Pasas tanto tiempo de tu vida pensando en las cosas que te parecen hermosas, maravillosas, magníficas en tu pasado, e ignorando aquellas que están ahí para ti, para verte y hacerte feliz, en las que deberías de regocijarte en plenitud; por cuanto hoy extrañas el ayer, mañana pensarás en lo que te faltó hacer ahora, viviendo en un universo alimentado por la nostalgia de lo que hubiera podido ser en lugar de aceptar y disfrutar lo que ya es. Pues, en el lado más precioso de tu alma, la sanidad de tu mente está ligada a entornos conocidos, experimentar nuevos escenarios tiende a sorprender y asustar; pero abre los ojos, ahí sigues, y haz perdurado, lo que solo puede significar una cosa: a pesar de todo lo que extrañes que haya quedado en tu camino, sigues creciendo, resurges a cada momento con una nueva versión de ti. Dejando una estela de aprendizaje a tu paso, con episodios entrañables que te han colocado en el lugar que estás. Por lo que, en lugar de reprocharte las cosas que no has conseguido, los lugares que no has visitado y los labios que no has besado, alégrate de todo aquello que ha hecho más agradable tu estadía; que dondequiera que te encuentres en este momento, sea gracias a la consecución de excelentes puertas que se han abierto para ti y has sabido aprovechar. Un abrazo.
Y el murmullo del océano durante la noche hacía que su presencia fuera inolvidable; tomado de su mano supe que no quería volver a fallar, pues hacía que mi corazón latiera impetuoso solo su presencia.
El paso del tiempo nos hizo comprender que la sensación aquella era solo un pasaje. La volví a ver; con la misma mirada intensa desnudó mi alma, al momento me supe sin fuerza, hundido en una inexplicable calma.
—Hola, hace mucho que no sé de ti. —Dijo, mientras ocultaba una sonrisa tímida entre el mechón de pelo colocado sobre sus labios.
Hubo silencio. Ojalá mis fuerzas dieran para pronunciar palabra, pero estaba helado, pasmado, frío. El dolor constante de espalda me recordaba todo el camino que hube de andar para conseguir perdonarle, aceptar su ausencia, para finalmente liberarme años atrás, y sin embargo, su simplicidad en ese instante redargüía las fibras más sensibles de este corazón afligido. Con un hilo de voz me alcanzó únicamente para pronunciar un par de palabras:
—Te extrañé.
Hace días que no me ponía a escribir acá, tuve que iniciar el año realizando cierto número de actividades que he venido depurando para mejorar mi calidad de vida; por el momento no hay nada de eso que pueda revelar, pero toda esa información la tengo a propósito anotada en un lugar importante.
Me he puesto una meta de cambio para que suceda durante los próximos tres meses; se logre o no, mi vida está dividida en proyectos. Algunos han sido fracasos catastróficos, otros éxitos inminentes, de todos, como buen emprendedor, he obtenido aprendizaje. Qué hacer y qué evitar, es parte de la experiencia que me llega después de que cualquier plan fracase.
Aprendí a valorar a las personas que se quedan, a pesar de las distancias, a pesar de las habladurías, a pesar de las diferencias; los mejores amigos son los que te dicen la verdad de frente, que no titubean para enfrentarte cuando estás mal, para evitar verte en peores condiciones.
Agradezco como siempre, a toda esa gente que directa o indirectamente ha sido partícipe de mi formación; mis determinaciones nunca van a estar por encima del estima que les guardo, porque como desde el principio he confesado, ellos serán parte del equipo encargado de la construcción de lo que sea que llegue a ser el último día de mi vida, y ya sea que termine siendo una torre, un muro, una casita, un puente, una alberca o una mansión, cientos de arquitectos e ingenieros habrán supervisado la obra.
Es cierto que los materiales son importantes, para eso, la familia representa la materia prima utilizada; la educación, son los aditamentos y terminados que le otorgan calidad a la edificación; de mí dependerá al final si todo lo invertido en mí servirá para elevar la plusvalía de lo que me rodea, pero sujeto toda la vida, a los planos e infraestructura que me permitieron conseguirlo.
He aprendido a volver a iniciar un proyecto por no haberlo planeado correctamente desde el principio, eso podríamos considerarlo como tiempo desperdiciado, y honestamente me desagrada que exista siquiera. Sin embargo, entre los beneficios de algo así, queda la experiencia de no volver a cometer el error de comenzar algo sin esquemas previamente diseñados.
En mi trabajo actual, a veces me las tengo que dar de mago y atinar información que todavía no me brindan, lamentablemente la lenta respuesta por parte de algunos de los compañeros vuelve el proceso algo pausado en sobremanera. Me gustaría poder acceder a todos los requerimientos desde un inicio y así no tener la necesidad de esperar a que las bases de datos reciban los detalles para poder generar las interfaces en la plataforma para manipularlas.
