Me pasa que son las dos y media de la mañana, hace rato un loquito pasó tocando las puertas de los vecinos; cuando estaba tumbando a patadas la puerta contigua, llegó la policía a pedirle que se retirara. Fue algo incómodo escuchar cómo hasta pateaba como desesperado. Creemos que estaba arriba del avión o algo por el estilo. Según venía buscando a una señora, una tal Paz. Paz era la que no se percibía en el ambiente hasta que el susodicho se fue. Hará como tres horas que eso pasó, cerca de media noche, me encontraba a punto de quedarme dormido, tenía los ojos rojos del agotamiento.
Tema aparte, ayer estuve todo el día en la calle; poco a poco voy construyendo ciertas actividades tipo rutinarias que me ayuden a mantenerme relajado durante el fin de semana; lo sé, lo sé, es bastante irónico que lo escriba tan tarde por la madrugada, pero entiéndanme, incluso las más sencillas de mis rutinas, me cuestan para adaptarme.
Las trampas están ahí, lo reconozco. Por ejemplo, instalo redes sociales en mi celular, y al rato estoy poniendo videos en YouTube hasta bien entrada la noche; después, en medio del paseo de mi dedo por los feeds de Facebook, Instagram o Twitter, me empieza a salir publicidad de algo que me atrae, caigo en Amazon, en MercadoLibre, en AliExpress o en alguna otra página de venta de productos, ¿y ahora qué sigue? Gastar, obvio. El capitalismo haciendo de las suyas, la programación funcionando a la perfección.
Mi bloqueo mental, el torbellino de frustraciones, ansiedad de media noche, el deseo de escribir porque "se me fue el sueño", seguir viendo muros y perfiles, pasearme entre creadores de contenido, videos, audio; qué fácil es pagar diez mil varos cuando son las dos de la mañana, estás adormilado y acabas de ver algo que súbitamente se te antojó tener en tu posesión.
Command C, command V, ¿qué estás haciendo Carlos? Ya vete duérmete. Me pasa que la mitad de mi cuerpo se siente acalorada y suda, mientras que la otra mitad tiene tanto frío que estornuda; no le hagan caso a la gente amigos, envejecer no está padre, tampoco lo está tener que desvivirse diariamente por mantener sus impulsos de idiotez bajo control. Ese tipo de instintos ruines son los que me forzan a ver directamente con mis ojos tristes a personas que me atraen sobremanera; sin justificar lo que me pasa, únicamente aceptándolo.