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 ¿Y a ti quién te salva, Carlos? No, a mí no me salva nadie. Ése es el problema, el valor que tengo, si es un uno o un mil, viene completamente de la mano que he podido construir, ni más, ni menos.

Me duele ver alejarse a las personas que quiero, jamás he entendido por qué no soy el "error" de alguien; qué fabuloso sería, la verdad, que se dieran cuenta que no soy tan patético como podrían pensar. Así que me toca decidir por un cambio inminente, uno que me ayude a mejorar:

Patiently building the authentic and harmonious version of myself; each day, a steady step forward.

Ya no hablo de reconstruir, de ni ser "mejor" como tal, hablo de juntar mis piezas; esas que cada vez que me gusta alguien terminan desperdigadas, colocándolas en un lugar en el que ya no se extravíen más y cual rompecabezas, ensamblarlas una a una.

Las ventajas de haberte roto tantas veces, es que ya conoces la ubicación de la mayoría de las piezas, solo basta darte el tiempo y la paciencia de colocarlas en su lugar; eso sí, ya soy viejo, ya no veo las cosas como antes, ya no percibo la vida como cuando tenía fluidez y plena esperanza; no, ya no, simplemente me pongo triste, hago una pequeña mueca, y sigo, que así es como funcionan las cosas ahora.

Uno cree que es capaz de un montón de cosas, pero los golpes de la realidad son bastante duros y desequilibran; mi cajita de sueños, cada vez está más oculta en el último rincón del armario.

Pero aquí, en mi vida, en mi corazón, solo queda agradecimiento. Porque nuevamente se me permite despertar, porque aunque no entienda el propósito de mis decisiones, a veces torpes, a veces ignorantes y muy pocas veces atinadas, seguiré tratando, seguiré deseando.



Bien que mal la vida tiende a ofrecernos no más allá de un montón de caca, sobretodo para cuando venimos de la nada, y te aguantas, es eso lo que hay. Tendemos a asumirnos parte de grupos sociales o sectores influenciados a partir de aquellas cosas a las que podemos acceder, puras falacias, si me preguntan.

Quisiera llegar un día a la quincena y ver a la misma raza que me encuentro siempre en los lugares a los que frecuento, pero no, pasa que se perciben como algo que no son, por el mero cuento de que traen un par de billetes más en el bolsillo, pero no los juzgo, supongo que cada cual tiene su debilidad, y si bien presentar capacidades financieras no es la mía, hay un montón de otras cosas en las que trastabilleo, y no soy nadie para opinar, ni siquiera desde una óptica neutral, sin intención de juicio, ya que cada cual supera sus obstáculos a su modo, algunos escribiendo, otros juntándose con diez amigos a presumir.

He estado muy cansado y fastidiado en días recientes, mis niveles de tolerancia no son los que regularmente agradezco; presión en el trabajo además de intercción con personas específicamente castrantes, quiero andar tranquilo para volver a hacer lo que me corresponde, la verdad hay demasiado por organizar, y no he tenido tiempo de hacerlo, eso me pega.

La mitad de servicios en la casa están fallos, ni idea de por qué se les ocurró dejar de funcionar al momento que mi roomie y su familia se fueron; a veces creo que solo son pruebas de arriba para validar mi temperamento y niveles de adaptabilidad a lo que venga. Una vez más, me observo al espejo y no puedo entender hacia dónde voy, solo que quiero empezar a hacer nuevas cosas, cosas que me llenen internamente, que me nutran y me traigan satisfacciones, y también que me beneficien en múltiples sentidos.

Estamos sobrevalorados como humanidad, habré de reconocer eso; claro que amo a las personas que me rodean y están conmigo, pero ese vínculo es efímero como nosotros en el plano Universal al que pertenecemos, no somos más que un montón de partículas regadas por el amplio e infinito universo de posibilidades esperando ocurrir.

Y qué bien saber que no soy el único que lo pasa difícil a veces, pues a donde volteo me encuentro con el mismo tipo de charlas, conflictos, sinsabores, improperios, limitaciones, dudas, absurdismos, banalidades y superficialidades; nuestra vida útil siendo cada vez más reducida y el llamado "impacto" o la "influencia" que podamos generar en otros, minúscula.

Entonces, venir al café a escribir un montón de tonterías que me pasan por la cabeza para dejar salir la ansiedad que me provoca que un pedazo de porquería me hablara de manera belicosa, es una gracia de costo menor que estoy dispuestísimo a seguir disfrutando cada que me sea posible.



 No tengo qué demostrarte qué tantas cosas he hecho, ni siquiera tengo que demostrármelo a mí mismo, la vida continúa, sigue su curso, las canas aparecen, las arrugas se acrecentan, la vista se agota, los músculos adolecen, la inspiración desvanece, quedando cada día menos.

Y si antes venía por acá a desparramar todo lo que había en mi ser, hoy me guardo la mayoría, colocando aquí pequeños destellos solamente. Porque debo de tener un propósito, ahí tiene que estar oculto, o tal vez no, simplemente me ha dado miedo tomarlo con las fuerzas necesarias. Y es que, siendo bien sincero, las puertas están disponibles, para quien se atreva a abrirlas y adentrarse en lo que sigue.

Mi plan de vida es dinámico, constantemente cambia, mis objetivos son cada vez más claros y específicos. Mis deseos más íntimos dejan de serlo para convertirse en un estado de bienestar conmigo mismo. Sensación de paz y amabilidad, sonrisas habituales incluso donde no me son requeridas, porque sí, porque quiero, porque puedo.

La plenitud va mucho más allá de "conseguir" algo, está en uno, en el corazón y el alma, en la constancia y el orden, en el sentirme de una pieza, en despertar con fuerza para seguir, y aquí viene la clave de todo, evitar rendirse.

