Promover la verdad, ser artífice de la bondad con cinismo, hacer las cosas favorables al humanismo. Todos somos personas pensantes, todos críticos, todos afectuosos y manipulables. Divertidos en nuestra propia opinión e inteligentes del mismo modo como si eso hiciera posible una oportunidad mayor a nuestra vida.
La vida es un juego donde el ganador no siempre es el mejor, donde el destacado es el que mayor trabajo publicitario tiene tras de sí, donde la fidelidad está abastecida de imprudencias e hipocresía. Rociamos a todos de nuestras mentiras intentando ser convincentes en lo mucho que valemos para nosotros mismos.
Normal para todos es despreciar la soledad, la falta de éxito, la ausencia de belleza, la estupidez humana; eso en dicho, porque de facto, sé de bastantes personalidades que se regocijan en el pleno desconocimiento de causa. Y caigo al mismo estereotipo de escritura habitual, el rechazo a lo propio y la vana estructura que lo conforma.
Instruimos a nuestros hijos a no ser instruidos por nosotros, dejamos que otros hagan lo que nos corresponde, efectuamos maquillaje en nuestro aspecto para representar quien, con un conocimiento mayor, jamás llegaremos a ser. Nos vestimos llamativamente, elogiamos nuestro propio parecer, virtualizamos nuestros dones y desacreditamos los ajenos.
Al final, después de cualquier discurso dado, lo único a lo que se puede llegar como resumen es lo siguiente: No busques, espera; no intentes, haz; teme a quien pueda desmenuzarte internamente, no a quien dañe tu físico; apresúrate a hacer el bien a los demás, si no recibes su agradecimiento mayor será la satisfacción de conocer que la espera traerá recompensa a tu vida. Gózate en tiempo y forma; realza tus debilidades y oculta tus fortalezas, no sea que cayendo en vanagloria creas que eres superior a tu realidad. Ama con toda tu fuerza a la figura divina que tengas; si crees que tú mismo lo eres, es tu asunto, así hazlo, las cosas caen por su propio peso.
La vida es un juego donde el ganador no siempre es el mejor, donde el destacado es el que mayor trabajo publicitario tiene tras de sí, donde la fidelidad está abastecida de imprudencias e hipocresía. Rociamos a todos de nuestras mentiras intentando ser convincentes en lo mucho que valemos para nosotros mismos.
Normal para todos es despreciar la soledad, la falta de éxito, la ausencia de belleza, la estupidez humana; eso en dicho, porque de facto, sé de bastantes personalidades que se regocijan en el pleno desconocimiento de causa. Y caigo al mismo estereotipo de escritura habitual, el rechazo a lo propio y la vana estructura que lo conforma.
Instruimos a nuestros hijos a no ser instruidos por nosotros, dejamos que otros hagan lo que nos corresponde, efectuamos maquillaje en nuestro aspecto para representar quien, con un conocimiento mayor, jamás llegaremos a ser. Nos vestimos llamativamente, elogiamos nuestro propio parecer, virtualizamos nuestros dones y desacreditamos los ajenos.
Al final, después de cualquier discurso dado, lo único a lo que se puede llegar como resumen es lo siguiente: No busques, espera; no intentes, haz; teme a quien pueda desmenuzarte internamente, no a quien dañe tu físico; apresúrate a hacer el bien a los demás, si no recibes su agradecimiento mayor será la satisfacción de conocer que la espera traerá recompensa a tu vida. Gózate en tiempo y forma; realza tus debilidades y oculta tus fortalezas, no sea que cayendo en vanagloria creas que eres superior a tu realidad. Ama con toda tu fuerza a la figura divina que tengas; si crees que tú mismo lo eres, es tu asunto, así hazlo, las cosas caen por su propio peso.
Promover la verdad, ser artífice de la bondad con cinismo, hacer las cosas favorables al humanismo. Todos somos personas pensantes, todos cr...