¿Qué pensaría el hombre lobo cuando sabía que estaba por transformarse y no quería hacerlo? A veces el destino nos hunde en caminos que no quisiéramos nunca andar, que si la "cúpula está de nuestro lado", "que si trabajamos para quien odiamos", "que si estamos tirando todo por la borda aquello que tan éticos nos ha formado", "que si no somos como quienes nos rodean amables y gentiles", "que si somos gente suelta de la boca", "que si nuestro cinismo siempre hiere", "que si por tanta joda la vida nos ha vuelto misóginos", "que si nuestro pseudo existencialismo nos ha hecho crecer ermitaños". Las cosas buenas existen porque sí, algunos procuramos el bien pero no lo presumimos, otros presumimos el bien, pero no lo procuramos.
Hay personas al rededor de tu vida a las cuales mitificas, las conviertes en héroes con poderes formidables y magias excepcionales, los pones en la cúpula de tus amistades, porque sabes que siempre vas a recurrir a ellos cuando necesites de alguien que te conforte y aliente. La historia se deriva de lo insípida que es la realidad al conocer que por impresionantes que esas personas para ti son, quizá, tú no estás más cerca de ellos que un castor. no hay plática que explique el porqué así funcione la vida, pero así se da y es todo. Agradezco a esas personas que me saben cerca de sus mentes y sus corazones, si es que existen e igualmente quiero mencionar que estoy fascinado con la gente que en mi mente funge papeles atlantes, Dios les recompensará por ello.
Las historias que se escriben sobre arena, nada son. Las memorias y glorias perecederas, pierden valor. Los pedazos rotos de tus cartas, fueron ilusión. Cuento cada paso del trayecto, volteando al piso, medio muerto, de piernas rotas y postergando cruzar la línea al sendero de tu despedida. No hay un mundo cuando me besas, el instinto me consume y me dejas en cenizas, como quien fuera un objeto siendo utilizado por una alcaldesa de tierras irlandesas. Me gusta escribir las cosas como poco se entiendan pues así no temeré de ser linchado por ellas. Niña, recuérdeme las palabras, qué era lo que contabas, que yo solía ser la espada y nada me limitaba. Calor mojado entre tus dedos, fulgor franqueándose mis huesos, no hay mayor delicia que propiciar tus vibraciones con los ápices de letras entre mis bajas lecciones, que no se diga que sincero he dejado de ser yo, que pasa el tiempo y viejo me he de volver más, arrugas, terribles marcas, discreta mentes que me tiene comiendo ratas. Cosas enfermas, discrepancias, insulto internos, voces del alma, todo para aumentar mi rabia, entiéndase ahora que el dulce consenso de los daños y la generación de estigmas en las manos no son cuento, que aquel que piense una vez más acabar con todo lo que viene atrás, que hable para mí, que explote su necesidad, que no sea tan rebelde y me explique su maldad. He de sentir lo mismo a cada rato, que el rechazo me convierte en un ingrato, que las penumbras distorsionan mi intelecto y las promiscuidades fatigan y debilitan mi aspecto. En pleno estoy consciente de mi culpa, me concierne heredar lo que tengo, verdad escribiré y por eso velaré, aunque escasamente creo que eso a logros superfluos me encamine, no es descontento, pero debería existir quien conmigo no se intimide; no en lo bélico, en lo que respecta al sentido de lo que debe entenderse por sensual contenido. Es cierto que quien gusta de redactar lo hace poco entendido para que el lector a medias sepa de su poca cultura y el ingeniero andante explique las complicaciones en pocos versos que números muertos eviten montar sobre constantes pedantes e infames secantes.
Hoy me daba cuenta de lo sencillo que es componer. Uno se pone a caminar entre el silencio pensar, imaginar cosas, darle vida a los objetos, gloriosos elementos. Historia del poeta que no pesa más que una mínima treta, no es reclamo, para nada. Fascinante camisa holgada, que hace más la diferencia, entre la intendencia y la apestosa utilización de palabras estrujadas. Y que el mundo no me diga nunca más que no me entienden, ¿apoco creen que están exentos de culpa quienes no atienden? Pesa más un escorpión en manos del infame, que una realidad en la boca de un amante. Y que mis nietos cuenten lo raro de mis historias, que piensen que de ellas no he hecho ni un poco de gloria, que no se diga más de mí entre mis versos, que se hable de la distancia entre mis labios y los besos.
Fuerza, necesita mi espíritu para soportar tu ausencia, miedo, cada que me doy cuenta que no puedo vivir sin ella. Odio, de saber que alguien más la besa, tristeza, de verme al final de todo sin tan hermosa pieza. Constante, es mi rogar a Dios que me haga caso, impactante, es que no exista de su parte el contacto escaso. Terrible, soñar que no estarás jamás a mi lado, capricho, podrían creer que soy un malvado. Pero la amo, de verdad lo hago. Hay en mi mente siempre esperanza de ser amado.
Pudiste escribirme un email, marcarme a mi cel, pudiste decir que me hablabas o mentir mientras me ignorabas, pero pocas veces eres tan honesta siendo mentirosa, haciéndote la loca. Y dejando en blanco el mensajero, evitando leer mis comentarios en tu muro, eliminando cada mensaje que mandé. Me sacrifiqué. Entonces, en mi cielo, destruyéndome por dentro, incomprendido fui, me dediqué a escribirte, no podía salir. Pegado a la computadora, meditando respecto a mi "ahora", y mañana, no te extrañe que no sepas más, que vuelvas a saber de mí jamás. Joder, no me gusta perder, por eso escribo canciones, sin afán de ovaciones, mi rock es tu amor, tu presencia mi color, tus besos mi sabor. La historia de mi vida se pierde entre líneas, de una triste canción, desolación. Propiamente, conjunción y disyunción de nuestra relación.
Lumbreras en desiertos, tristeza en la montaña, monótonos momentos, dicen que no hay mañana, que se disipa el viento, la multitud aclama, todos sus sentimientos, los animales braman, y las estrellas dictan, que no sabré de ti, una vez más parece, que moriré infeliz, eternamente condenado al martirio del susurro de la soledad, cauterizado desde adentro de mi alma he de suplicar:
No me dejes solo, alma mía, acompáñame a la meta. Parece que las tinieblas me aproximan a la puerta, tras la que se esconde la oscuridad eterna, un montón de gente muerta.
Inframundo de desolación, obscenos pensamientos de mis manos en tus piernas, me aparecen en imágenes que aparentan ser lo real, entiéndelo de una vez tu ausencia para mí es mortal. Pasos junto a mí, voces en mi interior, la tempestividad de los miedos, la sensibilidad del dolor, lo mejor es escribirte cuando me siento mejor, pero no puedo hacerlo, no puedo amor, porque siento tu rechazo y me matas del dolor.