Porque no hay una solución mágica a los problemas de la vida, sin importar tu nicho o trasfondo, generalmente vienen a uno y los advertimos hasta que están aquí. Puede ser que tengas que ignorar tu teléfono durante semanas o que simplemente decidas "hoy no comer", tal vez incluso sean imposibles de resolver, y ni qué decir, la vida es así, el sentido del humor de quien está arriba jamás lo entenderemos.



 Te pido perdón Carlos por haberte tratado de esa manera, por haberte culpado de todo, por no comprender que la estabas pasando mal y forzarte a intentar ser lo que no eras. Te pido perdón por tantas veces que te utilicé como tapete, que te descuidé y dejé que te autosabotearas. Te pido perdón por ir atrás de quien no te valoró perdiendo la cabeza en el trayecto.

Me tuve que dejar caer, me tuve que perder para encontrarme de nuevo, permití a la destrucción hacer lo que quisiera conmigo, y me largué, me fui, me desafané, me abandoné a mi propia suerte, lloré, sufrí y luché por mantenerme en pie un día a la vez.

Las personas que me importaban se redujeron en gran medida, mis conflictos internos crecieron hasta hundirme en una nube de conmoción y horrores, pero callé, no tenía a quien acudir, permanecí en silencio mientras el tiempo hacía lo suyo, pasaron los días, semanas y meses.

Estaba cautivo en mis propios pensamientos, unos que me hacían huír de ti cada que existías en la cercanía; tenía que curar, tenía que suturar mis heridas, tenía que volver a caminar, y cuando al fin lo hice, pude ver las cosas con claridad, y es que estaba obsesionado porque existieras para mí, cuando tú ni intención de estar cerca tenías, pues hube caído en una trampa de la seducción, y está bien, consciente soy de mi debilidad para contigo.

Recogí mis piezas y me puse a trabajar. Cerrándolo todo. Desinstalando. Silenciando. Agoté mis opciones y me até de pies y manos a mi pieza, para no moverme de ahí, para no volver a romperme. Lo conseguí, a un ritmo tan lento que es imposible darse cuenta, sabía que cerrar un ciclo me llevaría menos que la primera vez que me destruyeron el corazón, pero más de lo que debería considerando mi experiencia y edad.

He recuperado mi sentido, mi guía, mi ímpetu. Ustedes no lo notan, y puede que lo noten hasta que pasen uno o dos meses, pero estoy reconvertido hacia lo que deseo, esta vez sin ofrecer nada. Soy neutral en esa área, si quiere algo de mí, puede venir a pedirlo, he dejado en libertad al necesitado que habitaba en mi interior, y mi residencia ha pasado a pertenecer a quien sabe lo que quiere.

La mesa está servida, la fiesta está preparada, los medios están dispuestos y mi corazón atento. Mis manos, como siempre, abiertas para quien desee aproximarse a tomar de ellas, mi mente transparente para quien ose observar a través de ella, mi ser presente, en caso de que alguien se aproxime en sinceridad.



Pido Perdón

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 Te pido perdón Carlos por haberte tratado de esa manera, por haberte culpado de todo, por no comprender que la estabas pasando mal y forzar...

 La verdadera pregunta se encuentra en descubrir si es posible hacer dinero saliéndose por completo del sistema capitalista que nos hunde y controla desde arriba, la respuesta, la desconozco. No tengo idea si personas como yo, viniendo de la nada, son capaces de salir del juego de las ratas o simplemente estoy enamorado de una utópica idea inexistente de la que cualquiera sin los recursos suficiente acaba por sentirse flechado en algún punto de su infancia.

Con todo lo que nos forzan a creer, con semejante cantidad de información cayendo a raudales dentro de nuestros cerebros en pleno desarrollo, obviamente terminamos convirtiéndonos en objetivos cruciales para perpetuar la riqueza de unos cuantos.

Recuerdo haber navegado por sinnúmero de sitios y aprendido un montón en el proceso en mi intento de mejorar como persona, de ser destacable de alguna manera, en mi autoconvencimiento de que "hacer dinero" era el camino correcto, no es que haya alternativa, claramente, al menos en la realidad que vivimos el factor económico es lo que en mayor o menor medida nos provee de sustento y nos evitar caer en el destierro social.

Cuando analizo un poco mi vida, caigo en cuenta de lo mucho que me he perdido por mi necesidad de ser competitivo y lograr algo; no mentiré, he caído en múltiples ocasiones en el autodesprecio y la apatía en consecuencia; por querer desarrollarme y resaltar en un mundo en el que realmente a nadie en el exterior le importamos y lo que ttraigamos puesto encima o nuestro medio de transporte no son más que vanidad, el recorrido por encontrarse uno mismo y llenarse de amor propio, termina siendo un reto contracultural anti status quo.

Comúnmente me cuestiono si lo lograré, si alcanzaré a una versión más avanzada de mí mismo, positivamente hablando saliendo adelante ante la adversidad, la ansiedad no es más que la urgencia por querer estar en un punto de tu historia al que todavía no llegas o probablemente no tengas acceso. Qué frustrante.



Vanidad

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 La verdadera pregunta se encuentra en descubrir si es posible hacer dinero saliéndose por completo del sistema capitalista que nos hunde y ...

 Sentirse bien es una dicha, comparable con las mejores experiencias en la vida. Experimentamos toda clase de emociones mientras existimos, y ahí está el foco de lo que quiero comentar hoy.

