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Me perdí al iniciar la cuenta, de su inmensa promiscuidad, alucinaba un par como esas una bella, otra igual. Las amé desde el segundo exacto que con ellas tuve contacto, y cómo evitar ser seducido por semejante par instrumentos, por tan grandiosos, dignas de ser alabadas.

La historia de hoy cuenta la posibilidad de alguien como yo de recibir en sus manos a alguien como tú, sí, como tú; sin miedos, con confianzas, sin idealizar nada, creyendo como real solo aquello que puedo ver y tocar, no como un sueño, no como un cuento, no como una memoria nublada con palabras e imágenes poco nítidas.

Jamás la imaginé tan deliciosa, siempre busqué a más, siempre he intentado la cúspide alcanzar, pero no lo había visto tan cerca como en esta oportunidad. Y medito, y temo por mí, pero temo más por ella, porque ella lo hace también, sabe que su par de piernas me incitan a aproximarme, a seducirlas, a tocarlas y hacerlas mías; ¿el problema? También quiero hacerlo.

Mientras otros se proponen ser mejores personas, perder peso, ir al gimnasio, escribir algo, prepararse, superarse; yo he decidido el 2014 no estar contigo y dejarme la de chivo; porque me gusta, porque es parte de mí, porque quiero rendir un tributo a todo lo que ha sucedido al rededor de mi vida para llegar al hoy, al ahora.

Podría pasar unos cuantos párrafos diciendo lo maravilloso de estos días, pero mejor me centraré en las cosas tristes, porque también las tengo, porque soy un melodramático. Dejé uno de mis trabajos, por muchas razones —que también puedo llamar piedritas—, algunas de las cuales se fueron acumulando recientemente hasta llenar mi límite, y sí, es cierto, se atravesó lo de las prácticas que fue una buena excusa para decir adiós a ser observado, a ser comparado y evaluado todos los días; a ser considerado como poco competente por personas de notoria menos competencia, y poco responsable y poco ético por quienes me pedían actuar así para realizar mi trabajo. Sin juicios, me harté de no ser yo, eso es todo.

Una persona más, quien curiosamente decía no desear emitir juicio sobre mi vida dijo juzgándome que era mi culpa y solo mía algo que sucedió, aquello que pasó a mi casa, y que gracias a mi forma de ser he perdido un amigo, un amigo que hace meses se esconde de mí, se dice tener la conciencia tranquila y el corazón puro y casto, curioso, quien no puede siquiera verme para aclarar todo de frente. Por cierto, respecto a él no opino nada, porque de él no he escuchado, ni leído, ni visto nada, así que lo que ella diga en opinión propia acerca de mí, de poco o nada me infunde algo, no la desprecio, pero ella no es él, ella no es mi amigo.

Me pagan menos cada día, abusan de eso mis jefes; hace un par de días lo habría venido a reclamar aquí, como si alguien fuera a leerlo y exponerlo al patrón; hoy no es así, hoy tengo la decisión de recibir lo que quieran, eso, en la opinión del doctor que también me asesora "es un estupendo estímulo a seguir aprendiendo y ser mejor profesional, a cansarme de lo poco e ir por más, pero todo con paciencia".

Cada día me llegan retos, pero ese par de piernas tuyas han sido uno de los más grandes que he tenido que experimentar. Quisiera decir que no me vencerás con tu alto nivel de atractivo, que no podrán tu belleza y sutileza conseguir lo que de mí quieren, pero no lo sé, es una lucha de dos flancos, porque por un lado necesito avanzar firmemente contigo para evitar que te alejes en pos de otros que probablemente sean mejores que yo al final para ti, y por otra necesito no dejarme engañar por tus dudas, ni falsos estímulos, y no creerme ciegamente las oraciones que con truco envías a mí, no todas lo son, obvio, la inmensa mayoría son honestas, y esas las que vienen opacas, lo son por tus propios miedos, o por ser tu forma de tenerme hipnotizado con tu vaivén.

Quiero decir que no puedo dejarte dominarme, me gustas más sumisa; me agradas más honesta. Sé lo mucho que te gusta ser parte de mi trazado, pero también reconozco tu libertad y opinión, tus gustos y deseos, no soy un genio de lámpara, así que no puedo cumplirlos todos, pero haré lo posible por satisfacer aquello que yo crea mejor para ti.

Y ya no sé con qué terminé hablando, empecé con piernas, eso sí, pero acabé con historias y debrayes enfermos y sádicos que pocos podrían entender, mucho menos vivir con inteligencia, sin romper las delgadas líneas que lo separan de lo malévolo. El sabor del poder, ah sí, y le enseñaré a algo de dulce, no todo, la quiero libre de diabetes y es demasiado para una sola persona.

Piernas

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Me perdí al iniciar la cuenta, de su inmensa promiscuidad, alucinaba un par como esas una bella, otra igual. Las amé desde el segundo exacto...