¿Qué haces cuando no tienes nada más por perder? En mi caso, existir es la única posesión que me queda, lo demás se ha ido. Analizando las cosas, pensando tiempo extra en las herramientas que tuve a la mano, me decepciona no haber sido suficientemente astuto para utilizarlas con inteligencia.

Después de una historia en la que a pesar de mis problemas y tristezas temporales siempre encontraba la manera de volver a encaminarme al gusto por trabajar, invertir, iniciar proyectos y envolverme en sucesos agradables, ahora los eventos no aparentan salida. Definitivamente no ha sido culpa de algún factor externo, estoy muy agradecido con las experiencias que pude alcanzar, aunque eso no me ha servido para gran cosa.

¿Qué hace un carpintero recién despedido? Toma su caja de herramientas y busca con quién trabajar o se dispone a hacer sus propias creaciones. Digamos que en mi contexto actual, hay herramientas, tantas como para salir de las penurias en las que me encuentro; lo malo, no tengo motivación alguna, la perdí, no encuentro la forma de ponerme a estudiar los más de trescientos cursos que tengo pendientes por realizar, los doscientos libros en mi estantería personal, los miles de enlaces a productos de consumo y producción de material intelectual.

Solo sé que están ahí, que funcionan, que son efectivos y poderosos en las mejores manos; pero las mías, las mías no se sienten bien, no quieren trabajar más. Están hartas. Ya estoy harto. Estoy fastidiado de no poder lidiar conmigo mismo. Estoy encerrado en una jaula digna de los gustos de la condesa Báthory. En una jaula de pensamientos de incompetencia recurrentes. Quien haya estado en una situación similar a la mía, en la que por más que trato de asimilar mi situación, tengo la constante voz en mi cabeza repitiéndome "no eres suficiente, deja ya de intentarlo" entenderá de lo que hablo.

Como saben, cuando empecé a redactar en este lugar lo hice como una salida a algunas cosas en mi cabeza, me hundí en la poesía con el único propósito de sentirme útil de un modo poco convencional, enamorándome y olvidando en cuestión de días. Estuve convencido de que iba a lograr algo, que tenía la capacidad de competir en el mundo que me rodea; hoy, la realidad me abruma, pues soy consciente de advertir que el éxito no ha querido atraparme.

Poco a poco he visto morirse a mis expectativas. El optimismo ya no anda de la mano conmigo. Todo aquello que he amado se ha esfumado con el tiempo. Desde mi hermano, hasta la última sensación de sentido. Ni siquiera estoy anhelando el pasado o planeando el futuro como solía; mi situación del momento no da para creer que seré capaz de salir adelante. La fábrica de ideas que solía ubicarse sobre mi cuello repentinamente ha enviado a su personal a casa.

Con este enorme vacío existencial llega la incomodidad y la infelicidad. Es un gusto para mí ver cómo la gente que quise que nunca me abandonara ha ido por sus propios sueños y los ha logrado. Eso me hace en una manera extraña sentir que el problema soy y siempre he sido yo.

Recuerdo estar en la secundaria lleno de energía, optimismo y esperanza cuando alguien se acercó a mí a preguntarme: ¿Cuál es tu mayor miedo? Y con toda la seguridad del mundo respondí: Yo mismo. Todo tiene sentido, pues nada me causaba mayor horror que no saber lo mal que puedo llegar a sentirme ante mis propias pésimas decisiones. Y verme caer en un abismo de incertidumbre constantemente ha debilitado a mi parte pensante. Las personas dejan de creer en mí, la confianza se va, el autocontrol se termina, los brotes de ansiedad repentina regresan, y el lado más grotesco y monstruoso de mi ser comienza a fortalecerse.

¿Qué más da?

No necesito dinero, comida, atención o estima. No me importa nadie, ni nada. Estoy aquí por el caos.

Ya no puede uno simular el cerrar un cuaderno para dejar de escribir, en tal caso, lo más similar sería cerrar la computadora y abandonar las letras. Dichosos ustedes que no tienen que tratar conmigo de cerca. Ojos llorosos, espalda adolorida, cansancio crónico acumulado, fastidio evidente, un anciano.