Cuando lo pienso un poco, los momentos destacados en mi historia, generalmente involucran a alguien más, las personas son cruciales en nuestro andar, ir a un café y tirar el chisme con un amigo, viajar a otra ciudad simplemente para visitar a tus antiguos roomies, volver a hablar como si nada de tiempo hubiera pasado con alguien de quien llevabas años sin saber, cosas así te enriquecen muchísimo el alma.

Por más que a veces quiero ser un ente desconectado de los demás, enfocándome únicamente en aquello que considero importante, por el simple hecho de que más gente, más variables y más variables, más problemas; al final, termino cayendo bajo la norma de lo que es aceptable, y dándole peso a las relaciones.

Ir al trabajo, empezar a hablar con otros, en lugar de simplemente hundirme en mi silla a trabajar hasta que el turno termina; no sé, las dinámicas cambian, pero cambian en consecuencia de que me he estado sintiendo un poco mejor, porque lo que hacemos afuera es también el reflejo de cómo han ido las cosas por dentro, por mucho que quisiera negarlo.

Y es que, aunque en ocasiones nos esforzamos por construir una burbuja personal en la que somos los únicos protagonistas, la realidad es que nuestra identidad también se moldea a través de los vínculos que forjamos con los demás. Es curioso cómo pequeños gestos, una charla inesperada o un saludo cotidiano, pueden alterar completamente el rumbo de un día. Tal vez por eso, incluso en esos momentos en los que preferimos aislarnos, algo dentro de nosotros busca ese contacto humano, por mínimo que sea, como un recordatorio de que somos parte de algo más grande.

Quizá no se trate solo de una necesidad social básica, sino de una forma de conectarnos con nosotros mismos a través de los otros. A veces, al escuchar los problemas, triunfos y anécdotas de alguien más, terminamos reflexionando sobre nuestras propias vidas con más claridad. Es en esas interacciones donde, sin darnos cuenta, vamos encontrando respuestas a nuestras propias preguntas, o simplemente una paz que, en soledad, parecía inalcanzable.

Aunado a lo anterior, nuestras desventuras pueden reducir su significancia cuando las vemos comparadas con las de alguien más; o no, o puede que nosotros estemos convencidos de que la estamos pasando mal, pero también bajo la nueva óptica, nos enteremos que no somos los únicos pasándolo mal, y que la vida ha sido dura para con cada uno, dándole a cada cual una dosis de batalla en ciarta forma y medida.



 Tantas cosas sucediendo en mi mente, llamadas perdidas continuamente. Me tienen harto esos cobradores, ya les he dicho que sí les voy a pagar, conforme me caiga el dinero, no soy un mago para sacármelo de un sombrero. Somos víctimas de los estereotipos, volteo a mi alrededor y todos lo mismo, con un poco de observación es posible hackear a cualquiera, a mí, a ellos, a ellas.

Estar en el café aprovechando el día de descanso extra que conseguí, para relajar mi cabeza después de una noche prácticamente en vela, porque sí, sigo con el conflicto de mis sueños rotos, literal y figurativamente hablando; la chica de short y lentes junto a mí difícilmente me permite concentrar en lo que hago, perdón aparte, ya saben cómo es mi corazón que se la vive enamorado.

Abrí la terminal, escribí un programa que se comunicara con la IA, todo bien, funcionó a mi gusto; otro más, ahora unas instancias en la nube, únicamente para no olvidar lo que sé hacer en esas tecnologías, pues en este mundillo todo se mueve y cambia demasiado rápido.

Nos veremos luego chica guapa, o tal vez no, tal vez nunca. Porque así es esto, unos llegan, otros se van para no volver jamás, se desvanecen entre memorias incompletas, textos figurativos, y el peso del olvido. No importa cómo estés vestida, ni tu color de piel, no importa cómo te expreses, ni el sonido de tu voz o el sabor de tus labios dulces como la miel; solo aquello que sucede en el presente es lo que tiene verdadero peso circunstancial, lo demás, efímero, muere, se va, desaparece.

Quizá un presagio, probablemente un vestigio, una nota musical, una frase en específico, algo que nos invite a reconectar; y en una de esas nada, solo la intención de reconstruir aquello las expectativas han derrumbado, tengo el corazón dispuesto y la mirada triste, por lo mucho que le ha tocado sufrir. Pero en silencio, como debe de ser, a nadie le importan mis dramas, y al día siguiente, ni siquiera a mí.

Pero en medio de todo este caos, encuentro momentos de calma, casi imperceptibles, como cuando el sol se filtra a través de las hojas de los árboles, o cuando la música que escucho logra sincronizarse con los latidos de mi corazón. Tal vez es ahí donde reside la verdadera magia, no en los grandes momentos ni en las promesas que se consumen, sino en las pausas inadvertidas que me permiten seguir respirando, resistiendo, encontrando motivos para seguir creando, aunque sea solo por el gusto de ver líneas de código convertirse en algo tangible, algo que, aunque sea por un instante, me haga sentir en control.

No hay un final feliz, tampoco un final triste entre estas líneas, solo una razón para extraviarse entre la inadvertencia, continuar conforme se pueda, minúsculo quizá, pero propositivo. Dejando de lado los miedos, aceptando que cada cual está enfrentando sus propios males y no tienen razón alguna para apiadarse de mí, mis ojos están colocados en un lugar más alto, allá donde el tiempo o las distancias carecen de sentido, donde no importa lo poco o mucho, somos a cual más parte de uno mismo.



 Sabía que el año en curso sería complicado. En mi caso, parece que todos lo son, uno más que el anterior. Pero no estoy aquí para quejarme y chillar, ya no. Vengo en búsqueda personal de mejora y oportunidades, de crecimiento y eficiencia. Pienso que a veces toca destruirse un montón para tener la oportunidad de volver a empezar.

