Hay verdades que odias descubrir, y sin embargo ahí sigues. Te asustas, definitivamente, al ver un par de ojos sinceros enmarcados por una hermosa piel clara que te enloquecen, eres consciente de tu debilidad, de tu falta de fuerza, de tu obvio deseo.
Hay verdades que quisieras nunca confesar, pues las cosas como tal, socialmente son evaluadas siempre, y aunque no para ti, habrá quienes las consideren importantes, quienes te vean mal; pero incurres en la pasión, en el entendido de que no puedes controlarte más.
Si una mañana las promesas que has recibido en vida se volvieran verdad, el horizonte perfecto se estaría despejando, y lo amarías, cada instante en su presencia valdría más que todo el tiempo de espera que tuvo que pasar.
No sé si estoy jugando algo en lo que estoy predestinado a la derrota, quisiera saber por qué ese tipo de emociones me cautivan, entender cuándo es que mi corazón se engancha y no puede hacer más que soportar el haber sido robado.
No puedo verla como a una amiga, no tengo la capacidad intelectual, emocional o física para conseguirlo; la tentación es inminente, su poder suficiente, la experimentación de placeres intelectuales, la producción de químicos va más allá de mí, y aunque sé que es un contexto situacional, la anhelo aquí.
Su presencia me gusta, tanto como me gusta aceptar que es muy hermosa; miradas así desarman, su cabello me envuelve, sus piernas me invocan, ¿por qué tengo que pasar por esto? ¿Hay para mi situación pretexto? Me atrae que es un vórtice, me impresiona que es un huracán, me fascina cual vaso de agua al sediento.
Pero hay verdades que, por mucho que duelan, detestas enfrentar; y aunque a ti no te importe, ni a ella tampoco, causaría demasiado de qué hablar, obviamente tú estás dispuesto y abierto a vivir con eso, pues la delicia de encontrarte a su diestra no es equiparable a ese hecho, la dicha de saberla cerca es tremendamente mayor, ¿pero qué pensará ella?
Hay verdades que quisieras nunca confesar, pues las cosas como tal, socialmente son evaluadas siempre, y aunque no para ti, habrá quienes las consideren importantes, quienes te vean mal; pero incurres en la pasión, en el entendido de que no puedes controlarte más.
Si una mañana las promesas que has recibido en vida se volvieran verdad, el horizonte perfecto se estaría despejando, y lo amarías, cada instante en su presencia valdría más que todo el tiempo de espera que tuvo que pasar.
No sé si estoy jugando algo en lo que estoy predestinado a la derrota, quisiera saber por qué ese tipo de emociones me cautivan, entender cuándo es que mi corazón se engancha y no puede hacer más que soportar el haber sido robado.
No puedo verla como a una amiga, no tengo la capacidad intelectual, emocional o física para conseguirlo; la tentación es inminente, su poder suficiente, la experimentación de placeres intelectuales, la producción de químicos va más allá de mí, y aunque sé que es un contexto situacional, la anhelo aquí.
Su presencia me gusta, tanto como me gusta aceptar que es muy hermosa; miradas así desarman, su cabello me envuelve, sus piernas me invocan, ¿por qué tengo que pasar por esto? ¿Hay para mi situación pretexto? Me atrae que es un vórtice, me impresiona que es un huracán, me fascina cual vaso de agua al sediento.
Pero hay verdades que, por mucho que duelan, detestas enfrentar; y aunque a ti no te importe, ni a ella tampoco, causaría demasiado de qué hablar, obviamente tú estás dispuesto y abierto a vivir con eso, pues la delicia de encontrarte a su diestra no es equiparable a ese hecho, la dicha de saberla cerca es tremendamente mayor, ¿pero qué pensará ella?
Hay verdades que odias descubrir, y sin embargo ahí sigues. Te asustas, definitivamente, al ver un par de ojos sinceros enmarcados por una h...