Te despiertas un día y te das cuenta que nada de lo que has hecho en la vida tiene un valor significativo para las futuras generaciones, pues simplemente fuiste un piso en un mosaico, un eslabón en una cadena, una atracción temporal en el circo de lo denominado sociedad.
Analizándolo, ¿a cuántas personas realmente les dolería tu ausencia? ¿Quiénes se verían verdaderamente influenciados en caso de que tú no vivieras más? ¿Aquellos que más te extrañarían? Sí, me sé existencialista, pues a cada una de las cosas que hago me agrada encontrarle un valor más intenso y duradero que el solo hecho de ser.
Soy un extraño ente en busca de quienes me comprendan y sumerjan sus miradas en lo profundo de la suciedad que nos rodea. No intento encontrar caudillos, solo otros que en su cínica expresión empaten conmigo las mil y una historias de aquello que rápidamente nos vuelve piezas removibles en un enorme juego de mesa.
Pensaba en las varias situaciones en las que gente ha pensado que no puedo dejarles ir sin correr en su búsqueda a penas den media vuelta. Pues no, no es mi estilo; las puertas están ahí para permitir que lleguen y se vayan según sean sus deseos, no es mi plan hostigar a nadie ni obligar a permanencia por encima de la voluntad.
Confiezo que es el modo más sencillo en el que he aprendido a filtrar a quienes valen para ser tenidos por cercanos. Solo como Luxemburgo, hundido en la idea de ser bueno cuando, más podrido que muchos otros en realidad estoy.
Por eso amo y admiro la bondad, porque parte de mis intenciones de vida son alcanzar esa meta en algún momento, antes de que sea demasiado tarde, demasiado lejos, demasiado pobre intelectualmente hablando.
(La imagen del post es "Ego"; un cuadro que representa mi propio ser y probablemente el de cualquiera que se sienta identificado con una vida repleta de virtud y vanidad desde una perspectiva, al mismo tiempo que entre las sombras sabe plenamente que sus imperfecciones le hacen poco o nada atractivo.)
//Lo escribí para Toqueteros el 25 de Octubre de 2016.
Analizándolo, ¿a cuántas personas realmente les dolería tu ausencia? ¿Quiénes se verían verdaderamente influenciados en caso de que tú no vivieras más? ¿Aquellos que más te extrañarían? Sí, me sé existencialista, pues a cada una de las cosas que hago me agrada encontrarle un valor más intenso y duradero que el solo hecho de ser.
Soy un extraño ente en busca de quienes me comprendan y sumerjan sus miradas en lo profundo de la suciedad que nos rodea. No intento encontrar caudillos, solo otros que en su cínica expresión empaten conmigo las mil y una historias de aquello que rápidamente nos vuelve piezas removibles en un enorme juego de mesa.
Pensaba en las varias situaciones en las que gente ha pensado que no puedo dejarles ir sin correr en su búsqueda a penas den media vuelta. Pues no, no es mi estilo; las puertas están ahí para permitir que lleguen y se vayan según sean sus deseos, no es mi plan hostigar a nadie ni obligar a permanencia por encima de la voluntad.
Confiezo que es el modo más sencillo en el que he aprendido a filtrar a quienes valen para ser tenidos por cercanos. Solo como Luxemburgo, hundido en la idea de ser bueno cuando, más podrido que muchos otros en realidad estoy.
Por eso amo y admiro la bondad, porque parte de mis intenciones de vida son alcanzar esa meta en algún momento, antes de que sea demasiado tarde, demasiado lejos, demasiado pobre intelectualmente hablando.
(La imagen del post es "Ego"; un cuadro que representa mi propio ser y probablemente el de cualquiera que se sienta identificado con una vida repleta de virtud y vanidad desde una perspectiva, al mismo tiempo que entre las sombras sabe plenamente que sus imperfecciones le hacen poco o nada atractivo.)
//Lo escribí para Toqueteros el 25 de Octubre de 2016.
Bondad
Por
RokCK (RokCK)
Te despiertas un día y te das cuenta que nada de lo que has hecho en la vida tiene un valor significativo para las futuras generaciones, pue...