¿Qué me está pasando? No encuentro la salida. O la entrada. O a mí mismo. Todo da vueltas. Me incomoda la gente, la ausencia de la misma, las distancias y la carencia de espacio. ¿Soy un viejo? Ya lo era desde hace tanto, no puede ser esa la razón de mi incomodidad, porque estoy en un proceso de adaptarme a un nuevo lugar.
Les cuento, lo que sucede es que mis procesos suelen ser lentos. El entorno juega un papel fundamental en mis planes. Pero cuando mis planes son destruidos por una situación que me obliga brúscmente a tomar otro camino, el piso se me desestabiliza, y tengo que recuerarme antes de volver al camino. Me siento como cuando en Mario Kart me caigo de la pista a un río y la nubecita viene por mí a regresarme al camino correcto. Para esto, como dije, he perdido un mes completo de mis propósitos. Porque ¿cuándo tendré un lugar nuevamente para habitar? ¿Y muebles? Al menos una cama...
¿Necesito una cama? No, no necesito ni siquiera una cama. En estos días lo único que necesito es un espacio que pueda sentir como mío, saludable en relación a la influencia del exterior, que me permita sanar y perdonar, principalmente para conmigo. Porque un montón de raza puede tener las peores opiniones de mí, pero la única que tiene un peso verdaderamente negativo, es aquella que yo me repito día con día. O positivo, si así se quiere.
No se trata de ser humilde o pretencioso, hay un buen de situaciones que pueden ponerme en cualquiera de los dos segmentos de esa bifurcación; lo cierto es que tengo seriamente que reconocer que estoy más cerca de la carencia que del éxito. Pero está bien, es entendible, y sigo teniendo fe en que se puede resolver.
Cuando mis mejores amigos superan sus metas, que llegan a mejores posiciones laborales, que construyen empresas, que venden una idea millonaria, me pongo a pensar en que las posibilidades cada vez se reducen más, por mera estadística y punto. Porque aceptémoslo, la movilización social no es cosa de todos los días. Y para quien ha venido de menos a más, como un servidor, es prácticamente meritorio estar aquí, como sea que esté. Aunque eso sí, he conocido a quienes de venir de situaciones más vulnerables ahora están en completa plenitud persoanl y financiera. Y lo celebro con ellos.
... Estoy perdido entre mis ideas otra vez, no sé ni siquiera por qué abrí este procesador de texto, hasta se siente repetitiva la publicación. ¿Y si estoy perdiendo el toque? ¿Si ya me olvidé de cómo colocar palabras una tras otra de forma coherente?
... Algo pasó. O está pasando. Es la inercia de creer que puedo conseguir las cosas a pesar de las limitaciones. Porque seamos sinceros, alrededor hay más cuestiones impuestas para verte caer, doblegarte y retenerte; que para impulsarte hacia adelante o arriba.
... Quiero a una persona estúpida, como cómplice, como amistad, como alguien a quien no le importe un carajo salir a la calle y gritar que está de buenas. Como solía hacerlo antes, cuando no le tenía miedo a nadie. Cuando la opinión ajena tenía menos impacto sobre mí que un grano de arena bajo mis pies descalzos en la playa.
Francamente, estoy empezando a reubicar mi cabeza. Y de ahí se parte. La confianza no nace de los halagos, ni de los logros personales o de las experiencias positivas. Viene de las tripas, es visceral, compulsiva.