Hace meses, cuando una amistad/compañera del trabajo me invitó a que compartiéramos renta juntos, para mí fue principalmente motivo de sorpresa formidable, porque consideraba a la chica como alguien de palabra y de fiar por el tiempo de "conocernos" que llevábamos; sin embargo, jamás había experimentado estar con alguien como ella y se lo confesé desde el inicio, fui completamente transparente en cuanto a mi personalidad y aquello que me gusta.
Entonces ya está, me motivó a primero encontrar un lugar, se desocupó uno bastante próximo a la oficina (en la que ambos laboramos) así que me invitó a realizar los trámites correspondientes; ahí ando todo animado y contento de un lado para otro, consiguiendo papeles y realizando pagos. Salió perfecto, a finales de febrero estaba viendo la casa por primera vez, el primero de marzo nos la rentaron.
Excelente. Le avisé a la próxima roomie que la renta nos la habían autorizado, ella agradecida por mi compromiso me dijo que llegaría hasta mediados, probablemente finales de mes. Corte A, los días empiezan a transcurrir y noto en sus redes sociales que se queja mucho de Guadalajara, que no le gusta, que le fastidia la gente, que prefiere estar en su tierra. Algo no terminaba de cuadrarme.
Para esto yo estoy enterado que esta mujer tiene una casa propia en la ciudad, que comparte con su ex-novio (temas raros que realmente no me importaban). Al final la roomie se mudó a medias, y digo a medias porque nunca habitó realmente la casa, en los cuatro meses que rentó si habrá dormido acá veinte días fue mucho.
Su estilo de vida era el siguiente: Llegaba el martes en la noche, se iba el miércoles o jueves, no volvía hasta el siguiente martes en la noche. Y eso, escasamente ocurrió por un mes. Porque al mes de haber llegado se regresó a su pueblo y de nuevo las publicaciones del desagrado de vivir en esta ciudad, de lo incómoda que se sentía, y montón de quejas más, como buscando atención en el ciberespacio. Desde mitad de mayo y junio, por ejemplo, estuvo ese periodo en su lugar de origen.
Y luego pedos con su pareja, evidencia de que los hombres "son horribles" y cosas similares en sus redes. Que ella es perfecta, que simplemente son ellos los que no la merecen. En fin, temas que verdaderamente me tenían sin cuidado. Al final de cuentas yo era un host solamente en un sitio compartido.
En ese inter, alguno de esos días que la roomie curiosaente se quedó en la casa, cuando visité a mi madre, le platiqué la situación, le expliqué que notaba que mi roomie realmente no gustaba de estar en la casa, y para mí era como un fantasma, casi nunca la encontraba. Y cuando no estaba en su tierra, se quedaba en su propio domicilio, o se iba a dormir con su amiga, pero la verdad pasaba el mínimo tiempo acá donde supuestamente rentábamos juntos.
Desde marzo mismo llegué a la conclusión con mi mamá de que esta mujer me iba a dejar solo embarcado con el contrato de renta que había firmado por la anualidad completa. Y sabía que cuando se fuera, me iba a disgustar bastante. Estábamos conscientes de que no iba a durar, solo faltaba ver cuándo se iría. Así fue, abrúptamente, después de la última visita a su rancho, me llegó el "esperado" mensaje diciendo que necesitaba dejar de pagar renta.
Fue horrible, me sentí molestísimo, y se rompió algo en mí que traté con todas mis fuerzas de mantener en una pieza. Porque le había tolerado sus constantes mentiras con la justificación de "es que soy olvidadiza", "no me acuerdo", sus faltas de corresponsabilidad a la hora de repartir gastos, su nula palabra a la hora de prometer poner algo para la casa que nunca llegaba. Hasta ahí llegué.
Hoy vino a recoger sus últimas cosas, la vi por las cámaras. Escuché cuando cerró la puerta por última vez y dijo "bye Carlos", casi poético; ayer me pidió que estuviera presente mientras se llevaba la mayoría de sus cosas, cuando estuve aquí, no tuve cara para verla a los ojos, las ganas de decirle lo decepcionado que estoy por su falta de palabra me consumían por dentro, pero callé. Tuve la buena de traer a un compa conmigo, porque sabía que ella no estaría sola, sabía que vendría con su amiga-ligue, sería incómodo para mí. Se fueron muy rápido, al menos.
Sin embargo, yo no soy la víctima aquí, si acaso solo soy el que se dejó llevar por las palabras de unos labios lisonjeros que resultaron falacias. Aunque esta historia no termina mal, no. Al menos no para mí, porque la misma tarde que fui a verla llevarse sus cosas recibí la excelente noticia de que a partir del mes entrante estaré cobrando más en la empresa que trabajo (de hecho un poco más de lo que mi roomie solía cooperar para la renta); como dice mi madre: Cuando se cierra una puerta, otra mejor se abre. Estoy pensando si rentar esa habitación a alguien más, o acondicionarla para algo personal, por ahora estaré un rato por mi cuenta, y ya veré qué deparan las cosas.
Finalmente la ex-roomie, como a cualquier persona que se cierra las puertas a mi vida como consecuencia de su malicia, para mí se ha ido, y como a cada una de esas personas, le deseo lo mejor, pero ha cerrado por fuera y las llaves se esfumaron.
Moraleja: Siempre háganle caso a su jefita.