Lo mejor de tocar fondo es que no se puede caer más, y eso es bueno; es bueno agarrarle el gusto a la simplicidad, a la sencillez. No necesito nada, de verdad, mi vida por sí sola está resuelta. Claro que tengo pendientes y cuentas por saldar, pero regalarme a la frustración no me los quitará de encima.

Vivo en un parteaguas, en el que las generaciones antes de la mía esperan mucho de mí, mientras que las generaciones que han venido después no esperan nada de nadie, ni de ellos mismos. Y entonces, la encrucijada social, tratar de mantenerse en equilibrio entre moralinos y libertinos, entre nacionalistas y anarquistas, entre empáticos y apáticos, entre solidarios y egocéntricos, una labor maratónica.

Obviamente estoy lejos de la persona que cada día, mes y año me propongo ser; recaigo y soy frágil, las tentaciones están a la orden del día y mi fuerza de voluntad flaquea al recibir dos segundos de atención de alguien medianamente atractiva; y me pesa, porque al final es un abuso en contra de mi versión más estoica.

Mis planes de mejora, a modo de lista, no hacen más que crecer como resultado. Cada día más incompleto, más ignorante, más defectuoso, más limitado, más reducido. Espabilar, es lo que necesito, recomponer, reinterpretar, recuperar. Antes pensaba que era capaz de lograrlo todo, que no había meta tan grande que no pudiera conquistar. Hoy me veo como alguien que ni siquiera está dispuesto a arriesgarse por un puñado de retos que antes hubiera deseado con el alma.

Quizá estoy perdiendo mi capacidad de sobreponerme a la derrota, o probablemente solo estoy priorizando aquellas batallas en las que sé que puedo ganar y simplemente abandonando interés en aquellas que no son para mí. Así la gente, los retos, los deseos.

Mañana no voy a trabajar, no saben la falta que me hacía descansar entre semana; venía de más de un mes lleno de actividades extenuantes, demasiada carga; tras pésimas rutinas de autocuidado y pobres hábitos en consecuencia a mi actual estado "enfiestado" al encontrarme en casa de mis papás, donde ya ni siquiera, dormir suficiente he podido. No los culpo a ellos, la verdad, me culpo a mí mismo y mi falta de caracter en estas condiciones de huesped.

Por eso es que es crucial que recupere el control de mi entorno, porque así es como puedo dedicarme a aquello que me convierta en una mejor versión. Mis planes por ahora son lo más sencillos posibles, levantarme y activarme. Envolverme de amor propio y andar por el camino del enfoque para lograr pasos pequeños en la dirección correcta, efectivos y permanentes.



 No sé ustedes, pero a mí la vida me deja intrigado todo el tiempo, con cada lección que cae, conforme escribo estas palabras, me recuerdo a mí mismo la enorme cantidad de cosas que antes me inspiraban, hoy siguen ahí pero más como un vestigio que entrañable que como una realidad presente.

Es verdad, envejecer viene con sus ventajas que quizá no queramos ver, por ejemplo, con la disminución de la velocidad vertiginosa con la que nos dirigíamos a nuestro fin; pensamos más, meditamos mejor, nos detenemos a disfrutar.

Para mí la mañana de un sábado disfrutando de una bebida con un libro en la mano se ha convertido en sinónimo de orden, satisfacción y gusto. Algo precioso y atesorable, mis treintas han estado por todos lados, con sus picos, con sus descalabros, pero siempre regreso a un lugar en el que me siento tranquilo y puedo ser yo mismo, sin conflictos internos, sin autodesprecio, sin presunción, simplemente existinedo. Amo eso, lo amo como despertar en la mañana y respirar el delicioso aroma de la tierra húmeda.

Dead memories in my heart... 

La música de fondo, mis dedos regodeándose entre las teclas que conforme el tiempo avanza más seducen a una mente inquieta, en búsqueda constante de su autopercepción, a sabiendas que difícil es encontrar un lugar en medio de un mundo condenado por sus conductas y fastidios.

¿Toca ponernos más oscuros? Dale. Insignificancia, tragedia, miseria. Vanidad, absurdismo, malicia. Palabras que describen el diario vivir de la gente, navengando entre superficialidad y excentricidad, mientras más exhibes más asumes ser, cuán perdidos están, divagando entre el fatídico e inminente culto al yo, caprichoso e insensible.

Hoy no hay conclusión, el mundo está inconcluso. La vida misma es un clifhanger.



 Deberíamos ser capaces de entender lo que nuestro cuerpo necesita. Es lo único que nos acompañará hasta el último de nuestros días, y a veces ponemos mucha más atención a lo que no hay de nuestro lado.

Quisiera comprender porqué razón le gusta levantarse de madrugada; en mis planes de cambiarlo todo, para su propio bien, esa es una de las cosas que más trabajo me cuesta poner bajo control recientemente. Hoy ni siquiera fueron las ganas de ir al baño las que me despertaron a las cuatro, simplemente sucedió y ya.

Alguien me dijo: Tienes muchas preocupaciones, y sí, es cierto, las tengo. Mi consciente y subconsciente lo saben, quiero hacer tanto y de mil maneras me han quedado mal, así que, en medio de esa conversación, es obvio que intento entender el funcionar de mi propio ser.

En una de las decisiones beneficiosas que he tomado, está el dejar de lado las redes sociales de mi celular, haciéndolas incluso imposibles de instalar con pasos sencillos, lo que me mantiene aislado y distante de ese mundillo que puede resultar tóxico y generalmente deprimente.

Así como los pensamientos negativos tienden a imperar en nuestra forma de navegar la vida, las acciones para mejora producen un efecto sanador en el alma. Y es de esa premisa de la que me estoy agarrando actualmente en mi andar hacia la recuperación.

