Me gustaría decir lo mucho que me haces falta, pues te amo, te necesito; pero escribir de amor no es lo mío, no es mi tiempo para hacerlo de manera correcta, por más que me esfuerzo llega el martirio de saber la verdad. El tiempo es honesto y siempre responde a nuestras dudas.
He escrito aquí desde hace un tiempo, he tomado este lugar como tiradero de mi personalidad, como mi lugar predilecto para imaginar que soy, que existo; de un modo mayor del que se me considera; para alimentar mi ego, escribir una personalidad. Pero cambiamos, todos lo hacemos; me enamoro significativamente rápido y cambio de canal tan pronto como se me presenten complicaciones existenciales, no me preguntes por qué, tuve que abordar de esta manera la vida para evitar verme tan víctima como otros.
Quiero escribir que tengo una musa, me gustaría promover su hermosura y brillante personalidad, lo mucho que me llena que exista; pero en lugar de eso escribo canciones de reproche, canciones que no pretendo sean de dominio público, por eso se quedan en sitios seguros —en recortes de papel—.
También, me gustaría decir que soy el mejor en clase, que he librado el semestre sin complicación alguna, lo que sería una falacia, puesto que una materia o dos me están tentando a rebelarme contra el sistema y la patética medida de enseñanza que emplean, pero no, así no soy yo, no soy tan rebelde; soy analítico, sí, mucho; consecuencia de ello es que hoy me cuesta segundos determinar una personalidad que tengo en frente, y si soy así de lógico con lo que me topo, ¿lo seré conmigo? La respuesta es sí, todo el tiempo, y con un enorme nivel de crítica.
Quisiera terminar esto con una frase que me da vueltas de dos noches para acá: "Acostúmbrate a la decepción, no a decepcionar". Porque creo que, una y otra vez me lo han hecho, una y otra me han hecho promesas, me han quedado debiendo, me han engañado, han asesinado mi confianza; pero ahí sigo, fiel y determinante a lo que tenga que aprender de ellos, de quienes no terminan de entender el valor que les doy para mi vida y menos hacen por mantenerlo.
He escrito aquí desde hace un tiempo, he tomado este lugar como tiradero de mi personalidad, como mi lugar predilecto para imaginar que soy, que existo; de un modo mayor del que se me considera; para alimentar mi ego, escribir una personalidad. Pero cambiamos, todos lo hacemos; me enamoro significativamente rápido y cambio de canal tan pronto como se me presenten complicaciones existenciales, no me preguntes por qué, tuve que abordar de esta manera la vida para evitar verme tan víctima como otros.
Quiero escribir que tengo una musa, me gustaría promover su hermosura y brillante personalidad, lo mucho que me llena que exista; pero en lugar de eso escribo canciones de reproche, canciones que no pretendo sean de dominio público, por eso se quedan en sitios seguros —en recortes de papel—.
También, me gustaría decir que soy el mejor en clase, que he librado el semestre sin complicación alguna, lo que sería una falacia, puesto que una materia o dos me están tentando a rebelarme contra el sistema y la patética medida de enseñanza que emplean, pero no, así no soy yo, no soy tan rebelde; soy analítico, sí, mucho; consecuencia de ello es que hoy me cuesta segundos determinar una personalidad que tengo en frente, y si soy así de lógico con lo que me topo, ¿lo seré conmigo? La respuesta es sí, todo el tiempo, y con un enorme nivel de crítica.
Quisiera terminar esto con una frase que me da vueltas de dos noches para acá: "Acostúmbrate a la decepción, no a decepcionar". Porque creo que, una y otra vez me lo han hecho, una y otra me han hecho promesas, me han quedado debiendo, me han engañado, han asesinado mi confianza; pero ahí sigo, fiel y determinante a lo que tenga que aprender de ellos, de quienes no terminan de entender el valor que les doy para mi vida y menos hacen por mantenerlo.
Me gustaría decir lo mucho que me haces falta, pues te amo, te necesito; pero escribir de amor no es lo mío, no es mi tiempo para hacerlo de...