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 La mediocridad es esa cosa interesante que nos hace pertenecer a este mundo tan humano; cuando nos comparamos (que por alguna razón moderna del interior no dejamos de hacer), hace creer que nos encontramos en un punto muy distante a la mayoría de las personas de círculos cercanos a las que de alguna manera "admiramos".

Sin embargo, hay que poner las piedras donde van en este camino, mientras tú estás estudiando una carrera de cuatro a seis años, otros está modelando o publicando cosas divertidas en sus redes; así, cuando tú terminas de transitar el "camino predeterminado", ellos se encuentran en una especie de situación de ventaja gracias al contexto social de lo que nos rodea.

Y es que hemos sido vilmente engañados, con la creencia popular de que ser eruditos en temas formacionales sería plena conveniencia para nuestro futuro; cuando no es así, lo que de verdad termina por aperturarnos puertas o acercarnos a personas clave que pueden dar un giro a nuestra existencia, son los contactos, y ya.

Hay una película que me gusta mucho la cual he visto un par de veces, la ópera prima de Olivida Wilde, Booksmart. Trata de un par de chavitas matadísimas en la escuela al pie de elegir qué camino universitario seguir, dándose cuenta de que en verdad toda la "diversión" que se perdieron por ser unas nerds aplicadas, no terminó significando nada al final de su curso; ya que otros alumnos del mismo grado con aparentes más limitadas capacidades intelectuales que ellas, tenían entrada a universidades de igual o mayor prestigio o directamente al mundo laboral en sectores más privilegiados.

La considero una joya para mí, personalmente por el gran grado de significancia que tiene el hecho de que las personas y circunstancias correctas, son las que nos preparan el camino, y no así la cantidad de libros que devoremos o lo "excelsos" que seamos en los resultados de los exámenes.

Sin duda la realidad es un amasijo de factores (para quienes venimos desde abajo) que no siempre nos van a colocar en las mejores eventualidades; a veces, saldremos rotos, destruidos, fracasados. Otras, si la fortuna nos sonríe, acabaremos mejor que como empezamos.

Pero recuerda que no necesariamente es porque hayas hecho algo mal que no tienes éxito, o al revés, no porque seas una eminencia lo consigues. Por lo general eso no es tal cual medible. Obviando por supuesto que aquellos que vienen de un contexto social privilegiado, no están siendo mencionados en el texto anterior; pueso ellos, desde ya, traen ventajas que con un poquito de trabajo y cosntancia consolidan su posición al menos por una generación más.