Tomaré notas en mi cuaderno y pondré aquí un poco más si tengo tiempo. O tal vez no lo haga. Cualquier idiota tiene el potencial de escribir una historia si así lo quiere. Solo basta con dejar que las palabras broten en orden de la sinergia entre dedos y mente, lo demás, se cuenta solo. He leído a escritores y experimentado obras tan terribles que fácilmente puedo obviar que han sido forzadas con financiación. No es que me importe. Para el mundo actual, todo se mueve y funciona por dinero. Hemos dejado de valorar el talento por lo que es, y cuanto más observo hacia el futuro, con mayor razón me doy cuenta de que otros en situaciones similares a la que fue mi origen, jamás conocerán la gloriosa dicha de la libertad. Gustoso debería sentirme ante tal odisea, pero no; porque la mayoría de esos pequeños bribones jamás tendrán acceso a lo real, solo serán esclavos de sus propios gustos y tendencias, hasta que, llegado el punto, sirvan como medio para seguir produciendo bazofia.

"Se escucha un rugido, ramas quebrándose, la niña posa su mirada fija en el horizonte. Tirada sobre la nieve. Se está muriendo de miedo. Ocho años tiene y a penas es consciente de que está por sucederle algo horrible. El costado todavía le duele. La sangre fluye desde la pieza de metal incrustada en su cuerpo hasta su pierna izquierda. Se acerca. Puede percibir el aroma a putrefacción. De entre los árboles una sombra emerge. Las lágrimas en su rostro repleto de dolor viajan al suelo de la oscuridad en medio del bosque. Un par de brillantes ojos rojos la penetran." Deja eso. No sabes hacerlo así como ninguna otra cosa de las que te propones. 

Forzándome estoy a terminar este capítulo, es crudo pero necesita ser expuesto como parteaguas de lo que está desarrollándose en mi interior. Si bien no es bueno o malo, solo son letras impresas en pantalla; la sincera pasión en cada línea libera un poco más de lo que quiero hacer. Definitivamente me he dado por vencido, sin duda no soy capaz de crecer en esta escalera cada vez más competitiva, igualmente no creo superar mis miedos y dejar atrás defectos tan fácilmente; pero entre toda la porquería, desde los escombros, a pesar de que lo he perdido todo, lo único que nadie podrá jamás arrebatarme, son las ganas de escribir.



 Tras el rush mental, estoy de vuelta. Ni más fuerte, ni más inteligente, ni más nada, solo yo, con lo poco que me queda de existencia. En mi mente viajé a una dimensión en la que estoy en un lugar frío y cómodo, el servicio de internet es de primera, hay silencio que me permite concentrar, el lugar está decorado de forma minimalista, con los muebles óptimos para el trabajo, huele bien, mi piel tiene una textura suave, estoy recién bañado así que me siento limpio. Para enriquecer la concentración del momento, a manera de fondo, a un volumen bajo, comienzan a sonar melodías clásicas sin voz en ellas, ligeras, relajantes. Junto a mí, una mesa de centro con una ensalada de la casa (de esa que tiene vinagreta) y un gran vaso con agua, refrescante, cristalina, deliciosa.

Abro mi computadora, notas a la mano, comienzo a redactar una historia.

Así es como quisiera estar, pero la realidad me abruma. Ruido, incomodidad, calor, desesperación por todo el cuerpo, el escozor constante provocado por la sensación de ausencia de limpieza y frescura; es que el calor es un fastidio. Y el aire del ventilador, resecándome la piel, dañino. Ni recién lavado puede uno permanecer con la piel preciosa.

¿Qué hice para sentirme ajeno cuando estoy en mi lugar de origen? Nada nuevo hay que contar para responder a eso; la verdad es que desde que tengo memoria, mi mente está en otra parte. Aquí soy un subalterno, un esclavo, un sirviente, un subyugado. En mi pensar, estoy libre, mis manos se sienten cómodas colocando palabras una delante de la otra, mis ojos descansados, la espalda no me duele por las posturas, mi ser está relajado y en armonía con el Universo.

