La vida no es ordenada y cuadrada como la sugieren los cánones, la vida es un desastre, un constante desorden, una falta de talento interminable seguida de momentos de noción y alegrías, la vida es una brújula desorientada, un clima de desesperanza y tristeza grotesco.

No tiene mucho para ofrecernos y le tenemos que dar absolutamente todo lo que somos a cambio, no respeta nuestro esfuerzo, ni tolera nuestra falta de ingenio y originalidad; nos está constantemente buscando para acabar con cada célula de lo que somos, y sin embargo la vida está ahí, esperando a ser amada, esperando a ser disfrutada con todas las fuerzas y en cada uno de los segundos que tengamos de existencia.

Mientras, la gran mayoría de nosotros nos estresamos y afanamos por lo que haremos hoy, por lo que tendremos que pagar mañana, por las enfermedades que acarreamos de nuestro pasado; la vida solo quiere ser protagonista, porque al final nos iremos todos y cada uno de nosotros, pero la vida va a seguir, de alguna u otra forma existiendo, tal vez en ese punto en el que te encuentras en este momento, tal vez en el punto opuesto del infinito universo.

No somos nadie para demandarle a la vida aquello que creemos merecer, no tenemos autoridad ni competencia alguna para exigirle; tan efímeros mutuamente, algunos enfrascados en una lucha por demostrar ser mejores, cuando lo único que tenemos seguro es, que la vida en su inmensa sabiduría nos purga como humanidad cada cierto tiempo.

Sin embargo, ver un poco atrás también nos brinda sabiduría, porque las cosas que hicieron mal nuestros abuelos, los pecados que cometieron nuestros padres, o las malas decisiones que tomaron nuestros hermanos mayores, indirectamente también nos atañen, y condicionan el tiempo y calidad que nos resta a cada uno. Pero al final no es culpa de ellos y de su ignorancia, en un mundo en el que los malos son muy pocos pero están de acuerdo, por muchos más que sean los buenos, solo ven ocurrir la vida sin poder hacer más que aceptarlo.

Y es por eso que volteamos al Cielo, es por eso mismo que otorgamos a lo sobrenatural el potencial de cambiar nuestras circunstancias, de mejorar nuestra existencia; porque la miseria parece permanente y hereditaria, porque la ignorancia da la impresión de ser algo irreversible, porque el terror al fracaso está metido hasta los más profundo de nuestros huesos y difícil es salir de las situaciones en las que nos ha colocado.

Entre traumas acarreados desde la infancia, romantización de la pobreza, delirios de grandeza de unos cuantos, hipocresía en casi todos, mentiras rodeándonos, temores inconcebibles e inimaginables, enfermedades antiguas y modernas, celebración de la mediocridad, limitaciones geográficas e intelectuales, religiosidad enfermiza, defectos propios y ajenos, rabia reprimida, y muchísimas cosas más, descubrir en dónde específicamente nos encontramos, desde un punto de vista completamente racional, es tarea imposible.



 Establecí las cosas desde el principio, pero no escuchaste;

te confesé mis defectos antes de siquiera presentarse, pero los ignoraste.

Como a un proveedor de servicios cualquiera me utilizaste,

y me quedé pensando, cómo fui un ingenuo, cómo fui tan ciego, cómo me cautivaste.


Así podrían haber pasado días o meses, la situación hubiera sido igual,

estábamos transitando diferentes caminos, y yo obsesionado con verte.

La vida me da lecciones, de a pocas, de a montones, a días y ratos,

senderos rocosos, señales del cielo, eventos traumáticos; no pude detenerte.


Las letras podrán fluír de la misma manera que las revolucionarias ideas en mi cabeza,

pero faltas de acción, sin ser expuestas en ningún lienzo o verbalizadas,

ambas se quedan en el pasado, se las devora el tiempo, se queman y vuelven cenizas,

desaparecen, se desvanecen, o por fenómenos más fuertes quedan opacadas.