Más de una ocasión reciente me he convencido de que no necesito nada, pero ¿qué pasaría en un contexto en el que de verdad no tenga acceso a nada? Lo he pensado más de una vez, no sé bien qué tanta falta me haría la supuesta comodidad o si es que realmente podría salir adelante en un mundo que se vuelca hacia su propia peridición.

En un entorno en el que se desploma lo que nos sostiene, tener el caracter y la fortaleza necesarios para mantenerse a flote es la prioridad; pero qué difícil es convencerse de que uno no es un montón de basura como se lo han dicho antes, como uno mismo se ha sentido tras fracasar.



 Pasa en ocasiones que en nuestro deseo de cambiar una cosa, terminamos cambiando veinte más, quizá nodirectamente ligadas a la anterior, pero tal cual, es lo que hay. Quisiera contar lo bien que me trata la vida, pero sería mentir solamente, me gustaría reconocer que lo "he hecho bien" aunque como saben, un montón de situaciones se escapan de mis manos.

A veces es uno mismo el que se autoboicotea, otras simplemente el entorno se vuelve una verdadera locura a la que no se le encuentra principio ni fin, ni cabida, ni punto de análisis, sucede demasiado al mismo tiempo en tantas partes que es prácticamente inútil luchar contra corriente.

Ya está, sucedió, se perdió, ni modo. Desapareció, no se logró, las reglas no aplicaron, se cayó, se rompió. Quiero llegar al día en el que de ahí en adelante me despierte agradecido por las deciciones correctas que alguna vez tomé, no recriminándome o sobrepensando, sino estando plenamente en el presente cubierto de la bondad del momento.

Pero la verdad es que ese día parece una utopía, un horizonte que se desplaza con cada paso que doy. El presente siempre parece ir vestido con los errores del pasado y las ansiedades del futuro. Y así, el equilibrio se convierte en una lucha constante, como caminar sobre una cuerda floja con los ojos vendados. Porque, ¿cómo estar en paz con el presente cuando el peso de lo que fue y lo que podría ser no deja de presionar los hombros? Nos enseñan que la gratitud es el camino, pero nadie nos advierte lo difícil que puede ser encontrarla cuando todo parece desmoronarse a nuestro alrededor.

Sin embargo, quiero creer que es posible. Que un día, al abrir los ojos, todo lo que fue caótico empezará a hacer sentido, como piezas de un rompecabezas que finalmente encajan. Quizá no se trate de que la vida se vuelva más fácil o más amable, sino de aprender a ser más suave con uno mismo, a dejar de resistir tanto lo inevitable y permitir que el cambio, con todas sus veinte variaciones imprevistas, sea parte del proceso. Porque, tal vez, el secreto no esté en evitar que el mundo se desmorone, sino en saber cómo reconstruirlo una y otra vez, desde lo que quede.

No sé qué depare el día siguiente, me aterra haber descubierto tantas cosas oscuras tan rápido en el línea de mi vida y tener que convivir con ellas lo que me resta. Al mismo tiempo, me siento feliz ante el constante aprendizaje, no hay paisaje sin muerte en su haber, por mucho que nos enfoquemos únicamente en su belleza.

Me fui, perdón, me extravié a mitad de lo que estaba escribiendo acá, me distraje con otros asuntos. Lo que quería decir, solo para finalizar, es que ya empiezo a ver cómo organizar las cosas para el próximo ciclo que pueda tener conmigo. Desde la nada, como un sorbo de agua natural, refrescante, así va a sentirse, lo sé.



Ni Modo

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 Pasa en ocasiones que en nuestro deseo de cambiar una cosa, terminamos cambiando veinte más, quizá nodirectamente ligadas a la anterior, pe...

 Así es, estoy despierto desde las cinco, y pues ni modo. Buenos días, los planes cambiaron, o mejor dicho, los planes terminaron en un cesto de basura, porque en efecto, no podré regresar a continuar con mis proyectos por ahora, tendré que estar acá, alejado de mi "centro de control" por un tiempo.

Y qué pasa cuando no estoy al mando de mis asuntos, cuando los recursos se me escapan de las manos, cuando los números no cuadran, cuando las cosas en el cuaderno pierden su sentido, cuando lo presupuesto desaparece; no sé, espero al menos no perder el sentido.

Ha sido una vida repleta de altibajos, más bajos que altos, la neta. Pero entre todo, las constantes están ahí, la gente que me motiva a ser fuerte, el aprendizaje de mis errores, la visión puesta en un panorama más grande, las ganar de recuperarme y mejorar constantemente.

No tengo nada, no soy nadie, no he podido con la mayoría de retos que me he puesto. Dolor de todo, edad, ansiedad, penurias. Vamos a seguirle, eso sí. Mi propuesta para resolver las cosas siempre estará viendo hacia adentro, ¿qué falta? ¿qué está de más? ¿cómo cambiar la forma de pensar?

No hay más para decir, volveré a casa el próximo mes, a la libertad y toma de control anhelada. Estando a veintitantos días de hoy, las dudas vuelven, tras superar una semana laboral pesadísima, en casa, con la familia, ajustando la óptica.



 Yeah mate, sometimes life sucks!

So many times I've tried, to change the way I do things. Mistake over mistake, thinking again, what's happening to me?

I want to come here to write my note, to my inner self, to a future version of me, nothing works no more, not as the way they did before, but that's ok you know, 'cause you're probably overthinking, overreacting, overexpecting, overwhelmed, when everything around is about to blow.

"Fuck the System" you used to say, now being a crucial part of it, what are you gonna' tell your sons? The truth and no more, the have to keep their eyes open.