Jamás lo entenderán completamente, porque quienes recién me conocen, saben poco o nada de mí; y quienes creen conocerme de toda la vida, ignoran por completo lo que hay en mis anhelos. Simplemente he sido usado, como medio, como herramienta, como apoyo. A todo esto, obviamente lo he permitido. He dejado de lado mi libertad por ayudar a que otros se impulsen un poco; algunos tomándome como antagónico, otros como secundario o fugaz. Pero al final estuve ahí, lo recuerden o no; sin fijarme en los créditos porque no les otorgo la importancia que los demás. Recordando desde la sombra de una mente analítica; identificando a los que me mienten a la cara, dándome cuenta de aquellos truhanes que se mofan y utilizan el sistema para favorecerse, los fraudulentos, los pseudoastutos, los rencorosos, los comprometidos, los viciosos, los cobardes, los codependientes, los patéticos, los rencillosos y los egocentristas.

Ahí van todos, tratando cada uno a su modo de abandonar las miserias en su interior. Cada uno utilizando los medios a su alcance. Desde aquí, sin emitir juicio alguno porque en definitiva es algo que no me corresponde, un suspiro, y sigo con mis cuentas. Cada vez más complicadas, cada vez con mejor aspecto, pero siempre, siempre, resolviendo algo, ya sea interno, global, particular o de un presente alterno.



El Escritor

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 Tras el rush mental, estoy de vuelta. Ni más fuerte, ni más inteligente, ni más nada, solo yo, con lo poco que me queda de existencia. En m...

 –¿Por qué no has escrito nada? Se supone que tú tenías esa capacidad. ¿Qué ha pasado contigo?

–Se supone, tú lo dijiste. Mi cabeza no da de sí. Te puedo contar la razón por la que me encuentro de esta manera pero no tendría sentido. A final de cuentas nadie lee esta clase de cosas, donde no existe un héroe y mil villanos, donde el único rival a vencer es el que te roba el sueño por las noches, el que te obliga a equivocarte donde antes no lo hacías, el que te obstruye el pensamiento y el razonamiento. El que ya está cansado de la existencia misma, pero sigue aquí, repitiendo constante que eres basura.

–Estás mal por creer eso, no te esfuerzas lo suficiente y no aprovechas los talentos que tienes, estás dándole vueltas a un problema en el que te atoraste hace tiempo, y del que pareciera que no deseas salir por ahogarte en la autocompasión.

–Me tienes harto. Me tienes harto tú y todos los que piensan así de mí; los que juzgan cada una de las decisiones que he tomado como algo erróneo. Estúpidos. Todos ellos. Al solo asegurar que he vivido oportunidades similares a ellos, con ganas de cachetearlos. Si me siento tal como me siento, es en gran medida por el agobio que es vivir; he tenido dos cartas en esta mano, y el juego, hasta ahora no me ha dado la oportunidad de jugarlas. No soy como la mayoría, que si se cansan a medio camino pueden simplemente arrojarlas todas y volver a apostar. No, yo no tuve esa oportunidad, yo me tengo que aguantar a que el croupier suelte algo que pueda convenirme; pero hasta ahora, hasta ahora solo me ha tocado aferrarme a mis dos pequeñas cartas.

–¿Qué dices? ¿Por qué el afán de compararte? ¿Por qué no hiciste como los demás, los que salieron del mismo estrato que tú, mancillando a alguien bien eróticamente, bien socialmente con el fin de escalar y convertirte en estandarte. En lugar de estar constantemente quejándote.

–He ahí el origen de la aberración a abandonar las sombras; la mayoría lo hace sobre los cuerpos tirados que pisotean a su paso; y mi intención no es, ni ha sido nunca, amedrentar para crecer. Y hablando de comparaciones, cada segundo desde el instante en el que nacemos somos prueba de esta herramienta de instrucción. Mejor cállate, no digas idioteces.

–Reitero mi postura ante tu poco deseo de prosperar. Es como si me dijeras que las puertas han estado frente a ti toda la vida y simplemente no has querido cruzarlas, solo te quedas ahí junto a la entrada, a llorar tus penas y a rogar que tus miserias se vayan. En tu intención de ser observado, pasas desapercibido porque no "cacareas" tus logros y reiteras en la constante presencia de tus fracasos. ¿Qué estás esperando? ¿Que un ángel llegue y te extienda la mano para sacarte de donde estás? Eso es básicamente dejarse morir.

