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 ¿Y a ti quién te salva, Carlos? No, a mí no me salva nadie. Ése es el problema, el valor que tengo, si es un uno o un mil, viene completamente de la mano que he podido construir, ni más, ni menos.

Me duele ver alejarse a las personas que quiero, jamás he entendido por qué no soy el "error" de alguien; qué fabuloso sería, la verdad, que se dieran cuenta que no soy tan patético como podrían pensar. Así que me toca decidir por un cambio inminente, uno que me ayude a mejorar:

Patiently building the authentic and harmonious version of myself; each day, a steady step forward.

Ya no hablo de reconstruir, de ni ser "mejor" como tal, hablo de juntar mis piezas; esas que cada vez que me gusta alguien terminan desperdigadas, colocándolas en un lugar en el que ya no se extravíen más y cual rompecabezas, ensamblarlas una a una.

Las ventajas de haberte roto tantas veces, es que ya conoces la ubicación de la mayoría de las piezas, solo basta darte el tiempo y la paciencia de colocarlas en su lugar; eso sí, ya soy viejo, ya no veo las cosas como antes, ya no percibo la vida como cuando tenía fluidez y plena esperanza; no, ya no, simplemente me pongo triste, hago una pequeña mueca, y sigo, que así es como funcionan las cosas ahora.

Uno cree que es capaz de un montón de cosas, pero los golpes de la realidad son bastante duros y desequilibran; mi cajita de sueños, cada vez está más oculta en el último rincón del armario.

Pero aquí, en mi vida, en mi corazón, solo queda agradecimiento. Porque nuevamente se me permite despertar, porque aunque no entienda el propósito de mis decisiones, a veces torpes, a veces ignorantes y muy pocas veces atinadas, seguiré tratando, seguiré deseando.