10 minutos son suficientes para decirle "hola" a alguien. He estado bastante atareado tratando de resolver broncas en mi mente, no voy a mentir, todavía enfrento aspecto bastante complejos de los que, si bien conozco qué debería de hacer para mejorar, no me dedico a invertir más allá de unos minutos para conseguirlo.
Es un vaivén entre desesperación, frustraciones, miedos y penas, que me tiene sobreviviendo con trabajos y sin mucho beneficio. ¿Es el fin lo que vale? ¿Los medios no importan cuando se trata de reducirnos? Realmente no lo sé, intento averiguarlo, y en el inter, sufro como cualquier otro de un montón de dificultades.
Abandono mi posición de luchador por convertirme en un derrotista temporal, sea horror a lo que venga, o pesar ante lo que ha sucedido, una carga es una carga y cuesta mucho seguir adelante con ella a cuestas, llámese como se llame.
Inclusive escribir, se vuelve una salida poco útil cuando uno está en medio de encrucijadas, cuando nos metemos cada vez más a un laberinto sin salida, y digo, en el peor de los casos lo que uno debería de hacer es regresar al inicio, a sabiendas plenas que no producirá ningún cambio (y eso, queridos amigos, es por lo que la frustración está a la puerta todo el tiempo).
¿Qué hacen cuando se sienten solos, presionados, inmerecidos, inútiles? Yo, bueno, yo lo único que puedo hacer es darle la oportunidad al reloj de caminar a su modo, permitiéndole que me enseñe todo cuanto quiera, en el proceso tal vez agarre algo de valor, de inteligencia o al menos experiencia en esto que es vivir.
Una vez me hundí en libros, y no podía apartarme de hacerlo, entre el universo de historias al que me adentré, descubrí que aquellos pesares que a mí me han afligido, a alguien más le ocurrieron antes, comprendí que no era tan "único" como me lo imaginaba; a partir de ese momento decidí iniciarme en un mundo de actividades distintas que pusieran a mi mente y cuerpo expectantes y receptivos a información enriquecedora de mis distintos medios de aprendizaje.
La consciencia y el espíritu requirieron de mi atención primero, me propuse a dedicar un instante de mi día, de preferencia a primera hora de la mañana, para agradecer por todo lo que me ha sucedido, rogar por las personas que amo y pedir perdón y perdonar ofensas, pues quizá esperar a la tarde sea sinónimo a tolerar el paso de demasiado tiempo.
Leer fue únicamente la puerta a miles de aventuras que nutrieron mi imaginación, me brindó posibilidades de redacción más efectiva y ofreció distintas maneras de asimilar el entorno. Me dije que quería cultivar mi cerebro, tenía en manos una idea más, estudiar, lo que fuera que me dejara frutos estaba ahí por algo, había que aprovecharlo; en mis planes coloqué tomar una clase distinta al día, de lo que fuera, el asunto era advertir un poco más de conocimiento, pues tarde que temprano podría ser aplicable.
Ahora mis ojos estaban deseosos de recibir datos nuevos, motivadores y fabulosos; empezar a ver películas, aprender a ser crítico con las historias mostradas en pantalla, disfrutar de los nudos desplegados, otra maravilla. En una lista coloqué un montón de filmes de los llamados "imprescindibles" por los expertos, además de otras que por el mero título llamaron mi atención; ha sido una determinación excelente.
Posteriormente opté por comenzar a asistir a nuevos lugares para disfrutar alimentos varios, las experiencias en mi lengua y nariz me lo agradecieron, me convertí en amante de los sabores que mi madre me regalaba en cada una de las comidas preparadas en casa, aunadas a aquellas delicias culinarias de pluralidad de cocineros; aunque también tomé desatinadas decisiones alimenticias ocasionalmente, no me aflijo, todo era parte del desarrollo, pues hubo platillos no tan agradables en el proceso.
Mis oídos querían ser parte de este experimento también, se estaban poniendo celosos; abrí diversos reproductores y me di a la tarea de escuchar música nueva, apreciar el ruido en la ciudad, memorizar timbres de voz de la gente que me rodeaba; de entre todos esos placeres auditivos (algunos no tanto), han salido joyas esplendorosas que no entiendo cómo había ignorado por mi falta de apertura ante nuevos horizontes.