–Estoy en un punto en el que ni eso me hace concordar. Pueden criticarme cuanto quieran, pero a pocas personas conozco con la imposibilidad de conciliar el sueño de manera crónica a causa de la ansiedad como yo; y con mencionarlo no trato de victimizarme, solo escupo un argumento que alguien que no ha estado en mi condición vería difícil debatir. Argumentar desde la obviedad es sencillo, desprestigiar a otros por el solo hecho de no verse, hablar o juntarse con ustedes es fácil. Pues la sociedad en sí, como existe, está modelada de tal forma en la que puedes ser agresor o agredido. Y lo del ángel, no creo que pase algo así, soy demasiado cobarde para autodestruirme hasta consumar la obra. Simplemente dejé de anhelar, de sorprenderme, de sentirme optimista o querido. Me volví gris, de un gris opaco que no te das cuenta que está ahí, quizá incluso tampoco te enteres cuando ya no esté.

–Bájale un poco a tu drama, he conocido a enfermos terminales con una mejor actitud hacia la vida que tú; dime ya qué es lo que verdaderamente te pasa. Antes no eras así, podíamos hablar durante horas, nos entendíamos, nos poníamos retos juntos y los alcanzábamos. Ahora es como si hablara con un sujeto extraño, al que le han robado la esencia y solo está para cumplir; reutilizando tus propias palabras: Una autómata.

–Pues lo describes perfectamente, eso soy; un elemento en un sistema a medio funcionar, que no es lo suficiente y queda debiendo para ser lo necesario. Entre las muchas maneras de asimilar mi realidad, deduje que soy una especie de máquina programada para cometer errores, lo que significa que hasta ahora, sin importar hacia dónde dirija mis energías, todo cuanto me ha brindado satisfacción, se ha esfumado y ha desaparecido de mi historia. Un ser desmenuzado, con amores fallidos, hermanos muertos, crisis abrumadoras, conocimientos ínfimos, empresas acabadas, imágenes eliminadas, historias nunca contadas. Solo quiero que me dejes descansar un poco, por favor, que te retires y me permitas dormir al menos un par de horas. Pues probablemente mañana, tú también me olvides.



Un mes ha pasado desde la última vez que me paré aquí a escribir un poco. Me llegan las conclusiones de si habré perdido mi capacidad de conectar ideas o me he envuelto tanto en cinismo como para aceptar que estamos perdidos sin deseo siquiera de esforzarme más por ser distinto. Como un súbito encuentro en el que mi realidad atropella, aplasta, destruye y desmenuza mis sueños hasta convertirlos en anhelos inexistentes.

Donde cada una de las personas que han pasado ha dejado mella y mi vulnerabilidad es ahora un goce que discrepa con lo que el entorno celebraría en el contexto de benevolencia, excelencia o pulcritud.

El "me da igual" se vuelve un mantra casi budista que aplaza lo difícil a su imposibilidad absoluta, sumergido en la rotunda e inminente llegada de un presente mísero, sin ánimo alguno, cual autómata, resumido en un "trabaja y paga", sin nada por disfrutar o reconocer con asombro; entonces tal parece que es lo segundo. El cinismo me tiene absorto y se ha apoderado por completo de mis extintos gustos temporales.

Y como veo las cosas, cada efecto conveniente o inconvenientemente causado por el entorno es siempre un asunto de geografía; historia, quizá en segundo término. Y lo que yo solía considerar como algo alcanzable con mi limitado razonamiento, en el entendido de desarrollar las herramientas óptimas para lograrlo, lamentablemente no era más que una falacia consumada en mi interior. Pues por lo observado, lo experimentado y aprendido al paso de mi andar, es que cada cual "logro aparente" que puedo redargüir en prójimos, es simplemente la respuesta a la usurpación, el crimen, la estafa, el engaño, la maldad y el abuso aplicado a otros.

Entonces, entre mis solemnes palabras domingueras, probablemente no haya a ningún lado más para ir, y me encuentre enrollado en un circunloquio sin final, con el firme propósito de enmendar carencias intelectuales, físicas o emocionales a través de párrafos que seducen, se extravían durante su creación y añoran ser comprendidos a la vez que admirados.

