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El despertar de buena manera sonriente y esperanzado en que el día será bueno culmina en el hecho de que hasta ahora, así sucede. He aprendido de éste día que es uno mismo quien define lo mal o bien que va a sentirse las horas posteriores a levantarse de la cama.

He estudiado algo de aceptación y creo que la conclusión de que el aceptar que los errores son parte importante de nuestra personalidad, que las dificultades con las que confrontamos aspectos negativos de nuestra forma de ser son causadas por la falta de comprensión para con nosotros mismos.

Entiendo que el aventurarse a creer que podemos ser perfectos incluso en aquellos términos en los que la perfección nos obligaría a moldear aspectos inesperados de nuestra vida, e imposibles, por decirlo de alguna manera, parece una buena motivación formacional, pero en mi opinión el mero logro de ser feliz y disfrutar la vida resume todo el concepto de una perfecta manera de existir.

En otro modo de decirlo: La decisión a tomar para ser felices está implícita en el resultado de una serie de errores que hemos aprendido a sobrellevar con consciencia e inteligencia, generando a un ser íntegro y de voluntad capaz gracias al desarrollo y la madurez completa del individuo.

Muchos quisieramos tener la vida comprada y poder desde el principio definir nuestros destinos tan fácilmente como ir al centro comercial y elegir aquello que queremos llevar, sin embargo, la gran falta de experiencia con la que el humano habita éste planeta es lo que lo mueve a experimentar, definir, aceptar y continuar experimentando. Dejamos de madurar cuando dejamos de existir.

Con lo anterior podría parecer paradójico mencionar que no está de más procurar la excelencia en todo; pero así debe de ser, intentar serlo teniendo en cuenta que hay incapacidades y límites infranqueables cuales no podemos romper, además de descuidos y errores que nos hacen más naturales.

El problema no reside en la represión de sentimientos, sino en la lucha interna entre la que un deseo encara al otro haciéndonos las cosas más complicadas. La confianza por ende, se ve mitigada ante tales escenarios y la falta de la misma nos mueve a desconocernos y debilita el valor que la virtud de la convicción en cada ser debería poseer.



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