En mi experiencia personal, soy alguien que funciona mejor cuando está organizado. Desde la hora de despertar hasta cuando tengo que dormirme, eso me ayuda a gestionar de mejor manera mi energía y enfoque dependiendo lo que me rodea.
Por ejemplo, el ruido me parece un distractor grande cuando se trata de explotar la parte creativa de mí. Algo que no ocurre cuando estoy ocupado haciendo alguna actividad que simplemente requiera "rutina". Es común de los trabajos actuales, que muchas de las tareas se podrían automatizar, pero debido a la complejidad de las herramientas o el uso de diversas tecnologías, no es algo tan sencillo todavía; por lo que se requiere la mano humana para interactuar y estar alerta. Ante eso último, no me incomoda para nada que haya una fiesta en casa.
Pero cuando hablamos de colocar ideas una tras la otra, para dar estructura a un documento; aunque tengo la capacidad de ponerme audífonos y entrar en mood "no molestar"; prefiero que lo que me rodea esté tan silencio como sea posible. Por esa misma razón he estado pensando comprarme unos audífonos con cancelación de ruido.
Ha pesar de lo cruel del virus, y lo incómodo de estar encerrados durante la pandemia, hemos aprendido a llevarnos bien con el trabajo y la gente que nos rodea, y hablando de mí, estoy empezando a reformar algunas de las cosas que me habían "valido" con el propósito de mejorar como persona. En mi mente, viajar a Colima solía ser una ida al parque de diversiones, donde las responsabilidades y lo tajante de mi agenda pasaba por alto, eso provocó que me fuera de patas ante la idea de que volvería pronto a recuperar mi entorno de reglas. Lo cual no llegó, o al menos hasta ahora no se ha presentado.
Entonces, un día hace poco me dije: Ya fue, no sé si volveremos a donde estábamos y tendré que reordenar prioridades y darle con las cosas saludables. Porque estaba tan mal en mi mente, me venía sintiendo tan terrible con todo, que no le daba el mínimo de oportunidad a las cosas de caer por su propio peso; la ansiedad me consumía, sin poder dormir y desesperado, sintiendo que lo que hiciera sin importar el esfuerzo, estaba destinado a fallar.
Ahora, es cuestión de días que he retomado mis planes, tampoco es que me haya librado por completo de la toxicidad a la que puedo llegar a entregarme cuando no mido mis pasos. De lo que se trata es de recuperar el terreno perdido, trabajar por salir adelante y resolver cuanto pendiente me quede. Sin culpas, sin depresión, sin sentirme miserable. Es verdad que nada tengo, nada soy y probablemente nada valgo; pero puedo ir construyendo valor a través de otorgar un poco de lo que he aprendido.