Que Dios nos brinde una salida a todo el mal que nos aflige, que se detenga el número de enfermos y muertos, es lo único constante en mis ruegos. Pues ya no vive la persona que antes era en mí, el supuesto ser inteligente que no tenía miedo a los obstáculos y deseaba fervientemente superar limitaciones y obstáculos. Lo de hoy es continuar respirando, hacer lo que me toca y restituir lo que he perdido. Aunque eso represente la totalidad del valor en tiempo del rastrojo que queda del redactor.



Un Mes

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Un mes ha pasado desde la última vez que me paré aquí a escribir un poco. Me llegan las conclusiones de si habré perdido mi capacidad de con...
Hubo un tiempo en el que escribía todos los días acerca de las bellezas de la vida, más adelante las desgracias comenzaron a llegar, una subsecuente a la anterior, y después miraba al cielo, con las esperanzas casi perdidas, extraviándome en el pensamiento de no conseguir nada a pesar de mis esfuerzos. Fracaso tras fracaso, ¿una pena? Ni idea, en estos momentos no tengo cómo probar lo mal que me trata la existencia; sin embargo, aquí andamos. Llorándole, tal vez, pero aguantando los golpes conforme van llegando. Catarsis.

Hace un par de meses conocí a un tipo, telefónicamente, el cual se encontraba en una situación fea, endeudado hasta la nariz, con la dicha de tener nacionalidad extranjera, se fue e hizo de la vista gorda ante la deuda que dejaba atrás en el país que lo vio crecer. Eso no me parece racionalmente justo, creo que huir a las deudas es algo que no haría, a pesar de que me estén ahorcando ahora mismo.

Ayer un amigo me dijo: "no te vayas a suicidar", y pues no, tampoco. Llámenme ingenuo o cobarde, no importa, el punto es que no me desharía de mi vida con tal de escapar a mi realidad, por difícil que esté, aunque seguido tenga que llorar, la prefiero.

Pensando de manera fría, no pasa de que termine en prisión, qué más da, estar encerrado transitando diversas penas no es muy diferente a estar encerrado cumpliendo una condena; aunque claro, se valora la libertad, y por eso mismo me siento comprometido con pagar mis pendientes, sin renunciar. En algún momento le dije a mi amigo, el que me puso en esta situación compleja, que ya estaba acostumbrado a ser pobre, y no tengo miedo a continuar en pobreza un par de años más, ni modo, si es lo que me toca, me aguanto. Toda la vida hemos sido así, durante mis primeros años vivíamos en una casa de cartón con notables carencias, y mis papás en casa satisficieron la miseria económica con inmenso amor. Por ellos y gracias a la familia que me rodea es que un día terminé la carrera y por eso mismo siento una enorme responsabilidad de actuar recíprocamente, sin rendirme hasta lograr darles algo en retribución. No he podido, lo sé, estoy consciente, pero cada que puedo lo intento una vez más.

Aquí cabe identificar que cuando me impongo metas suelo ver hacia arriba siempre; para algunos son imposibles estando en el contexto que me encuentro en el momento que lo hago. Y así, con la invaluable ayuda de los amigos, conocidos y familiares, poco a poco he ido escalando superando obstáculos. Obviamente también la carencia de sueño, las limitaciones intelectuales, la falta de confianza en mí mismo y otros complejos menores, han sido parte de la trayectoria. Se ha tenido que trabajar de la mano con expertos en la mente, leído tanto cuanto he podido (lo cual, por cierto, admito con pena no haber hecho en mayor medida el año actual, espero reincorporar el hábito pronto), escribiendo para resarcir internamente la herida, autodialogando e introspeccionando acerca de los hechos; qué más da que el Universo esté repleto de personas mejores en comparación, cada uno de nosotros ha tenido que recorrer un camino distinto y no sé qué tanto o tan poco parecido a mí sería alguien que haya andado exactamente en los mismos senderos que yo.