En ocasiones me he visto obligado a rehacer por completo desde cosas insignificantes como ligas y nombres de archivos, hasta estructuras de datos y objetos. En definitiva, tengo que agradecer el hecho de que eso se ha vuelto un detalle que por la fuerza, me ha movido a ser más ordenado tanto con mi código, como con la documentación del mismo y su implementación y modelado, para que a futuro, consciente de que es probable la necesidad de volver a meterle mano, las cosas me sean más sencillas.
Llevo un rato queriendo dormir, pero no he podido hacerlo, en mi mente me sentí mal por cómo estaban generadas algunas consultas y tuve que abrir la computadora de nuevo para comenzar otra vez; de modo que ahora sí sean elegibles los valores que se llenen desde la base de origen.
Cuando llegamos al mundo laboral, existen dos tipos de entornos, el primero es muy estructurado y modular; tanto, que termina volviéndose un trabajo fastidioso a la hora de cazar firmas para las notas de versión, producir cambios tan encapsulados que varios lanzamientos tienen que pasar para que se establezca lo que uno buscaba codificar desde el plan, además de ser terriblemente repetitivo; pese a lo anterior, sencillo de realizar (mi anterior empleo era así). El otro entorno con todo, se vuelve un salto de fe al vacío pues hay que deducir escenarios intangibles y sobre eso desarrollar, no obstante, puesto que no existe una infraestructura como tal, a veces es frustrante y tardado encontrar el mejor camino lógico para la resolución de problemas.
No me confundan, sin lugar a dudas yo soy amante del segundo ejemplo, ya que es un motivador constante a mis capacidades cognitivas, creativas, deductivas y subjetivas; aunque ello signifique para mí que a veces tenga que postergar un poco mis ganas de dormir en afán de conseguir llegar a un punto de control antes.
Las cartas nunca serán suficientes para describir el dolor que su ausencia me causa, me consume las vísceras de solo pensarla. Me hizo tanto daño extraviarme en el proceso que ahora veo sus ojos por doquier, sus cálidas manos en mi cabeza recuerdan que en algún momento fui atractivo. Ya no, el dulce sabor de sus labios haría palidecer al mejor actor con únicamente aproximarse.
Algunas personas no entienden que la vida es mucho más que cubrir horas, suplir necesidades y hacer dinero; quizá es por eso que la incomprensión ante mi honesta identidad es un sentimiento siempre presente; juro que que me esfuerzo por no dejar salir lo peor de mí, por evitar que las sombras del pasado oscurezcan el camino frente a mí.
Ya nadie se sorprende, no resulta fascinante lo que piense en ningún sentido, la triste historia de la muerte de mi hermano ha sido mi maestro más grande, una muestra más de mi debilidad ante el entorno, socialmente inepto y patético, sin nada que ofrecer además de un par de lágrimas en medio del lúgubre camino de la soledad.
No recuerdo el porqué del temor que se apodera de mi cuerpo, a veces escribo bien, otras no puedo sacar de mi ser algo comprensible y digno de ser leído por otros; pues es mi verdadera identidad, ni tan blanco, ni negro, solo un poco inconforme con lo que me ha tocado, triste generalmente porque en mi deseo de alegrar a otros me quedé varado al inicio del viaje; más que un tiempo lejos, lo que se acerca son día de reconciliación conmigo mismo, de asimilación de la realidad y aceptación sincera de mi lugar en un mundo al que he de adaptarme sin sentirme aparte.
Pues por cuanto más tiempo invierto creyendo que puedo ayudar a los demás, más me hundo en el mundo de desolación y martirio ante un plano de olvido, muerte, maldad y peste.
No son los números aquello que nos identifica como únicos, es la capacidad de reconocimiento al ser rodeados por otros individuos de intereses semejantes tanto en lo particular como en lo general; gracias a la empatía todo el tiempo me doy cuenta que el vacío en mi interior no es una cualidad, pues es lindísimo ver a la gente que me rodea hacer sana comunión con ajenos, mientras mi extraviada personalidad oculta lo horrorizado que me encuentro ciertamente.
Algún día probablemente llegue a ser simpático y querido, pero por ahora, mientras las heridas no terminen por sanar completamente, seré víctima del reproche que cada que cierro los ojos aparece.
A veces creo que de no ser un pervertido, cada hora de sueño la disfrutaría plenamente; las cosas no cuadran, si mi capacidad deductiva fuera un poco menos ágil para ver la verdad en donde me la ocultan, quizá sería menos propenso a evidenciarlo todo, enfermedad o no, cada que está cerca, el nudo entre mis ideas y emociones se vuelve algo evidente.
