A decir verdad la extraño... A esa sensación de sentirme importante, a esa de ser querido, a esa de ser observado, a esa de estar en la cama a punto de dormir sin miedo a mañana una vez más no saber nada; ni de mí, ni de ella, ni de nosotros.
Extraño ese "buenas noches" y el "mañana hablamos" que pueden hacerme sentir más valioso que mil millones; más poderoso que cien ejércitos... Del mismo modo que en el cuerpo mariposas a montones.
El existencialismo que menciono conocer a veces me da sorpresas; como cuando de lleno una bofetada de inexistencia o indiferencia me dejan de cabeza.
Duele creer que puedo, tener la esperanza puesta en la idea de que mañana lo haré mejor; cuando si no vivo el ahora, el presente, el momento; después será demasiado tarde para advertir todo aquello que he perdido en el proceso; un sacrificio inmerecido, un panorama tenso.
Abrir los ojos resulta a través del tiempo la institución más colmada de trámites innecesarios; los buenos en la llanura no existen, lo que hay en frente es una orda de adversarios.
Atrás quedó el soñador eternamente enamorado; porque lo han utilizado, lo han manipulado, lo han sometido y de su alma libre se han apropiado.
Amante de palabras que muere lentamente en la oscuridad de su ausencia, en un sendero rocoso repleto de horrores y retos para su elocuencia.
Adiós paciencia mía, pues me está volviendo loco ésta soledad terrible, entre las garras de su atroz condena de resultados intangibles... Mis víseras imploran, mi ser completo sufre, y mis súplicas de a poco quisieran ser audibles.