Not a pretender, not a superficial, not a liar; there are vices on me, I'm a sinner, bad decisions, continous nightmares, human feelings, fastidious thoughts, mental despair.



Yeah Mate

Por
 Yeah mate, sometimes life sucks! So many times I've tried, to change the way I do things. Mistake over mistake, thinking again, what...

 No hay ninguna necesidad de que venga a poner esto aquí, pero la verdad, no he podido descansar durante el fin de semana principalmente por estar pensando que lo más probable es que me señalen y llamen la atención en el trabajo mañana. La verdad es que, me siento un poco mal de haberme salido (a mi hora) y no haber resuelto el fallo que estaba ocurriendo.

Pero la verdad, si lo analizo, no hice nada malo, no debería de sentir culpa de salir de trabajar a mi hora; mucho menos de haber rechazado la solicitud de volverme a conectar a "dar cuentas" a las ocho de la noche (tres horas después de mi salida).

Es lo malo de trabajar con un equipo pluricultural donde el único mexicano soy yo; a estos compas les cuesta demasiado poner y respetar los límites, porque para ellos la vida es el trabajo mismo, y su ser gira entorno a eso; los respeco, respeto mucho que sean trabajadores; pero no es lo que yo quiero.

Y con toda la pena de mi corazón si vuelven a "solicitar" que me conecte a deshoras, tengo todo el derecho de decirles que no atenderé porque la solicitud está fuera de mi horario. Y sin embargo, los nervios no me han dejado descansar en consecuencia. Me iba a poner a programar algo para la empresa durante el fin de semana, pero ya acudí a su evento ayer, ya no, la verdad, no, gracias.

No sé qué pase. Reitero. Tal vez me regañen. Cosa que no quisiera. Detesto no sentirme en plena consciencia de mis habilidades dentro del proyecto porque simplemente hay cosas que no sé, no me las han enseñado y no tienen planeado hacerlo. Aquí es de a huevo ser autoeducado y moverle "a todo" como si nos sobraran cinco horas en el día.

Perdón que venga únicamente a tirar mi frustración acá; pero si no lo hago, no podré dormir. Y mañana quiero empezar la semana con el mejor de los ánimos, con una excelente actitud y tratando de ser eficiente en todo lo que esté a mi alcance. Ojalá se comprenda mi situación del viernes y se me tenga misericordia.

En fin, tema aparte, ya quedan pocos días para volver a tomar el control de esta casa. Lo necesito de manera urgente. Me hace falta como no tienen idea. Mi libertad es la habilidad extendida de mi ser que no sabría que tanto echaría de menos en condiciones como las actuales.



 Ha sido un año de idas y regresos, de subidas y bajadas, de días tristes de bajoneo y alegres de celebración, en resumen, ha sido un año como cualquier otro en mi vida. En el que tengo el control de lo que me rodea por un rato, y al poco tiempo, lo pierdo, me veo superado.

Son cosas en las que quiero trabajar, decenas, cientos, miles; son situaciones que voy a resolver, y así, el tiempo pasa, sigue su curso sin piedad, envejecemos con la existencia amarga, por culpa principalmente de nosotros, nuestro ego y nuestra intensa necesidad de pertenecer y destacar, donde lo único que verdaderamente vale es aquello en lo que no necesitas gastar un centavo.

Compartir tiempo con las personas que amas y admiras, sentarte a planear tu día en la tranquilidad de un hogar que te proteja, sentirte tranquilo y pleno mientras colocas tus versos en una computadora; ese tipo de detalles, realmente son los que tienen peso valioso dentro de tu espectro de alcance.

Pero qué pasa, que nos hundimos en redes y deseamos lo que aparentan experimentar los demás, yo mismo he sido propiciante de esa banalidad, no lo digo con pena, sino con consciencia de que pertenezco a un mundo que está dispuesto a todo con tal de aparentar, un mundo superfluo y vacío, que lo único que tiene para ofrecernos son objetos efímeros.

Y es ahí de donde me abrazo para empezar a planear mis propósitos del año entrante, del deseo de superar esa versión de mí; sé bien que estamos a la mitad del actual, y que en cuanto a cantidad de propósitos alcanzados a penas llevo dos de los quince que me he puesto; sin embargo, empezar a planear me da ánimos de seguir, me ayuda a ver los cambios como mejoras y me motiva a trabajar en cerrar capítulos anteriores de esta historia.

Respirar más es importante, suspirar es crucial. Guardar silencio y escuchar es escencial en esta nueva modalidad de vida. Para aprender no basta con repetir, hay que concentrarnos en producir y entender desde las bases hasta los detalles.

Fue una semana lluviosa en compañía de mi familia, donde estuvimos enfermos de la garganta, entre gripe, tos y cansancio; sentí que no lo disfruté como hubiera querido, porque me fui hasta ya bien entrado el fin de semana, y hoy otra vez es viernes, me gusta eso. Lo necesitaba, así como a veces necesito la tranquilidad y compañía de mí mismo. De mi sobriedad. Actos de amor propio justos y verdaderos.



 Odio el sentimiento del recordatorio a mi oído constante con la frase "no lo estás logrando", no saben lo mal que se siente, no saben lo triste que me pone. Porque sé que hay salidas, hay cosas que podría estar haciendo, destruyendo, construyendo, y en lugar de eso, caigo en la desolación y penas. No escribo esto para causar conmiseración, lo hago porque necesito desarraigarlo de mi sistema.

Me siento mal porque estoy perdiendo una batalla que no debería, porque se están apoderando de mí situaciones externas que no controlo, porque el entorno mismo se ha vuelto hostil y despiadado, nada permisivo. Y con el paso de mis problemas, envejezco, envejezco sin lograr un ápice de mis anhelos, roto y fulminado.