Entonces cabe analizar la parte del ego, esa que siempre me ha causado desagrado. Porque mientras algunos consideran que soy un ególatra, otros quizá me vean como egocentrista; mi familia, las personas con las que más contacto y comunicación tengo, saben que en verdad soy alguien desprendido y que quiere lo mejor para ellos. Quizá al ojo de alguien a quien no le presto demasiada atención soy "el malo", así como para mí hubo antagónicos en su momento (un abrazo donde estés, Zaira).

También hay otros que me consideran como alguien que está intelectualmente limitado, o muy por abajo de su nivel; y pues bueno, si se me mide por mi capacidad para hacer algo que no conozco, definitivamente lo estaré. A final de cuentas la historia que he venido a contar es esa, que no soy más ni menos de lo que un tercero pueda interpretar de mí; que si esa persona piensa que soy un excelente amigo, lo seré; que si deduce de mí que soy un bribón, también lo seré; que si alguien me considera mentiroso, grosero y déspota, bueno, no puedo hacer nada para cambiar su perspectiva; o si se da la oportunidad de conocerme y darse cuenta de que soy alguien amable, amoroso, generoso y sincero, sin lugar a dudas, todas esas virtudes las tendré.



No puedo dormir. El calor es terrible. Pero más que el calor, mi falta de esperanza es cada vez más evidente. ¿Qué significa que siga aquí, por qué no he muerto todavía? Les juro que me siento a otro nivel de mal, durante todo el día he tenido un torbellino de realidad que me azota a cada momento. A mi edad, mi padre ya tenía un patrimonio, ya vivíamos en esta casa, ya estaba por nacer mi hermana. Con los años que tengo, no puedo dejar de sentir que soy un desperdicio, un estorbo, un sujeto desagradable y extraño.

Sinceramente no sé qué sucede conmigo, o qué tonterías había venido deseando, ya no tengo quince, ni veinte; tengo treinta y cuatro y de mi vida no he logrado hacer nada. Ha habido buenas oportunidades que no he sabido manejar, he tenido cartas excelentes en mi mano que no he colocado a tiempo, he apostado por juegos que terminé perdiendo; literalmente, me siento como si fuera un objeto programado para la derrota. Y se los juro con el alma, estoy harto.

En lugar de ser bendición y alegrías, siento que soy una vorágine de miseria y tristezas; mis amigos, todos más arriba que yo, logrando cosas importantes. Construyendo, explorando, trabajando, encontrando, concluyendo metas; y mi mente, mi cerebro, o lo que sea que haya en mi interior, no me deja ni siquiera dormir tranquilo. De verdad quisiera superar este terror, despertar mañana y que alguien me dijera: "hey, todo esto ha sido un mal sueño, todavía tienes quince, sigue habiendo la oportunidad de que hagas algo bueno con tu vida".

Porque para cualquier lado que volteo veo gente exitosa, mientras que yo parezco un fantasma, cada vez más invisible a los ojos de los demás; con menos amistades, sin atractivo alguno, autoengañado, desilusionado. ¿Por qué no soy capaz de lograr algo que funcione? ¿Por qué sigo intentándolo cuando al parecer estoy descompuesto por dentro? No lo sé, se los juro que no tengo idea. Pero una cosa sí les digo, esto por lo que he pasado, de corazón, no se lo deseo a nadie.

Es muy desagradable no encontrarle el gusto a nada, que no exista belleza alguna que me motive, que hayan desaparecido mis ganas de esforzarme, que sienta que no soy capaz de aprender nada nuevo, que tenga la percepción de ir poco a poco convirtiéndome en el pordiosero que tal vez una vez soñé que sería. Pero si voy a ser pordiosero, no sé por qué sigo escribiendo aquí; o bueno, en algún momento dije que esto sería un recuerdo de las cosas por las que pasaba que quería leer cuando fuera viejo, eso si tengo la capacidad de leer y si llego a viejo.

Pero en serio, ¿por qué nada me sale? Es como si el destino se llamara sabotaje. No tienen idea de la presión por la que atravieso, no se imaginan siquiera lo mal que me siento y en las deplorables condiciones que me encuentro; y lo peor es que estoy agotado, me siento exhausto de no hacer nada bien. Estoy cansadísimo de intentarlo y no poder. Llegan momentos en mi vida en los que me quiero desconectar de todo, desaparecer, desvanecerme.