Antes he pronunciado la cinestesia como mi mayor canal de reconocimiento de mensajes, por lo que, consentir que el resto de mis sentidos sobrepasen al tacto recibiendo más estimulación ha sido una estrategia interesante. Tocar, bueno, en cualquier rato llegará quién me permita desenvolver placenteramente y sin limitaciones ese conducto, mientras tanto, la totalidad de superficies palpables que estimulen y me brinden pleno acceso sensorial a su textura serán aceptables y elogiables.
El éxito es relativo, no depende de qué tan grande o maravilloso como persona seas, o al compararte con alguien más, es interior, poderoso y está nutrido por aquello que tú tienes como objetivos. Por ejemplo (y uno de mis casos de "fracaso" favoritos), Dave Mustaine, después de haber sido removido de la banda de rock Metallica, ha dedicado su vida entera a ser mejor que ellos, fundó la banda Megadeth, con una aceptación enorme, un culto a su estilo y millones de fanáticos al rededor del mundo.
A los ojos de cualquiera, Dave es exitoso, sin embargo, en más de una entrevista se le ha escuchado confesar que él siente que es un fracasado, porque ni todo el dinero, ni toda la gloria, ni toda la fama, ni todo el triunfo comercial que supone su banda, nada de lo que haya hecho, los ha colocado por encima de su anterior agrupación ni una sola vez.
Entonces, dependiendo qué tengas como objetivo en la vida es como te considerarás exitoso o fracasado; particularmente he vivido una estadía aquí en constante sensación de derrota, probablemente haya alcanzado uno o dos de mis planes, sin embargo, en el fondo de mi corazón, me siento fastidiado por no conseguir algunos sueños como formar una familia amorosa y viajar por el mundo.
He tenido que aprender a perdonarme por desperdiciar oportunidades de estudios en el extranjero, por haber dejado la oportunidad de caerle bien a mi anterior jefe e irme con mis ex-compañeros a Canadá, por bajar de peso y volver a subir como consecuencia de mis cargas negativas emocionales, por devastarme cuando Angie, Bertha o Daniela me removieron de sus vidas, por no valorar como buenos algunos empleos, por dejar de estudiar en la prepa y terminar la carrera más tarde, por no aprender a programar de niño, por empezar a leer hasta los veintiuno, por convencer a mi profesor de cálculo a pasarnos a todos (pues solo yo quería ser ingeniero), por endeudarme en varias ocasiones con créditos, por no haber sentido empatía cuando mendigos me pedían ayuda, por no haber escrito ningún libro todavía, por juzgarme como limitado en cuanto a mis capacidades intelectuales (tonto), por cada revés que he experimentado en los negocios que he iniciado, por no cumplir con las fechas de mis intenciones, por decepcionar a mis padres, por no viajar, por no dar propinas justas, por no haber incursionado en la política, por no apoyar a mi prójimo, por no mantener un devocional diario, por no hacer ejercicio, por no comer sanamente, por permitir a la ansiedad que se apoderara de mí, por comerme las uñas, por lastimarme con palabras negativas, por herir a otros con supuesta honestidad, por brillar por mi ausencia cuando se me ha necesitado, por hundirme en depresión, por ahogarme en lágrimas, por huir cobardemente de los problemas...
En fin, he tenido que verme al espejo un montón de veces repleto de frustración ante cada derrota y cada descalabro en la vida, esperando que mi historia dé de sí para conseguir reconciliarme conmigo mismo y seguir caminando, un paso más, un día a la vez; y de ser posible, tratando de ser una mejor versión de mí. Recordando que aquello que yo tengo como propósito, es probable que para otros sea basura; y reconociendo que en cuanto a gustos y fines, cada uno tiene los propios.
Me quedan las ganas de escribir poesía, pero es que no la entienden, en estos tiempos no se esfuerzan por sentir empatía.
Me sobran las metas en la vida, pero el solo hecho de recordar su ausencia, hace que mi cuerpo sufra, que mi alma llore, que las noches pasen por mí con indiferencia.
Me falta la motivación para despertar mañana, para sentirme vivo nuevamente, para leer un poco y terminar pendientes.
Me gustaría encontrarme con una versión antigua de mí y decirle que tarde o temprano, la enfermedad se aleja, la toxicidad desaparece, el amor propio con la debida dedicación florece.