No he podido terminar de limpiar mis ojos de tentaciones constantes, 

no he logrado dejar atrás mis malos hábitos alimenticios,

no me he redimido ante mi propia óptica por las faltas de autocontrol,

y sin embargo, aquí estoy, en medio de la nada, observando precipicios.


Mi sueño es un día despertar feliz de haber hecho las cosas bien con alguien,

mi más grande anhelo es hundir mi rostro en su piel y perderme en su esencia,

pero me tocó esta vida, en modalidad difícil, y hay que seguirle;

vengo aquí a dejar notas, porque eso es mejor que a la realidad huirle.



 Comunicado oficial: Por medio de la presente me dirijo a ustedes de la manera más atenta para hacer de su conocimiento que habrá un cierre temporal de actividades de este lado. Lo anterior debido a la constante presión por mejorar sin resultados visibles.

De antemano, se solicita la comprensión de la audiencia y se exhorta a la empatía ante tal esfuerzo. Las puertas permanecerán cerradas, la cabeza fría y el corazón colocado en la dirección correcta. Él personal se encontrará, entre otras cosas, capacitándose y únicamente brindando servicios cruciales que estén vinculados a sus actividades profesionales y de servicio. Incluso aquellas etrategias que involucren relaciones familiares, deberán ser gestionadas de formas específicas.

Ya. Hablando en serio. Han sido huracanes de eventos las semanas anteriores, me ha costado trabajo encontrar un momento para venir acá y decir cómo me va. Ahí la llevo, nada formidable, solo atareado esforzándome por mejorar.

Pareciera que las redes sociales y la imagen que proyectemos en ellas son importantes para algunos; no sé si en verdad me gustaría mirar a otros a través de sus filtros, me desconecté por un rato y las consecuencias siguen haciendo estragos. Entre mis planes de depurar las mismas, hace un par de días recibí una especie de llamada de atención. Un prejuicio interesante, si es que me lo preguntan, "a quiénes sigues" tiene más peso del que a mi parecer debería. Mucho más para alguien que le presta muy poca atención a la interacción con cualquier persona ajena a sus círculos más cercanos como es mi caso.

Sin duda lo anterior me llamó la atención y se presta a una cuestión interpretativa y de significado. ¿Qué es para mí "seguir" a cinco o diez mil personas? ¿Tiene algún porcentaje de esas impacto en mi perspectiva? Bastantes preguntas por el estilo. Considero que he trabajado suficiente en el desapego como para que estas cosas influyan más allá, pero si lo ponemos en perspectiva, pueden efectivamente afectar la opinión de otros. Y eso es por lo menos, para darle una pensada.

Por ahora, mi plan en cuanto a las redes continua por el mismo rumbo: Reducir el número de conexiones, desconectarme una semana al mes, reaccionar a cosas divertidas o llegadoras solamente, evitar por completo interacción con gente desconocida, etcétera. Estas medidas seguirán incrementando, seguramente.

El en escenario de lo personal, hablando en términos laborales, sigo preocupado por el trabajo en la empresa, los recortes parecen no haber terminado todavía y mi proyecto está en sus últimos días de existencia. En el terreno del freelanceo, seguimos estableciendo contextos y fortaleciendo relaciones, puede que eso deje algo bueno más adelante.

En cuanto a mi condición física, tengo que recuperar mi fierza de voluntad, determinación y motivación para seguir adelante con este asunto, es mi proyecto más valioso y el que más me ha costado mantener a flote, no quiero dejarlo ir (porque de verdad lo amo). Claro está que he pasado por mucho, pero así es la vida, no vale rendirse. En fin, así va todo. Dormir más, comer mejor, ejercitarse bien, mantener la mente sana, amar y amarse.



 En algún punto de de la vida pasé de considerar "viajar" como algo aspiracional a lo que solo personas con ciertos presupuestos acceden; a algo agotador, sobrevalorado, tedioso y en ocasiones muy poco enriquecedor. No me malentiendan, viajar es un goce en términos generales, y conocer nuevos lugares es una experiencia única que puede ayudarnos a reconectar, pero hacerlo como mero trámite para dar una "impresión" es de hueva.

