Relájate dopada, nadie "intentó" nada.
Uno viene tranquilamente a pasar el rato en la madrugada y se encuentra con sendos "referentes" de raza que no sabe preservar su palabra, pero sí se vende con la premisa de "olvidar" lo que les conviene solamente, ya saben, "memoria selectiva".
Porque claro, recuerdan cuánto cooperaron en un inicio pero no recuerdan las promesas de pago que hicieron. Conservan en la memoria solo aquello que les conviene, qué harta pena me dan. No quiero volver a dedicarle una oración a gente así; en primer lugar porque me pueden hacer sentir culpable de cosas que ni al caso; en segundo, más importante, porque prestar atención a esa gente es darle importancia inmerecida.
La vida es demasiado corta para desperdiciarla con gente mierda. Ni una vez más te quiero ver, ni aquí, ni en treinta años, para que mis "miradas" no te hieran e incomoden como predicas en tus redes. Ridícula. "Vístima", te dicen. Sáquese por allá, que en mejores lodazales me he atascado.
Cada quien ve lo que quiere y percibe lo que tiene dentro de sí. Aquí quedarán tus últimas gotas de atención desde este lado. Qué ironía que te digas lo que dices, qué tristeza que no aceptes lo que eres, qué desgracia que no reconozcas tus falacias, qué miseria que te muestres cobardemente como alguien que sufre.
Paradójicamente, ni pío de tu pico salió por resarcir nada, ni siquiera intentaste componerte o sentarte a dialogar, porque en tu supuesta y fabulosa desventura lesbotroglodita, todo es culpa de alguien más, incapaz eres de responsabilizarte.
En fin, doy por cerrado este tema. Dos meses han pasado desde que removí redes del celular con un objetivo en mente: perdonarme y perdonar. Perdonarme por ser un crédulo y perdonar cualquier cosa que estuviera limitándome. Recuerda claramente, si había una "puerta", no la hay más. Sé feliz y jódete, lo que sea tu voluntad. Aquí no estamos para acarrear zurrapas.