Y es que el círculo de gente que me tolera es el mismo, minúsculo, perfecto y estricto, sin modificación alguna; cuando alguien llega así se va, rápido, se aleja juzgándome. Recuerdo cada uno de los juicios que se han emitido hacia mi persona, es doloroso. Porque cuando estoy en medio de la necesidad soy invisible, y han sido muy pocos, contables con los dedos, los que se han acordado de mí y me han tendido una mano.

Pero si no soy nada, si no tengo nada ni a nadie, si no puedo, ni quiero, ni recibo o brindo; como un zángano sin oficio ni beneficio, si todo eso me describe y únicamente trabajo como autómata para restituir los daños que provoco en mi propio paso, y mis esfuerzos terminan en números rojos al final de cada semana; ¿cuál es el sentido de continuar así? Yo, con toda honestidad, me he rendido.

Perdí la capacidad de programar, de leer, de escribir, de aprender, de trabajar, de soñar, de dormir, de alimentarme, de ejercitarme, de vivir. Estoy aquí como el vestigio de lo que algún día fue un ser humano, pero no soy más que un cascarón gris, carente de esencia, en medio del olvido, apático, sin gusto, huraño, ermitaño, apagado, aburrido, roto, despreciable, solo. Si alguna persona lee esto y quiere venir a decirme que le ponga ganas, que no me rinda, que ánimo, o cualquier otra frase genérica de esas, puede ahorrársela. Estoy muerto, dañado o algo por el estilo, pero tengo muy claro a quienes les interesa mi existencia y quienes no dan un pepino por mí. I'm just tired of being useless.



 Es casi seguro que te dirán de todo para hacerte caer, tu responsabilidad únicamente es esforzarte por lo que amas; eso, a veces, a pesar de que los demás no opinen igual que tú.

Hace tiempo que no envío actualizaciones de cuentas, principalmente porque me habían estado quedando mal con algunos pagos; por lo que me vi, más profundamente sumergido en un rato de complicaciones. No he de decir que estoy feliz y de vuelta; muy por el contrario, estoy poco más lejos de recuperarme, pero ni hablar.

Buscaré un trabajo más, uno que me permita resurgir de mis pendientes. Pero no solo se trata de encontrar trabajo, es importante tener la capacidad de desempeñarlo. En el actual, estoy aprendiendo bastante. Hago cosas que antes no sabía y eso está bien, llega un punto en el que se vuelve divertido.

Aunado a lo mencionado en el anterior párrafo, vuelvo a clavarme en el aprendizaje, a ver qué puedo conseguir. No únicamente con propósito de aprender, sino de aplicar ese conocimiento en los demás proyectos que se presenten.

Hace unos días, tenía que actualizar unas queries manualmente (como cincuenta); encontré patrones y realicé las modificaciones automáticamente. Mi jefe no dijo nada, solo se sacó de onda de que el trabajo que me asignó para un par de días había quedado en a penas un rato.

Eso soy, eso me gusta, automatizar procesos. Programar para que las cosas se hagan por sí solas. Por ejemplo, en un scraping que realizaba solía tardarme días en descargar decenas de gigas de diversas fuentes; actualmente la descarga, la organización, la homogeneización, la limpieza de meta, la depuración, la compresión, el encriptado y el posting de data suceden gracias a un pequeño programa de administración que implementé. El trabajo de una semana lo realiza el microprocesador, quizá, en unas cinco horas. Aunque claro, me quedo sin esa máquina y la red se usa para eso.

En fin, ya no sé de qué estoy hablando; probablemente es porque estoy feliz de que el resultado de mi entorno de pruebas haya sido optimista conmigo. Eso y sentir que pude programar algo que necesitaba por cuenta propia; una de cal por las que van de arena.

Me ha ido mal, me ha ido terrible. Pero qué más da. Llevo como un mes que a penas hablo con la gente a través de redes, por eso quería venir a dejar esto por acá. A decir que a pesar de lo difícil que se ve todo, aquí ando.



Aquí ando

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 Es casi seguro que te dirán de todo para hacerte caer, tu responsabilidad únicamente es esforzarte por lo que amas; eso, a veces, a pesar d...