Me hace falta tanto, que al caer con muy poco, me convierto en insignificante, y por qué no estoy haciendo lo que amo, porque no soy suficientemente bueno; y así, con esa frase constante, me limito a ser un observador, reduzco mi intensidad a nada, me arrincono en un espacio minúsculo y pisoteo una vez más mi ego mermándolo lo más posible.

¿Qué pasaría si hiciera lo que quiero? ¿Qué sucedería si no me dejara vencer por mis temores? No lo sé, no lo sabremos nunca, quizá. Frustración y desesperación, amargura y falsedad, lo que veo en el exterior me fastidia, múltiples sucesos me han demostrado la incomodidad que me provoca, ¿qué está pasando con mi cabeza?

De verdad que deseo sentirme mejor, salir de estas es lo que me gustaría. Pero aún más, deseo entender que este malestar es solo una etapa, un puente hacia una versión más fuerte y sabia de mí mismo. Que cada caída, cada desilusión, está forjando una resiliencia que todavía no conozco. Es un proceso doloroso, sí, pero necesario. Y aunque ahora me sienta perdido, sé que en algún lugar dentro de mí está la fuerza para emerger, para encontrar mi camino y finalmente vivir la vida que tanto ansío.



 Uno de mis mayores problemas es que mi cabeza da vueltas, sin parar, visualiza oportunidades y anhela profundamente; mi corazón ama hasta el hartazgo, mi ser completo se turba en consecuencia. Todos esos conflictos exteriores, todas esas situaciones ocurriendo, una a la vez, consumiendo un poco más de nosotros sin darnos cuenta.

El tiempo, esa bendita entidad poderosa, capaz que destruir aquello por lo que has luchado hasta el agotamiento, responsable de acabar contigo y con cuanto te rodea, no hay sueños ni ideas que estén por encima de su alcance.

Una vida es insignificante a su lado, nuestros miedos más grandes, son absurdas nimiedades, lo mismo aquello por lo que nos afanamos. Estamos condenados a caer ante su paso, a rompernos y volvernos polvo, a desaparecer en el olvido.

Mis entrañas no serán más allá que el recuerdo borroso de un par de eventos compartidos, más allá del tiempo y el espacio, ambos de creencia infinitos, está la nada, el todo; y así, de minúsculos como realmente somos en cuanto a significado, queremos colocar un par de marcas en la roca y la madera, esperanzados en que la erosión no hará con ellos como ha hecho con el pensamiento de la humanidad a través de los siglos; sin embargo, es entendido en el consciente colectivo de que así sucederá.

No sabes las ganas que tengo de escribir algo que tenga sentido. Poner un montón de hilos en una pizarra e ir anotando las cosillas que se me ocurren que deben de estar interconectadas. Pero me pregunto por qué, constantemente lo hago, seguido caigo en cuenta de que no debería de considerar tanto lo que otros lleguen a pensar de mi arte y ponerme a redactar porque sí, porque quiero, porque puedo. Y al final, no lo hago, lo pospongo; sin importar que esa sea una de las cosas a las que me comprometí este año. Se me acaba el tiempo.



El Tiempo

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 Uno de mis mayores problemas es que mi cabeza da vueltas, sin parar, visualiza oportunidades y anhela profundamente; mi corazón ama hasta e...

 Algunas personas son terapia. La he pasado todo el día leyendo, al cuidado de cualquier llamada por parte de mi empleador, salí un poco esta mañana a por un café, al regresar acompañé a un amigo a comprar pan, y desde que volví me la he pasado encerrado en mi cuarto, leyendo y escuchando música prácticamente.

Así es un sábado cualquiera para mí; no necesariamente tengo que estar en la calle de un lado al otro (lo cual no es queja cuando pasa), a veces únicamente hay que quedarse en casa a disfrutar del "aburrimiento". Aunque no necesariamente llego a aburrirme, si después de un par de horas de lectura, quiero hacer algo distinto, está bien, por ejemplo escribir acá, ver alguna película o ponerme a jugar un videojuego.

Si se preguntan por qué no me he ido hoy, es porque tenía "trabajo", o algo así. Tengo la responsabilidad de estar disponible y cerca de mi computadora ya que hubo release y si algo se complica me contactarían para meterme a llamadas, que nos obliguen a estar al pendiente el fin de semana próximo a cualquier release la verdad se puede volver algo fastidioso, porque de por sí ya tenemos la semana on call al mes, en la que tenemos que chambear, y que nos quiten una extra forzándonos a estar cerca de la computadora, básicamente se traduce en que dos fines de semana al mes estoy indisponible.

Como dije, no tengo conflicto en quedarme en casa a flojear viendo series o pasarla tirado en la cama, pero en conjunto, siento que se extiende el tiempo que nos toca dedicarle a la jornada laboral.

La situación en el trabajo, por cierto, en relación a la débil gestión del proyecto por parte de los jefes, ha ido escalando lentamente. Del equipo de cinco personas que somos los que al final sacamos las actividades (ya que tenemos cinco jefes, como quien dice y hay tres monitos nuevos que todavía no se la saben), los cinco estamos en la misma condición de cansancio, frustración y molestia. Lo cual es mucho decir porque estamos hablando de un gringo y tres indios aparte de mí.

Ah sí, porque como se imaginarán, una vez más no trabajo con mexicanos. Esa sentencia ya lleva años siguiéndome así que no me sorprende en absoluto. Había un mexicano, mi amigo al que recomendé, que al primer recorte de personal lo dejaron ir el año pasado por temas de layoffs.

