Si tuviera la posibilidad de platicar con un muerto, como "la roca de resurrección" le permitía al mago Cadmus Peverell, pensaría muy bien en a quién llamar, porque de ser un científico como Tesla o Einstein, no entendería su idioma; si fuera algún celebre como Jobs, tampoco me sentiría muy cómodo a su lado, ya que a pesar de su capacidad de generar misterio al rededor de su persona para ser original, en un momento así sería más alguien que daría miedo.
Quizá, de animarme a usarla, llamaría a mi pequeño hermano; pero su reflejo en vida, podría decir que lo encuentro fácilmente en mi bella hermana, pues además de ser sabia, amorosa y simpática, siempre tiene entre sus palabras frases que alientan a seguir adelante y ella para mí es, del mismo modo que yo para ella, recíproco amor. Y es que solo quien sabe brindarlo aprecia el recibirlo de manera honesta.
Con respecto a mi hermano, la chispa y talento en su ser, además de su confianza extrema puede decirse que dejarían un buen ejemplo a mi persona, que en días recientes, debido a muchas circunstancias (laborales, sociales, académicas, económicas) he venido dejando de lado de mi catálogo de características, permitiendo evaporarse aquello que me hace atractivo e irresistible, la cínica confianza que rodea mi ente con fuerza y convicción por hacer lo prudente.
Madurar es expresar lo cierto, con propiedad y gozo, sin necesidad de nada para satisfacer mi propia vida, sin tenebroso ego mas con amor correcto, haciendo volver la historia algo curricular y sensato, lleno de enseñanzas ordenadas y experiencias maravillosas.
Sé en qué he fallado, sé que he sido un hombre temeroso y desconfiado, sé que no siempre he sido así, y mi comportamiento reciente, por muchas circunstancias que influyan, no es excusable para nada. Alejar lo que más quería cerca de mí no es la respuesta, como lo dije, lo reitero, mi debilidad ha sido dudar de mí mismo antes que de alguien más; y es triste, pero es espléndido entender que lo que estoy viviendo no es un reflejo del tormento que me causó la soledad cuando me sentí roto por primera vez.
Es agradable entender que tomé esto, aunque al principio con miedos y horror, como algo que me hará un ser más completo, inmenso, intenso, poderoso. Sin elevar mis egos, alguien que contiene lo que necesita para alcanzar lo que se propone, que merece lo que desea, que ha aprendido a perdonar y a pedir perdón con el corazón en las manos, alguien que no da lugar al rencor en su interior, sino más bien aprecia el mantener los lazos de voluntad y valor.
Es especial, he cambiado mucho más de lo que imaginé desde la última vez, ahora no me lo tomé a mal, no lo hice personal, no me obsesioné, permití ser, estar, volar, porque todos tenemos el derecho a sentirnos plenos ante todo. A estar llenos de felicidad.
Y respecto a la imagen mía con la piedra en las manos; creo que el ver a mi hermano me daría muchas razones para sonreír, para recordar, y sería mágico el poderle abrazar, pues eso sí es algo que simplemente en esta vida no se da, y antes de muerto, cualquier cosa es posible.
Quizá, de animarme a usarla, llamaría a mi pequeño hermano; pero su reflejo en vida, podría decir que lo encuentro fácilmente en mi bella hermana, pues además de ser sabia, amorosa y simpática, siempre tiene entre sus palabras frases que alientan a seguir adelante y ella para mí es, del mismo modo que yo para ella, recíproco amor. Y es que solo quien sabe brindarlo aprecia el recibirlo de manera honesta.
Con respecto a mi hermano, la chispa y talento en su ser, además de su confianza extrema puede decirse que dejarían un buen ejemplo a mi persona, que en días recientes, debido a muchas circunstancias (laborales, sociales, académicas, económicas) he venido dejando de lado de mi catálogo de características, permitiendo evaporarse aquello que me hace atractivo e irresistible, la cínica confianza que rodea mi ente con fuerza y convicción por hacer lo prudente.
Madurar es expresar lo cierto, con propiedad y gozo, sin necesidad de nada para satisfacer mi propia vida, sin tenebroso ego mas con amor correcto, haciendo volver la historia algo curricular y sensato, lleno de enseñanzas ordenadas y experiencias maravillosas.
Sé en qué he fallado, sé que he sido un hombre temeroso y desconfiado, sé que no siempre he sido así, y mi comportamiento reciente, por muchas circunstancias que influyan, no es excusable para nada. Alejar lo que más quería cerca de mí no es la respuesta, como lo dije, lo reitero, mi debilidad ha sido dudar de mí mismo antes que de alguien más; y es triste, pero es espléndido entender que lo que estoy viviendo no es un reflejo del tormento que me causó la soledad cuando me sentí roto por primera vez.
Es agradable entender que tomé esto, aunque al principio con miedos y horror, como algo que me hará un ser más completo, inmenso, intenso, poderoso. Sin elevar mis egos, alguien que contiene lo que necesita para alcanzar lo que se propone, que merece lo que desea, que ha aprendido a perdonar y a pedir perdón con el corazón en las manos, alguien que no da lugar al rencor en su interior, sino más bien aprecia el mantener los lazos de voluntad y valor.
Es especial, he cambiado mucho más de lo que imaginé desde la última vez, ahora no me lo tomé a mal, no lo hice personal, no me obsesioné, permití ser, estar, volar, porque todos tenemos el derecho a sentirnos plenos ante todo. A estar llenos de felicidad.
Y respecto a la imagen mía con la piedra en las manos; creo que el ver a mi hermano me daría muchas razones para sonreír, para recordar, y sería mágico el poderle abrazar, pues eso sí es algo que simplemente en esta vida no se da, y antes de muerto, cualquier cosa es posible.
Si tuviera la posibilidad de platicar con un muerto, como "la roca de resurrección" le permitía al mago Cadmus Peverell, pensaría ...