Es como empezar nuevamente, con muchas cosas qué pensar. Estaba ahí mirándome al espejo y meditando en las mil maneras que fui insultado; y es que es desagradable verse siendo víctima de situaciones en las que uno termina siendo el bufón de la historia, pero, hey, es donde recapacitar me abrió las puertas a la razón, la vida es un viaje que debe navegarse con una sonrisa en el rostro, no con pesar en la frente.
Y los olvidé, los hice a un lado, vomité todo lo que tuve que vomitar al pensarlos; las náuseas desaparecieron pues mis viseras casi se agotaron de mi interior mientras deponía sobre sus imágenes; ¿habrá alguien que piense que en el peor de mis estados pude ser tan aberrante como lo fueron para mí? Definitivamente, la gente es una porquería.
Pensaba en programar el predicar mi desprecio por diestra y siniestra, y a cambio consiguieron solo de mí silencio; porque me vi a lo más profundo de mi ser y admití mi imperfección, lo bello que es todo lo que no he podido hacer; reí, como un desquiciado entre el fanatismo que pude palpar hasta la insolencia que terminé por brindar.
Y es mañana el día en el que he de contar con esgrima cuán bello será u ostentoso el espacio de éste que dicta, éste que canta, y el que redacta; también domina, pues soy el temible lobo y el león rugiente, halcón valiente, miles de estrofas, misma leyenda, contar la manera en la que el mísero espectro de cara espantosa se esparce en el océano de un pasado apestoso, y horroroso él, asqueroso más, con su piel corriente, con sus prendas falsas.
Pude reconocer que a punto estuve de saber lo que es odiar pero me contuve, pues asesinar es simple para el que mortal no es; pero mejor la letra, dije, que supere la barrera del tiempo y se deduzca de mí en décadas, el asco que desde la primera impresión me dio.
¿Y saber que ha estado dentro de ella? Qué soberano temor, que un ato de cerdos amancillándola habría sido algo menos peor; pues por eso es que no lo muestras, al final te causa dolor, saberte tú, un día doncella, hoy un ejemplo de estupor; váyase mucho contigo tu condena, que se destruya tu color, y muera lentamente aquello que entre tus genes fue lo mejor; y sobre la bazofia crezca el fruto de tu condición.
Entre trajes y marcas de supuesto estilo supe que de lo poco que había nada o menos incluso el esperpento sabía; pues es lógico que de realidad desconoce todo; como el cuento de la ramera, como la entrega del tesoro, como saber que a cada segundo que me sabes cerca la humedad en ti desvanece todo decoro; pero no, no hay que decirle, igual para mí es un imbécil, tiene facha de no saber que la ausencia de su nombre en tus libros es mera muestra de que lo viste cual endriago, en tu tiempo briago, qué bueno que te fuiste.
Basca para mí supone, ni un céntimo más lo valoro; pues sí, debería de ser mayor mi porte, pero olvidé mi armadura de oro; mejor orinar sobre el rumiante, que expresar estima alguno sobre algo que ni a supuesto llega, un desperdicio de espacio, una mancha de mugre en el suelo, un rastro fecal que se secó con el tiempo, algo que mañana, de mi cuenta corre, y mis labios lo declaran, pues mis ojos lo verán, acabará en penas, sin yo mover un dedo, la peste vivirán.
Y los olvidé, los hice a un lado, vomité todo lo que tuve que vomitar al pensarlos; las náuseas desaparecieron pues mis viseras casi se agotaron de mi interior mientras deponía sobre sus imágenes; ¿habrá alguien que piense que en el peor de mis estados pude ser tan aberrante como lo fueron para mí? Definitivamente, la gente es una porquería.
Pensaba en programar el predicar mi desprecio por diestra y siniestra, y a cambio consiguieron solo de mí silencio; porque me vi a lo más profundo de mi ser y admití mi imperfección, lo bello que es todo lo que no he podido hacer; reí, como un desquiciado entre el fanatismo que pude palpar hasta la insolencia que terminé por brindar.
Y es mañana el día en el que he de contar con esgrima cuán bello será u ostentoso el espacio de éste que dicta, éste que canta, y el que redacta; también domina, pues soy el temible lobo y el león rugiente, halcón valiente, miles de estrofas, misma leyenda, contar la manera en la que el mísero espectro de cara espantosa se esparce en el océano de un pasado apestoso, y horroroso él, asqueroso más, con su piel corriente, con sus prendas falsas.
Pude reconocer que a punto estuve de saber lo que es odiar pero me contuve, pues asesinar es simple para el que mortal no es; pero mejor la letra, dije, que supere la barrera del tiempo y se deduzca de mí en décadas, el asco que desde la primera impresión me dio.
¿Y saber que ha estado dentro de ella? Qué soberano temor, que un ato de cerdos amancillándola habría sido algo menos peor; pues por eso es que no lo muestras, al final te causa dolor, saberte tú, un día doncella, hoy un ejemplo de estupor; váyase mucho contigo tu condena, que se destruya tu color, y muera lentamente aquello que entre tus genes fue lo mejor; y sobre la bazofia crezca el fruto de tu condición.
Entre trajes y marcas de supuesto estilo supe que de lo poco que había nada o menos incluso el esperpento sabía; pues es lógico que de realidad desconoce todo; como el cuento de la ramera, como la entrega del tesoro, como saber que a cada segundo que me sabes cerca la humedad en ti desvanece todo decoro; pero no, no hay que decirle, igual para mí es un imbécil, tiene facha de no saber que la ausencia de su nombre en tus libros es mera muestra de que lo viste cual endriago, en tu tiempo briago, qué bueno que te fuiste.
Basca para mí supone, ni un céntimo más lo valoro; pues sí, debería de ser mayor mi porte, pero olvidé mi armadura de oro; mejor orinar sobre el rumiante, que expresar estima alguno sobre algo que ni a supuesto llega, un desperdicio de espacio, una mancha de mugre en el suelo, un rastro fecal que se secó con el tiempo, algo que mañana, de mi cuenta corre, y mis labios lo declaran, pues mis ojos lo verán, acabará en penas, sin yo mover un dedo, la peste vivirán.
Mañana
Por
RokCK (RokCK)
Es como empezar nuevamente, con muchas cosas qué pensar. Estaba ahí mirándome al espejo y meditando en las mil maneras que fui insultado; y ...