La Vida Golpea
En lugar de utilizar la inercia para abrir una app social, mejor dejar el "diario" a la mano para escribir pensamientos o reflexiones de lo que ocurre alrededor; como un método para evitar caer en los mismos indicios de siempre. Porque las redes están ahí para atraparnos y cautivarnos, mientras más tiempo les dediquemos, mejor es para sus creadores. La efectividad de las mismas se mide en el número de interacciones y el porcentaje de nuestro día que les dedicamos. Por cierto, no me considero un rival de las redes, las uso un montón. Es eso mismo lo que me ha convencido de moverlas a un segundo o tercer plano con fines productivos. He tomado una medida similar con mi laptop, e iré modificando mis rituales del día conforme vaya aprendiendo del reaccionar y accionar positivo de mi cuerpo en consecuencia.
Andar por la plaza como la primera vez que vine y darme cuenta que no es tan grande; incluso la ciudad, no me abruma por su inmensidad como solía hacer, de alguna manera me ha adoptado y ha absorbido todos mis miedos en el proceso; amar vivir aquí se ha vuelto parte de mi personalidad y no me canso de reconocerlo. Con el lugar que soy, que también amo con todo mi ser por los vínculos familiares y las raíces de las amistades, no me siento plenamente mimetizado con el entorno; la incomodidad del clima por lo general me fastidia y tener que adaptarse a contextos donde eres señalado por no pensar igual o a fuerza tener que pertenecer a minúsculos grupos sociales por un tema meramente de pertenencia, no sé, no me mueve.
Acá soy un ente errante que frenéticamente se esfuma de donde no es bien recibido, que puede desaparecer por semanas encerrado en su habitación y no tener que dar cuentas; soy alguien que a donde voltea tiene potencial de enamorarse por lo común que son las bellezas, pero al final soy uno en un montón, como un insecto bajo una piedra, como grano de sal en una playa. Inmensa, poderosa y cautivadora ciudad. No es necesario salir de los tres kilómetros a la redonda que frecuento para disfrutarla en plenitud. Entre el egocentrismo de algunos y la común sensación de extrañeza de otros, tiene un montón de cosas que ofrecer por las que agradezco.
Y si por algo deseara explorar sus contextos o regresar a mis orígenes, me fascina que todo esté relativamente a distancia de un pequeño viaje de a penas un par de horas que vuelve más admirable y disfrutable la cohabitación con mi gente; porque ellos me tienen y yo los tengo en el corazón, cuando estoy a su lado o cuando me encuentro distante. Además me siento feliz de experimentar el potencial y desarrollo de personaje que tiene mi persona cuando estoy de este lado. La independencia y el apasionamiento por el orden es otra cosa. En términos generales, me siento una mejor versión de mí y frecuentar a mi familia se vuelve un hermoso regalo que anhelo a cada instante.
En ocasiones la vida golpea muy duro lanzándote en un pozo que no sabías que llevabas tanto tiempo cavando, y te sientes perdido, crees que la última carta en tu mano se ha ido. Lo perdiste todo. Desperdiciaste hasta la última gota de cordura en ti intentando ser buena persona en un mundo rodeado de lobos rapaces hambrientos esperando por devorarte como una víctima más; pero se te olvida algo, tú no eres una presa, tú no necesitas que un montón de caninos tenga misericordia de ti, porque eres inmenso, porque fácilmente la manada completa podría ser tu desayuno. Y es ahí donde caes en cuenta que no importa la cantidad de veces que te intenten herir o romper, te vas a levantar más fuerte, aterrorizarás a tus autonombrados enemigos, los verás huir y volarás tan alto que te perderán de vista.
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