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No soy un ciudadano modelo, no me considero un ejemplo a seguir; entre los miles de fallos que cometo todo el tiempo está mi propio deseo que me hace fallar a la hora de seguir. Hoy pensaba en lo claro que se ve todo desde una perspectiva general, de lo ridículo que me vuelve sentirme atraído por alguien, eso es serio gente.

Cuando me siento en ese esquema pierdo la capacidad de distinguir entre qué y qué no es amabilidad, atención y pasión; me fallan las hormonas, las ideas se ofuscan, mis proyectos pasan a segundo término. Solo estoy siendo realista, puedo notar con un poco de entusiasmo la manera en la que pierdo el juicio y cometo errores absurdos que, desde que conocí a Angie —sí, la hermosa niña que está recién casada de la que yo estuve obligado a enamorarme por la determinación de mi cerebro y meses después me había demostrado que no fui lo suficientemente bueno para acompañarla en su travesía de vida—, hasta éste instante, he experimentado trastornos de entusiasmo que dejan muy en mal a mi capacidad afectiva.

Lo siento, lo siento muchísimo, perdón una y mil veces; no es algo que haya hecho yo a propósito, sucede inconscientemente; cuando siento que todo se escapa de mi conocimiento o control se convierte para mí en un reto, una encrucijada, un laberinto, un rompecabezas del que quiero entender el suceder y la manera de cómo ordenarlo.

Si bien la introspección es lo que mejor se me da, a menudo entrar en vínculos que me liguen a otra gente suele hacerme sucumbir ante obligaciones y derechos innecesarios e inadmisibles; tal es es caso de cada vez que veía un problema externo en el trabajo que requería solo de un toque superficial y me hacía sentir frustrado ante el deseo de conocer qué específicamente lo ocasionaba desde adentro; pues así es como funciona mi cerebro, se la pasa intentando desenmarañar el modo de ser de todo, y con "todo" me refiero a todo.

No soy un as en cuanto al intelecto, pero bien es sabido que una idea o problema visto a través de mi percepción puede resultar más interesante aunque al mismo tiempo, más complicado. La vida misma lo es. Si no confío plenamente en la jugada que voy a hacer, si no me siento seguro de en lo que me voy a meter, si no hay confort suficiente ante un paso a dar, generalmente lo pongo a cocción cerebral, y esa cocción tarda tiempo en resultar con algo positivo o negativo. Pues mi mente se vuelca en interrogantes, en determinantes, en entornos, en variables; por eso, y solamente por eso, la mejor manera de tenerme contento es decirme las cosas como son, sin esperar a que lo descubra yo mismo.

Esa regla la aplico con mis amigos y las personas cercanas; no soy inflexible en cuanto a decisiones, mi mente siempre es abierta a entendimiento, pero como tal, también está abierta a en el proceso de comprensión adaptar más factores que me envuelvan en situaciones de carácter más avanzado de pensamiento. Amo pensar, sé que sería un genio de haber tenido los recursos, las herramientas, las posibilidades y las oportunidades antaño; igual que muchos otros allá afuera. También que soy el resultado de otro experimento social y como tal, genero las notas que el Sistema requiere de mí, unas más efectivas que otras, todas patrocinadas por el medio que me ha rodeado.

Quien logra comprenderme, quererme y cuidarme como soy termina por conocer la mejor versión de mí; por verme crecer y crecer conmigo; pues no soy egoísta o grosero, no soy alguien orgulloso o prepotente; soy alguien que, aunque sé moverme en la modalidad convergente —que dicho sea de paso, es la que mejor se me da—, también me adapto y uno a la divergencia del ser.

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