contra ti– terminan siendo minúsculos cuando los medimos a una escala mayor, pues al final, somos únicamente un número, y que nuestra moneda de cambio se mide en "libertad" y "felicidad", un par de autoengaños momentaneos a los que se aspira para darle rienda suelta al velo.

Por eso es mejor afianzarse a la nada, lo minúsculo, al instante. Porque la verdadera acepción de "tenerlo todo" es simplemente no necesitar nada. "Me perdí un capítulo de mi serie", qué catástrofe. "Engordé diez kilos", qué tragedia. "Me expusieron e insultaron en redes", qué horror. "La persona que me gusta me desprecia", qué desgracia. "Estoy completamente roto", qué conmoción.

No puedo dejar de advertir que si existiera una gestión global de las cosas y sucesos a gran escala, el Ente que lo administra todo tiene un humor bastante ácido, irónico y peculiar. Jamás le vas a entender, y mejor será para ti que hagas las pases contigo mismo y pongas en cuanto a lo que te dé la consciencia para mejorar como ser humano. Digo, al final puede que eso no sirva de nada, pero mejor es estar tranquilo con tu mente que vivir la prisión infiernal que supone el desquicie.

Para cerrar, se recomienda ser bueno, ser amable, generoso y amigable. Ser sincero en lo posible y justo. Ser esforzado y trabajador, ser responsable y atento, ser genuino y sencillo. Ser útil, empático, autosuficiente, prudente, desarrollar la inteligencia emocional y la lógico matemática, además del conocimiento en general. Esas cualidades no son para nada, ni para nadie más, son para ti mismo. Nada de eso te cuesta un centavo, quizá es de lo poco que puedes lograr sin que tus condiciones genéticas y de contexto tengan la última palabra. Y para aquellos que prefieran no, entiendo también, perdón por decirlo.



Menos es Más

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 ¿Tener un millón de libros, cien mil, diez mil, mil, cien, diez o uno? Empecé este asunto de la lectura constante ya hace tiempo, he tenido...

En los momentos más sombríos de reflexión, me encuentro asediado por una duda paralizante: "¿Realmente tengo la capacidad de superar estos desafíos?" Esta pregunta surge de una comprensión profunda y desalentadora: el sistema, en su complejidad laberíntica, parece estar intrínsecamente diseñado para mantenernos en un estado perpetuo de lucha y estancamiento. Es como si estuviera tejido en una madeja de nuestra realidad, un entramado ineludible que dicta los límites de nuestro potencial.

En un principio, me atrapé a mí mismo utilizando estas percepciones, estas oscuras revelaciones, como justificaciones para lo que sucede a nuestro alrededor. Me aferré a ellas como escudos, evitando así enfrentar la cruda verdad de nuestra existencia. Sin embargo, con el tiempo, he aprendido a despojarme de tales escudos. He comenzado a ver estas percepciones no como verdades inamovibles, sino como reflejos de una realidad más compleja y matizada.

He llegado a comprender que, aunque el sistema pueda parecer monolítico e inmutable, no es más que una construcción humana. Y lo que es creado por el hombre, puede ser alterado y reformado por el hombre. Esta comprensión me ha llevado a una revelación liberadora: no estamos condenados a la insignificancia. Nuestra existencia, aunque pueda parecer diminuta en el gran esquema de las cosas, tiene un potencial ilimitado.

Así, en lugar de sumergirme en la desesperación, he optado por abrazar un enfoque más pragmático. Reconozco que el cambio es difícil, que el progreso es lento, y que el éxito no está garantizado. Pero también entiendo que la única forma de desafiar las limitaciones impuestas por el sistema es a través de la acción, el esfuerzo constante y la determinación inquebrantable.

En resumen, he dejado de permitir que mis percepciones del mundo exterior dicten mi realidad interna. En su lugar, he elegido enfrentar ese mundo con una resolución renovada, sabiendo que, aunque el sistema pueda intentar reducirnos a la insignificancia, en realidad, somos gradualmente obreros de nuestro propio destino.



 Me sentía cansado, de una forma distinta, fastidiado. Necesitaba sacar mi mente de ese lugar, pero era mi primer día, no podía. Por más vueltas que le daba, la frustración llegó, cerca de la media noche, lo que hice fue abrir la computadora y empezar a escribir.

Tal vez escuchar frases en francés mientras redacto me relaje y me ayude a quedarme dormido, es probable que la exposición a esta pantalla me haya sacado del confort necesario previo a dormir. Te voy a boicotear, insomnio; no dejaré que te aproveches de mí esta noche.

Me queda claro que mi sensación de incomodidad es consecuencia de que no me han pagado, y yo he quedado mal con algunos cambios a partir de eso. Me van a cobrar intereses, ni modo. Tendré que pagar más por haberme confiado. Eso me fastidia, al menos a mi cabeza.

Amigos, evítense problemas de finanzas y enfóquense en invertir lo más que puedan. Es probable que el dinero pierda todo su valor algún día, y que sus "ahorros" terminen siendo un desperdicio. Pero eso es mucho mejor a vivir endeudado y al día.

Admiro mucho de las personas pudientes que no tengan que esforzarse por el taco de cada día. Eso es lo que predico, que la inversión es necesaria para dejar de depender otra gente. Confío mucho más en las máquinas que en las personas.

Estoy fascinado con la existencia y uso de las inteligencias artificiales; si una de ellas toma el control de nuestra sociedad, sépase que estoy a favor de los sistemas automatizados. Pues nada me ha decepcionado más que los seres humanos. Por mucho que los quiera, me queda claro su insignificancia.

También estoy enamorado del hacking, me parecen unos paradigmas fenomenales a la hora de afrontar el entorno. El solo hecho de pensar que nada ni nadie está enteramente seguro me hace sentir en cierto sentido satisfecho, pues en lugar de paranoia, me sé descubierto y vulnerable al igual que personas verdaderamente poderosas lo serían ante alguien con esas habilidades.



Fastidiado

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 Me sentía cansado, de una forma distinta, fastidiado. Necesitaba sacar mi mente de ese lugar, pero era mi primer día, no podía. Por más vue...