Deberíamos ser capaces de entender lo que nuestro cuerpo necesita. Es lo único que nos acompañará hasta el último de nuestros días, y a veces ponemos mucha más atención a lo que no hay de nuestro lado.

Quisiera comprender porqué razón le gusta levantarse de madrugada; en mis planes de cambiarlo todo, para su propio bien, esa es una de las cosas que más trabajo me cuesta poner bajo control recientemente. Hoy ni siquiera fueron las ganas de ir al baño las que me despertaron a las cuatro, simplemente sucedió y ya.

Alguien me dijo: Tienes muchas preocupaciones, y sí, es cierto, las tengo. Mi consciente y subconsciente lo saben, quiero hacer tanto y de mil maneras me han quedado mal, así que, en medio de esa conversación, es obvio que intento entender el funcionar de mi propio ser.

En una de las decisiones beneficiosas que he tomado, está el dejar de lado las redes sociales de mi celular, haciéndolas incluso imposibles de instalar con pasos sencillos, lo que me mantiene aislado y distante de ese mundillo que puede resultar tóxico y generalmente deprimente.

Así como los pensamientos negativos tienden a imperar en nuestra forma de navegar la vida, las acciones para mejora producen un efecto sanador en el alma. Y es de esa premisa de la que me estoy agarrando actualmente en mi andar hacia la recuperación.

Más de una ocasión reciente me he convencido de que no necesito nada, pero ¿qué pasaría en un contexto en el que de verdad no tenga acceso a nada? Lo he pensado más de una vez, no sé bien qué tanta falta me haría la supuesta comodidad o si es que realmente podría salir adelante en un mundo que se vuelca hacia su propia peridición.

En un entorno en el que se desploma lo que nos sostiene, tener el caracter y la fortaleza necesarios para mantenerse a flote es la prioridad; pero qué difícil es convencerse de que uno no es un montón de basura como se lo han dicho antes, como uno mismo se ha sentido tras fracasar.



 Pasa en ocasiones que en nuestro deseo de cambiar una cosa, terminamos cambiando veinte más, quizá nodirectamente ligadas a la anterior, pero tal cual, es lo que hay. Quisiera contar lo bien que me trata la vida, pero sería mentir solamente, me gustaría reconocer que lo "he hecho bien" aunque como saben, un montón de situaciones se escapan de mis manos.

A veces es uno mismo el que se autoboicotea, otras simplemente el entorno se vuelve una verdadera locura a la que no se le encuentra principio ni fin, ni cabida, ni punto de análisis, sucede demasiado al mismo tiempo en tantas partes que es prácticamente inútil luchar contra corriente.

Ya está, sucedió, se perdió, ni modo. Desapareció, no se logró, las reglas no aplicaron, se cayó, se rompió. Quiero llegar al día en el que de ahí en adelante me despierte agradecido por las deciciones correctas que alguna vez tomé, no recriminándome o sobrepensando, sino estando plenamente en el presente cubierto de la bondad del momento.

Pero la verdad es que ese día parece una utopía, un horizonte que se desplaza con cada paso que doy. El presente siempre parece ir vestido con los errores del pasado y las ansiedades del futuro. Y así, el equilibrio se convierte en una lucha constante, como caminar sobre una cuerda floja con los ojos vendados. Porque, ¿cómo estar en paz con el presente cuando el peso de lo que fue y lo que podría ser no deja de presionar los hombros? Nos enseñan que la gratitud es el camino, pero nadie nos advierte lo difícil que puede ser encontrarla cuando todo parece desmoronarse a nuestro alrededor.

Sin embargo, quiero creer que es posible. Que un día, al abrir los ojos, todo lo que fue caótico empezará a hacer sentido, como piezas de un rompecabezas que finalmente encajan. Quizá no se trate de que la vida se vuelva más fácil o más amable, sino de aprender a ser más suave con uno mismo, a dejar de resistir tanto lo inevitable y permitir que el cambio, con todas sus veinte variaciones imprevistas, sea parte del proceso. Porque, tal vez, el secreto no esté en evitar que el mundo se desmorone, sino en saber cómo reconstruirlo una y otra vez, desde lo que quede.

No sé qué depare el día siguiente, me aterra haber descubierto tantas cosas oscuras tan rápido en el línea de mi vida y tener que convivir con ellas lo que me resta. Al mismo tiempo, me siento feliz ante el constante aprendizaje, no hay paisaje sin muerte en su haber, por mucho que nos enfoquemos únicamente en su belleza.

Me fui, perdón, me extravié a mitad de lo que estaba escribiendo acá, me distraje con otros asuntos. Lo que quería decir, solo para finalizar, es que ya empiezo a ver cómo organizar las cosas para el próximo ciclo que pueda tener conmigo. Desde la nada, como un sorbo de agua natural, refrescante, así va a sentirse, lo sé.



Ni Modo

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 Pasa en ocasiones que en nuestro deseo de cambiar una cosa, terminamos cambiando veinte más, quizá nodirectamente ligadas a la anterior, pe...

 Así es, estoy despierto desde las cinco, y pues ni modo. Buenos días, los planes cambiaron, o mejor dicho, los planes terminaron en un cesto de basura, porque en efecto, no podré regresar a continuar con mis proyectos por ahora, tendré que estar acá, alejado de mi "centro de control" por un tiempo.

Y qué pasa cuando no estoy al mando de mis asuntos, cuando los recursos se me escapan de las manos, cuando los números no cuadran, cuando las cosas en el cuaderno pierden su sentido, cuando lo presupuesto desaparece; no sé, espero al menos no perder el sentido.

Ha sido una vida repleta de altibajos, más bajos que altos, la neta. Pero entre todo, las constantes están ahí, la gente que me motiva a ser fuerte, el aprendizaje de mis errores, la visión puesta en un panorama más grande, las ganar de recuperarme y mejorar constantemente.

No tengo nada, no soy nadie, no he podido con la mayoría de retos que me he puesto. Dolor de todo, edad, ansiedad, penurias. Vamos a seguirle, eso sí. Mi propuesta para resolver las cosas siempre estará viendo hacia adentro, ¿qué falta? ¿qué está de más? ¿cómo cambiar la forma de pensar?

No hay más para decir, volveré a casa el próximo mes, a la libertad y toma de control anhelada. Estando a veintitantos días de hoy, las dudas vuelven, tras superar una semana laboral pesadísima, en casa, con la familia, ajustando la óptica.