Es innegable que las relaciones personales tienen un profundo impacto en nuestra salud mental. Mientras algunas personas pueden brindarnos apoyo, consuelo y una sensación de calma, otras pueden ser la fuente de estrés y angustia. Es vital reconocer que nuestra salud emocional y mental se ve influenciada tanto por nuestras interacciones personales como por nuestro entorno laboral. En situaciones como la que enfrento en el trabajo, donde la gestión deficiente y la presión constante erosionan el bienestar, encontrar apoyo en personas que actúan como "terapia" puede marcar una gran diferencia. Estas personas, con su empatía y comprensión, nos ayudan a equilibrar la balanza y a encontrar un refugio en medio del caos.

Sin embargo, es igualmente importante identificar a quienes, conscientemente o no, nos empujan hacia la terapia. Las dinámicas tóxicas, la falta de consideración y el estrés añadido pueden convertirse en una carga insostenible. Reconocer esta diferencia nos permite tomar decisiones más saludables en cuanto a las personas con las que elegimos rodearnos. En un ambiente de trabajo que ya de por sí resulta extenuante, rodearse de personas que nos revitalizan puede ser crucial para mantener nuestro equilibrio emocional. Así, la clave está en construir un círculo de apoyo fuerte, que actúe como un escudo contra las adversidades y nos permita afrontar los desafíos con una mente más serena y un corazón más ligero.



 Algo extraño ocurre. Una vez más pasa de media noche y la ansiedad ha atacado. Me quedé sin uñas de nuevo. La sensación de vacío y muy poca valía se apodera de mí; ese pensamiento constante de "no ser suficiente" previo a un fin de semana de release, es muy incómodo.

No sé qué me ocurre, la verdad. Me siento débil, hasta destruido. Quiero enfocarme en trabajar para mejorar, pero de repente me dan estos bajones; lo curioso es que no extraño nada ni a nadie, no en este momento, lo que percibo es en el interior, en algo así como un agotamiento intelectual y emocional.

Me duelen las manos, experimento un combate entre frío y calor, tengo el peso sobre mis hombros de "no estar haciendo las cosas bien", y me fastidia, me limita, me pesa. Hay tanta gente a mi alrededor a la que quiero, no sé por qué me cuesta tanto expresar mi estima, es como si me doliera el pecho ante la probabilidad de ser pisoteado de nuevo.

Y esa constante de fracaso, vacío y perdición, se vuelve algo traicionero, algo que me roba el sueño; tanto como las pantallas en sí. Y abandono la lectura (que tan saludable es para mi cerebro), las ganas de concentrarme (que tan bueno es para mi desarrollo profesional), y me desconecto de lo que sucede aquí y ahora, entrando en un estado de zomnolencia y frustración, en el que a penas diferencío entre lo que es verdad y no.

¿Será el café que me bebí cerca del anochecer? Falso. No bebí ningún café. ¿Por qué no simplemente tengo todo accesible y a la mano de la mejor calidad del mundo para alimentarme y nutrirme de una forma excelente? ¿Por qué siento que estoy perdiendo mi propio lugar en la casa de la que yo mismo soy el responsable y encargado?



Sin Uñas

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 Algo extraño ocurre. Una vez más pasa de media noche y la ansiedad ha atacado. Me quedé sin uñas de nuevo. La sensación de vacío y muy poca...

 Me pasa que son las dos y media de la mañana, hace rato un loquito pasó tocando las puertas de los vecinos; cuando estaba tumbando a patadas la puerta contigua, llegó la policía a pedirle que se retirara. Fue algo incómodo escuchar cómo hasta pateaba como desesperado. Creemos que estaba arriba del avión o algo por el estilo. Según venía buscando a una señora, una tal Paz. Paz era la que no se percibía en el ambiente hasta que el susodicho se fue. Hará como tres horas que eso pasó, cerca de media noche, me encontraba a punto de quedarme dormido, tenía los ojos rojos del agotamiento.

Tema aparte, ayer estuve todo el día en la calle; poco a poco voy construyendo ciertas actividades tipo rutinarias que me ayuden a mantenerme relajado durante el fin de semana; lo sé, lo sé, es bastante irónico que lo escriba tan tarde por la madrugada, pero entiéndanme, incluso las más sencillas de mis rutinas, me cuestan para adaptarme.

Las trampas están ahí, lo reconozco. Por ejemplo, instalo redes sociales en mi celular, y al rato estoy poniendo videos en YouTube hasta bien entrada la noche; después, en medio del paseo de mi dedo por los feeds de Facebook, Instagram o Twitter, me empieza a salir publicidad de algo que me atrae, caigo en Amazon, en MercadoLibre, en AliExpress o en alguna otra página de venta de productos, ¿y ahora qué sigue? Gastar, obvio. El capitalismo haciendo de las suyas, la programación funcionando a la perfección.

Mi bloqueo mental, el torbellino de frustraciones, ansiedad de media noche, el deseo de escribir porque "se me fue el sueño", seguir viendo muros y perfiles, pasearme entre creadores de contenido, videos, audio; qué fácil es pagar diez mil varos cuando son las dos de la mañana, estás adormilado y acabas de ver algo que súbitamente se te antojó tener en tu posesión.

Command C, command V, ¿qué estás haciendo Carlos? Ya vete duérmete. Me pasa que la mitad de mi cuerpo se siente acalorada y suda, mientras que la otra mitad tiene tanto frío que estornuda; no le hagan caso a la gente amigos, envejecer no está padre, tampoco lo está tener que desvivirse diariamente por mantener sus impulsos de idiotez bajo control. Ese tipo de instintos ruines son los que me forzan a ver directamente con mis ojos tristes a personas que me atraen sobremanera; sin justificar lo que me pasa, únicamente aceptándolo.