Es difícil confesar las intenciones detrás de un crimen cuando fuiste captado in fraganti. Habría sido maravilloso tener una coartada, pero simplemente no lo hice, pues huí, como haría un cobarde. Tras horas de meditación y asistencia terapéutica, reconocer las cosas que uno ha hecho mal es parte del juego.
Escarbando un poco encontramos que hay frases que se han quedado marcadas en mi alma durante bastante tiempo, esas heridas se han vuelto cicatrices que me han transformado en una mejor versión de mí; el patrón ha sido bastante similar, encuentro a alguien que se comporta particularmente distinto conmigo, agradable por decirlo de un modo sincero, con un par de facciones físicas que me mueven el piso, me desgasto por ser notado y termino convirtiéndome en alguien que no soy, los complejos salen a la luz y se evidencian mis carencias, ¿se muere la confianza? No necesariamente, pasa lo que algunos llamarían "temerle al éxito".
El autosabotaje ha sido parte central en la evolución de mi persona, al día de hoy sigo aprendiendo a evitarlo, aunque a veces se hace presente y rompe cualquier cosa linda que me pase, todo es consecuencia de que interiormente me cuesta aceptar que merezco cosas buenas, termino sacándole la vuelta (generalmente sin querer) a la dicha y me quedo como inspiración de un proceso ajeno. Me vuelvo en parte el acompañante durante el fortalecimiento de alguien más.
Mirando en retrospectiva, estoy consciente de cada cosa que he hecho mal, nunca utilizaré la carta de "perdí la memoria" para ignorar mis responsabilidades, y trabajaré en lo que esté de mí por mejorar como ser humano, porque al final eso es lo que soy y estoy dispuesto a reconocerlo públicamente todo el tiempo: Alguien con deficiencias y falencias que entre complicaciones y miedos, trata de hacer las cosas lo mejor que puede, aunque a veces no lo consiga, aunque a veces se rompa.
La mirada triste, la necesidad de afecto, el gusto por dar, el inminente deseo de producir confort, el autodesprecio no superado, los conflictos intelectuales, la baja autoestima y las frustraciones ante los eventos externos; todo eso es parte de lo que trabajo cada día por mejorar. En efecto, sigo en proceso. Y obviamente aunque he dado pasitos pequeños en algunas áreas, me he tropezado en otras.
Quería reiniciar el chip, pero no me llevaría a un lugar distinto, había que trabajar en repararlo y eso es lo que vamos a hacer; hay cosas que están mal, que han estado mal desde el principio; pero no soy nadie para reescribir mi código genético, no tengo el poder para de la noche a la mañana despertar con ojos claros o un tono de piel más deseable, definitivamente no podré nunca darme un estirón más y ser un poco más alto solo con pensarlo, o sustituir aquellos genes que me reducen atractivo y poner de los "chidos" en lugar de esos.
No, no puedo ganar con la mano que tengo, soy objetivo con esa información. Y personalmente no disfruto blofear, si alguien tiene o pretende tener, qué genial por esa persona; si alguien es grande y le encanta presumirlo, también respeto eso. Yo simplemente no puedo. Soy una batería con el 11% de carga, y a lo mucho eso me da para un par de llamadas de auxilio de último momento en las mayores crisis. No queda para más.
No vine aquí a competir un juego que claramente no puedo ganar con las herramientas que tengo a la mano, por lo mismo hace tiempo he decidido optar por una mentalidad y estilo de vida a partir del estoicismo, donde nada me hace falta ya, donde no hay ambiciones más allá de enfocarse en alcanzar una vida virtuosa a pesar de todo, controlar los instintos y deseos es lo más crucial en este momento.
Sin importar lo que suceda, siempre puedo elegir cómo reaccionar a eso; incluso si las cosas han ido bastante mal o si me estoy quemando por dentro, puedo aprender de la experiencia y crecer con ello. Por eso mismo determiné no tener un "próximo" lugar, donde estoy, lo que soy y lo que tengo es suficiente para mí; seguiré siendo generoso con los demás, si ellos me lo permiten, pero el que me rechacen no va a permear mi capacidad de seguir siéndolo.
A esta vida he venido a aprender, y vaya que lo he hecho a punta de fregadazos. Mi mantra sigue siendo el mismo: Jamás le voy a desear el mal a unos labios que he besado, rechazar una mano que se me ha tendido o negar de dónde vengo.