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Mis vecinos son unos cerdos, listo, ya está, lo he confesado. Tienen la pésima costumbre de al asear su departamento juntar la basura afuera, llenando el lugar de olores indeseables, una vista terrible y claro está, animales que producen infecciones.

Lo digo lamentándome, pues vivo en una parte de la ciudad, que bien podría decirse, está llena de privilegios, pues es considerada la mejor económicamente hablando; claro está que no estoy desperdiciando mi dinero, y me he encontrado un departamento accesible para mí, que no me afecta en la economía y me permite continuar saldando mis pendientes, además de planear nuevos proyectos.

He estado encerrado básicamente durante el fin de semana, a penas hoy decidí salir un poco a tomar aire; no me había estado sintiendo del todo bien, que no se malentienda, han sido varias cosas las que he experimentado que me han afectado en diversos sentidos. Lo que más me gusta de caer es la posibilidad de levantarme.

Soy un asco en muchas formas, la verdad es que acepto que la vanidad lo es todo en estos días; y aunque como consecuencia de vida está en mi haber el amasar fortunas, no es prácticamente lo que tengo en mente cuando pienso en éxito; y esa es tristemente la realidad de mis convicciones, la mayor encrucijada a la que me enfrento.

Actualmente aspiro a mantener un perfil austero con solo treinta por ciento de lo que proveo (posteriormente deberá ser menor porcentaje), eso para conducir mis metas en tiempo y forma y poder generar más proyectos conforme pasen los años; sí, soy alguien que no piensa solo en el presente, solo en el momento; para mí unos minutos nunca van a significar nada.

El mundo está repleto de vanidades e instantismos; lo he dicho hasta el cansancio; nada más basta ingresar a páginas como Instagram (que, dicho sea de paso, yo también me meto ahí a ver mujeres lindas) para darse cuenta de lo vacías que están las personas.

A mí me gusta ponerme en el lugar de la gente; imaginarme por lo que tuvo que pasar para encontrarse en esas circunstancias, y aunque recientemente he sido llamado "inestable", creo con toda mi alma que la pasión es parte de mí, trato de comprender e interpretar el por qué del suceder de todo.

Sí, el romanticismo trae consigo soledad, una soledad que duele, que ciega y a veces incluso mata. Ya estoy acostumbrándome a vivir con eso. Y aunque, el romántico en la historia universal sea el amante perfecto, también es bien sabido que es el que suele volverse loco de pasión, o cosas por el estilo. Sí, ya sé, todo es un drama leído a través de las ideas de alguien que persigue el amor como un loco.

Dicho sea de paso, interpretarme siempre va a ser un trabajo imposible; pues tengo, al igual que bastantes románticos, la capacidad de escribir con una convicción y necesidad abrumadoras; tanto, que el lector incluso puede ser enviado a mi gusto a situaciones intensas. Por eso, el mismísimo Poe, fue llamado el padre de la literatura gótica; o Asimov, el santo devocional de los que somos amantes de la ficción.

Escribir es un arte que si se hace bien puede ocultar hasta el más mínimo de los detalles del que redacta; y si bien es cierto que la pintura es otro y esa está completamente ligada al momento de hacerla, quien escribe puede hacerlo sin tener motivación alguna más allá del propio alimento de su ego; ¿o alguien me puede decir que King le tiene tanto temor a los payasos?

Moscas

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Mis vecinos son unos cerdos, listo, ya está, lo he confesado. Tienen la pésima costumbre de al asear su departamento juntar la basura afuera...