De nada sirve lamentarse de forma empedernida de lo difícil que es la vida, o al menos eso dicen todos; y sin embargo, si lo piensas, un lugar, un momento, una persona, un pedazo de papel o un montón de bites son algo excelente para externar la frustración.
Ha sido horrible, lo reconozco, el cambio de un equipo a otro, en el que el primero me exprime hasta el cansancio con tal se sacar la última gota de valor en mí para ellos; mientras el segundo pareciera que paciente, de forma pasiva se la pasa metiendo presión, porque ya me quieren activo con ellos, que produzca de una vez.
Hace un par de días tal cual le dije a mi jefe que no podía, estaba a nada de estallar y su respuesta, la menos reconfortante que uno pueda escuchar. Me sentí como cuando te está cargando y las palabras de aliento de los otros son "échale ganas", como si esa frase pedorra resolviera la vida. No, a veces no se puede simplemente con echarle ganas, quizá sea más funcional alejarte de todo un rato para tomar aire, recuperar tu mente y cuerpo y volver con el doble de fuerzas, tal vez solo es la frustración hablando.
Me gusta venir aquí a expresar cómo han estado yendo las cosas. No, no van tan mal en términos económicos, veo más cerca en el horizonte la salida de los problemas financieros que me vienen hostigando los últimos años. Pero físicamente me siento terrible, incompleto, débil, adolorido, agotado, corpulento, brusco, desagradable y falto de energías. No hace mucho bien a lo anterior que esté escribiendo esto a la una de la madrugada, pero qué decir, así van las cosas.
Quiero cambiar, en serio, mejorar como ser humano: Intelectual, física, profesional, emocional y socialmente. No sé cuándo ocurra, no sé cómo vaya a llegar, pero el anhelo está ahí, siempre presente. Que no queden como un montón de promesas tiradas al aire, que no se olviden como muchas de las veces que alguien me ha dicho que me estima, cuando eran meras mentiras. Pero ya está, la decepción no es otra cosa que encontrarse con una realidad que no estábamos esperando; y yo, genuinamente, estoy algo decepcionado de mí.
Todo este tiempo me he enfocado en tratar de recoger las piezas que dejo por ahí tiradas cuando me quiebro, pensando que tengo mucho para ofrecer y dándome claramente cuenta de que no es así, pues la percepción del vacío parecería evidente conforme me autodescubro. No porque yo lo quiera, sino porque lo que soy, lo que hago y lo que tengo para dar, no es necesariamente bien visto o siquiera valorado. ¡Tenme tantita paciencia Vida, estoy trabajando constantemente en ello!