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¿Puedo obtener un poco de tu atención mientras te pones cómoda a leer lo siguiente?
Es cierto, me hace falta escucharte, observarte y sentirte; me hace falta conservar tu cercanía, me hace falta que los kilómetros que hay de distancia entre ambos desaparezcan.

Estoy de nuevo actuando con persistencia, como durante toda la vida lo he hecho una y otra vez, moldeando mi personalidad, intentando madurar, cambiando detalles que no me benefician por cosas que nutran más mi ser, buscando mejores y mayores expectativas, dejando de lado algunas cosas temporalmente con el propósito de beneficiar otras.

Los sueños tienden en su mayoría a jamás volverse realidad, pues eso no es más que un dato estadístico en este momento; mi vida es parte de las estadísticas y la tuya también. Definitivamente hay cuestiones de ti de las que no me gustaría apartarme jamás, pero el hecho es que justo ahora, tener que superar mis miedos es algo que me parece un verdadero reto.

Continuar con la vida deseando y soñando cosas, pero en perspectiva menos fantasiosas, es el principio de la maduración, ya no pretendo conquistar ningún mundo, ya no me interesa transformar a millones, ni siquiera intento influenciar a los que me rodean; durante todo este tiempo que he pasado con un perfil mucho más bajo que el de costumbre he comprendido que aquello de lo que más requerimos como seres humanos es la aceptación.

El control está pasado de moda, el éxito es un evento que se da a unos cuantos y en dosis específicas, y el amor, bueno, el amor es algo para lo que se debe de estar completamente preparado.

Cuando veo a las personas a mi alrededor y las grandes proezas que figuran en sus memorias no puedo evitar imaginar en qué he invertido yo mi vida para no poseer actualmente el nivel de satisfacción que ellos publican. Lo sé, probablemente todo tenga qué ver con el gran rompecabezas que se forma en el entorno de lo que será mi futuro, pero entender que mi futuro no existe sin mi presente me ha hecho darme un golpe realmente fuerte contra la cabeza y enriquecer mis conceptos de definición de vida.

Entonces, ¿ya me rendí? ¿Es todo? ¿Pienso dejarme caer? Podría decirse que parte de mí ansía eso con todas las ganas, pero mi terquedad no va a detenerse nada más así, seguirá y sucederá, porque ahora estoy consciente de que cada insignificante fracción de tiempo y espacio que ocupa mi existencia es para algo, al menos, en lo ínfimo, para alimentar la evolución de mi propia personalidad.

La soledad me ha hecho más independiente, la escasez más austero, la falta de un lugar de trabajo más paciente, el exceso de tiempo libre más consciente; en general, ha sido fructífero mi andar actual. Estoy cerca de cumplir dos meses sintiéndome ineficiente; sin embargo, no he usado este bello lugar para derrochar mis penas, antes, me he dado el lujo de meditar durante un tiempo sustancial cualquier línea antes de redactarla.

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¿Puedo obtener un poco de tu atención mientras te pones cómoda a leer lo siguiente? Es cierto, me hace falta escucharte, observarte y senti...