Despertar el domingo temprano, por qué, por qué ese afán de no seguirse hasta un rato más, hasta que la mañana madure, hasta que el día se presente por completo. ¿Les ha pasado que se quedan sin nada para escribir? Ahora mismo me siento así.
Abrí el navegador, ingresé al sitio para escribir con intención de publicar algo, me distraje un minuto y fue todo, cuando regresé mi atención a la ventana del navegador con el procesador de textos, tenía en frente una representación subjetiva de lo que a veces ocurre en la vida; con los planes, con las ideas, con los proyectos, con los negocios, con el estudio, habiéndose esfumado de repente.
Un día despiertas, después de quinientos estudiando una carrera o siendo empleado de una compañía en la que realizas actividades repetitivas y te dices: ¿Qué está pasando? ¿Por qué no sé qué debo hacer? Es algo bastante raro, como si la falta de intención y motivación llegara a estancarte, a romper tus planes.
Hay mil cosas que anhelo, afortunadamente. Lamentablemente, algunas de ellas son costosas, otras no se pueden obtener bajo una decisión impulsiva momentanea, una más podría decirse que no estoy cien por ciento seguro de que sean legales así que mejor mantenerlas quietas, cosas amorales o perversas también pasan por mi mente.
En resumen, aquello que nos roba el sueño no necesariamente está delimitado por una determinación mayor, pues tal vez sea un pensamiento blanco invasivo robándonos la paz y carcomiéndonos el poco intelecto que todavía nos queda.