Y precisamente ese es mi punto, cuestionar aquello que nos venden como sofisticación cuando al final lo único que hace, la mayoría de gente al viajar, es alimentar su propio ego. Desde esa perspectiva entonces, son capaces de tolerar horas de pie en una fila, desvelados, sufrir amontonamientos, aromas desagradables y un sinnúmero de incomodidades, solamente para poder publicar en redes: "hey, ando de viaje". Ridículos.

Por otro lado, cuando te encuentras sumido en la obligación de viajar porque por ejemplo estás lejos de tu familia, tienes que cerrar algún negocio o simple tramitología, se cae el teatrito. Ahí descubres lo repugnante que la experiencia de viajar puede llegar a ser. Y cómo es que se ha romantizado el tomar un vuelo en dirección al destino de tus ilusiones.

Pero reitero, eso es un tema que tiene mucho que ver con el cambio de perspectiva. Por ejemplo, recién en mi viaje a Oaxaca, que fue meramente para disfrute, sentí que aprendí bastante, me pareció interesante conocer cómo viven por allá, tanto en la ciudad, como en la sierra y en la playa, y sin embargo si me dicen: "Ir a Oaxaca es lo máximo", pues bueno, particularmente no encontré algo que me hiciera asumir esa postura, eso no quiere decir que la haya pasado mal, para nada. La gente es muy buena onda, me dio un aire bastante parecido a mi lugar de origen en general, pero no noté algo que particularmente a mí me enamorara.

En resumen, creo que viajar depende mucho de la persona, si está cumpliendo un sueño al hacerlo, si tiene la disposición de los tiempos y horarios, además de buenas herramientas logísticas, probablemente eso sea una situación excelente; pero caemos en un vicio, porque viajar así sería hacerlo dentro de una burbuja, a través de la que llegas al lugar de destino y te vas sin haber experimentado realmente qué es estar ahí.

Así como con los viajes, la gente pone sus ojos en cosas banales que a largo plazo tal vez les resulten no ser tan satisfactorias como en su mente cuando las visualizaron: Trabajar en una oficina con aire acondicionado y horario flexible, poseer prendas de ciertas marcas, vivir en tal zona de la ciudad, transportarse en autos de lujo, tener montones de seguidores como audiencia, habitar una casa enorme con alberca y servidumbre, volverse millonario, estar con la pareja de tus sueños, tener cuerpo de deidad griega, visitar los mejores eventos y restaurantes, presumir constante crecimiento personal o espiritual, estudiar en universidades de élite, tener todo el tiempo libre del mundo, lo último en tecnología, y muchísimas cuestiones más.

Cuando, si lo analizamos detenidamente, una gran cantidad de personas que logran ciertas cosas, a menudo se dan de bruces contra la realidad, descubriendo que verdaderamente lo que estaban buscando y catalogando como un diferenciador, no es más que otra categoría en el mismo contexto vacío, efímero e insignificante más allá de lo que ellos mismos asumen. 

Porque en efecto, es nuestra mente la que juega con nosotros y la que dice que: La mejor amante es aquella que tiene un cuerpo formidable –cuando quien sabe si eso sea siquiera cierto, aunque es por mera probabilidad potencialmente improbable–; o que tener dinero nos va a dar una vida más llevadera –que por el contrario, como regla, a mayores ingresos mayores egresos y con ello, más variabilidad que complica la existencia misma–; y así, a cada postura aspiracionista que pueda ocurrirse, habrá una respuesta suficientemente poderosa para revocar dicho argumento. 

Dicho sea de paso, para cerrar lo anterior, solo me resta decirte que tú puedes soñar con lo que quieras, visualizarte en el lugar y con las personas que tú anheles; que definitivamente me daría un montón de gusto enterarme que logras tus objetivos, solo quiero recomendarte que por mucho que hagas, a donde sea que llegues, no te olvides de mantener los pies firmes.