Las estrellas del la noche sucumben ante nuestro aliento, mientras de las manos acercamos nuestros labios lento. Y encima de esto, se escucha el ahullido de un lobo hambriento. Y entre la oscuridad de la casa rechinar el viento.
Las estrellas del la noche sucumben ante nuestro aliento, mientras de las manos acercamos nuestros labios lento. Y encima de esto, se escuch...