No he escrito desde hace algunos días, lo siento mucho, estaba tratando de colocar mi mente en un sitio conocido. ¿Cómo han estado? ¿Me extrañaron? Yo a ustedes sí, me hice a la idea de superar a la versión anterior de mí, me tardé, un rato. Desde algo así como un año que había querido abandonar viejas costumbres, dejar de creer que podía volver a enamorarme de alguien que me hubo roto el corazón; hoy sé que todo lo anterior es experiencia.
Tras hablar con mi muy querida Bell (de quien por cierto, no he hablado por acá), he aprendido demasiado respecto a la vida; siempre es agradable obtener enseñanza de gente que es mayor a uno. Por ejemplo, todas esas veces que tuve el descaro de sentirme mal por los maestros que la vida me ha puesto en frente (aquellos que me insultaron, me rebajaron e hicieron daño).
Otra de las cosas en las que caí en cuenta es el hecho de que una persona que cree en el núcleo familiar como yo, debería de estar con alguien que así mismo le de un lugar importante a la unión familiar, ya que, las personas sacan sus complejos a la hora de determinar sus gustos, por cuanto, si estás sano (en ese sentido), buscarás nutrir la relación todo el tiempo, en lugar de que, como en muchos casos, busques afectarla siguiendo el ejemplo que subconscientemente te ha sido inculcado.
Lo sé, lo sé, es algo poco sencillo de explicar en unas cuantas líneas, es así como lo escribo a propósito; en parte por estar haciéndolo en un periodo de tiempo mínimo desde la oficina, en parte por no sentir la concentración e inspiración en pleno.
Ya viene navidad, antes lo hube confesado, pero lo reitero, es un tiempo en el que la nostalgia me hace suyo desde que amanece; recuerdo a las personas, los escenarios, los lugares y las formas que han transcurrido durante el año en curso, agradecido de aquello que me ha permitido mejorar en algunas áreas y sobre todo, de lo que ha resaltado mis debilidades como oportunidades de crecimiento.
Ya va siendo tiempo de anotar qué propósitos cumpliré el año entrante, lo he pensado mucho, tras planear de una y mil formas tendré que dedicarle un rato a poner en papel mis ideas antes de que se me ocurra siquiera compartirlas. Como he confesado anteriormente, desde antes de iniciar la etapa actual, lo esperaba como una de las más difíciles para mi vida, no porque estuviera programándome, sino más bien por el hecho de que un número determinado de decisiones erróneas provocó que cayera en una constante de penurias que pasados los días me iban a retornar factura.
Una tras otra de aquellas malas determinaciones, en parte por del poco autoestima durante el periodo, en parte por los escenarios oscuros por los que transitaba, dieron como resultado mi actual estado. Dejando de lado el punto de vista estético, económicamente también he venido atravesando un entornó frío colmado de abruptos momentáneos que sin duda me hicieron recapacitar acerca de algunas malas inversiones que he hecho.
Aunado a lo anterior, está el asunto de la salud, que los desvelos muy comunes durante los primeros tres cuartos del lapso, la pésima alimentación y la ansiedad acumulados, llegaron a propinarme una golpiza emocional haciéndome caer desenfrenadamente en un círculo vicioso de no dormir, comer mal, estresarme y estar de un humor terrible. Todo lo descrito se ha incrementado en el ciclo en curso, puesto que ni tardo ni perezoso he tomado cualquier indicio negativo como excusa para seguir victimizándome.
Lo sé, es bastante común que mi opinión de las víctimas sea tal, sobre todo por la búsqueda de aceptación cuando expresan demasiada autocompasión, que parece ridículo que confiese que yo mismo me he encontrado un montón de veces en el mismo lugar; pero tiene que comprenderse que nadie conoce más a un mártir (por experiencia al menos) que quien ha estado en el mismo lugar, y por consiguiente, distingue que la forma de salir de los complejos es haciéndoles frente con valor y virtudes.
También está el hecho de que me interesa seguir aprendiendo, al día de hoy no me han dado continuidad de las dos conversaciones que tuve la semana pasada con un par de empresas; como dije en aquel momento, lo reitero, me encuentro muy bien en mi trabajo y no estoy en búsqueda de algo más, pero nunca me cierro a escuchar propuestas, pero los cambios que deben venir a mí están a punto de comenzar desde el interior, gracias a que poco a poco se presentan condiciones propicias alrededor que fomentan una mejor calidad de vida.
Por cierto, ya tengo algunas herramientas en las manos para poder efectuar mi labor de actualización estructural, con objetivos claros en mente, alcanzables en intervalos específicos (semanales, mensuales, trimestrales y anuales), que ayudarán a nutrir aquellas áreas en las que había carecido un poco de constancia y sustancia.