Me hace mella llegar a la media noche en completa ausencia, sin hablar con nadie, sin sentir cariño, viendo morir lentamente en mi interior al niño.
Me duele la cabeza, el ardor en los ojos es constante; la ansiedad mi libertad está absorbiendo, el miedo es un bribón, estoy envejeciendo.
Me gusta escribir, encontrar en la profundidad de ideas un montón de nudos y desenmarañarlos con la utilización de las palabras correctas; a cambio de que, en un pequeño cuento o historia, se exhiba un pedacito de lo que hay en mi corazón.
La gente en su búsqueda incesante de verdad, desaprovecha la voz del que le ama con honestidad; porque prefieren reencontrarse con el agresor, el déspota, el calumniador, el mentiroso y engañador, quien de labios dice ser conquistador y sentir empatía, repartiendo a todos los puntos cardinales dosis desmedidas de pretensión, cargados de veneno y repulsión; pues mientras haya vanidad, habrá egoísmo e infelicidad.
Años tarda uno en darse cuenta de quiénes son los embusteros y cuáles sus motivaciones, una vez que lo consigues, las muestras superficiales y las palabras cubiertas de dulzura en los aduladores no son más que medicamentos sin sustancia; palabrería que no deja nada.
Indicativos de lo anterior son el excesivo uso de halagos, caminos de pseudo-optimismo, "evangelizadores" modernos, almanaques y calendarios descriptivos, abuso de circunloquios, bromas explícitamente "inventadas" a pie juntillas.
No se trata de que me conozcas como revelador de alguna verdad; ya que yo mismo he sido víctima un montón de veces del engaño masivo que los supuestos "buenos" predican por doquier. Seamos libres y mantengamos un pensamiento crítico, sin creernos a ojos cerrados todo lo que nos cuentan, es a lo único que te invito.
Pasas tanto tiempo de tu vida pensando en las cosas que te parecen hermosas, maravillosas, magníficas en tu pasado, e ignorando aquellas que están ahí para ti, para verte y hacerte feliz, en las que deberías de regocijarte en plenitud; por cuanto hoy extrañas el ayer, mañana pensarás en lo que te faltó hacer ahora, viviendo en un universo alimentado por la nostalgia de lo que hubiera podido ser en lugar de aceptar y disfrutar lo que ya es. Pues, en el lado más precioso de tu alma, la sanidad de tu mente está ligada a entornos conocidos, experimentar nuevos escenarios tiende a sorprender y asustar; pero abre los ojos, ahí sigues, y haz perdurado, lo que solo puede significar una cosa: a pesar de todo lo que extrañes que haya quedado en tu camino, sigues creciendo, resurges a cada momento con una nueva versión de ti. Dejando una estela de aprendizaje a tu paso, con episodios entrañables que te han colocado en el lugar que estás. Por lo que, en lugar de reprocharte las cosas que no has conseguido, los lugares que no has visitado y los labios que no has besado, alégrate de todo aquello que ha hecho más agradable tu estadía; que dondequiera que te encuentres en este momento, sea gracias a la consecución de excelentes puertas que se han abierto para ti y has sabido aprovechar. Un abrazo.
Y el murmullo del océano durante la noche hacía que su presencia fuera inolvidable; tomado de su mano supe que no quería volver a fallar, pues hacía que mi corazón latiera impetuoso solo su presencia.
El paso del tiempo nos hizo comprender que la sensación aquella era solo un pasaje. La volví a ver; con la misma mirada intensa desnudó mi alma, al momento me supe sin fuerza, hundido en una inexplicable calma.
—Hola, hace mucho que no sé de ti. —Dijo, mientras ocultaba una sonrisa tímida entre el mechón de pelo colocado sobre sus labios.
Hubo silencio. Ojalá mis fuerzas dieran para pronunciar palabra, pero estaba helado, pasmado, frío. El dolor constante de espalda me recordaba todo el camino que hube de andar para conseguir perdonarle, aceptar su ausencia, para finalmente liberarme años atrás, y sin embargo, su simplicidad en ese instante redargüía las fibras más sensibles de este corazón afligido. Con un hilo de voz me alcanzó únicamente para pronunciar un par de palabras:
—Te extrañé.