En los rincones más oscuros de la ciudad de Marbella, reinaba un hombre al que todos temían, conocido como Alejandro. Durante años, la corrupción y el miedo fueron las únicas constantes en su vida, sumido en un mundo de negocios oscuros y decisiones terribles. Pero en algún momento, en medio de su caótico reinado, una luz brilló en su vida, un destello que lo llevaría a un camino de arrepentimiento.

Un día, durante un paseo nocturno, Alejandro encontró a una joven hambrienta y desamparada en las calles. Llevándola a su hogar, le ofreció comida y cobijo. En ella, María, encontró una especie de pureza y bondad que había olvidado. Empezaron a pasar mucho tiempo juntos, y Alejandro se encontró mostrándole los aspectos más suaves de su personalidad, ocultos durante años bajo capas de dureza.

María, sin embargo, no sabía nada de los actos despiadados de Alejandro. Para ella, él era su salvador, el hombre que la había sacado de la calle y le había dado una nueva vida. Esta inocencia de María hizo que Alejandro se sintiera aún más culpable por sus acciones pasadas.

Pero la realidad era incuestionable. Alejandro, agobiado por la culpa y la vergüenza, decidió alejarse de María y todos aquellos que le recordaban su pasado. Se mudó a una pequeña casa en las afueras de la ciudad, donde empezó su proceso de cambio. 

Vivía una vida de austeridad y silencio, marcada por noches llenas de insomnio y días llenos de arrepentimiento. A pesar de su dolor, decidió dedicarse a ayudar a la comunidad en la que vivía, utilizando sus habilidades para bien. Pero la culpa y la vergüenza nunca se alejaban, recordándole constantemente su pasado.

Alejandro quería confesar, quería disculparse, pero no sabía cómo. La idea de confesar a María le aterraba, temía que la verdad destruyera la imagen que tenía de él. Pasó años en este estado de auto-aislamiento y reflexión, enfrentándose a sus demonios internos.

Una noche, en una decisión impulsiva, escribió una larga carta a María, explicándole todo. La culpa, el arrepentimiento, la vergüenza, y su deseo desesperado de cambio. Selló la carta y la dejó en su puerta, huyendo antes de que pudiera arrepentirse.

«Querida María,

No hay palabras suficientes para expresar la profundidad de la tristeza y el arrepentimiento que abruman mi alma. La vergüenza de mis actos inexcusables y la culpabilidad perenne me han llevado a un aislamiento voluntario.

Sé que en un principio mostré una imagen altruista, pero esa proyección no era más que una máscara, un camuflaje cómodo que ocultaba mi realidad oscura. Comprendo ahora que aquel refugio fue una cortesía temeraria, un gesto egoísta para mitigar mis pecados.

Pero mis actos anteriores son irrefutables. Fui un líder autoritario, haciendo mal uso de mi influencia y poder. Provocaba miedo, no respeto; creaba discordia, no armonía. Incitaba violencia donde debía haber paz y en lugar de ser un ciudadano ejemplar, fui un tirano despiadado.

He emprendido un proceso de reflexión intensa y profunda. El encuentro contigo, querida María, abrió un portal inesperado hacia la bondad, la empatía y la compasión, emociones que se habían atrofiado en mí. Te pido clemencia, no por mis actos horrendos, sino por la penumbra que eclipsó mi humanidad.

Hoy, tras la penitencia y el remordimiento, busco el cambio. No busco absolución inmediata, eso sería una expectativa irracional. En cambio, busco trabajar día tras día para reparar los daños causados y convertirme en una persona íntegra y honorable.

Quiero ser un ciudadano solidario y un ser humano empático. Quiero sentir la honestidad en cada palabra que pronuncio, y en cada acto que realizo. Busco la armonía con el mundo que una vez desprecié. Quiero ser alguien de quien te puedas sentir orgullosa.

Entiendo si te sientes traicionada y confundida. Sé que mis acciones te han lastimado profundamente. Pero mi intención ahora es demostrar que puedo ser diferente. Que puedo ser mejor.

Este proceso de cambio es solitario, pero necesario. Cada día es una lucha constante contra los fantasmas de mi pasado. Pero siento la esperanza. Una esperanza renovada que surge de la vergüenza y el arrepentimiento, y que se alimenta de la posibilidad de cambio y redención.

Espero que algún día puedas encontrar la generosidad para perdonar a este hombre arrepentido, que se encuentra frente a ti, más humano, más real.

Con todo el amor que mi ser arrepentido puede ofrecer,

Alejandro.»

María, después de leer la carta, quedó atónita y herida. Pero a medida que pasaba el tiempo, ella comenzó a entender. A entender el arrepentimiento y la necesidad de cambio de Alejandro. A entender que, aunque no podía justificar sus acciones pasadas, él estaba intentando compensarlas.

Decidió ir a ver a Alejandro. Lo encontró en su casa, un hombre muy cambiado de quien había conocido antes. Hablaron durante horas, lloraron, se enfrentaron al dolor del pasado. Alejandro se disculpó profusamente, prometiendo dedicar su vida a enmendar sus errores.

Fue un camino largo y duro, pero Alejandro, con el apoyo de María y su propia determinación, pudo cambiar. Aunque la vergüenza y el arrepentimiento nunca se disiparon por completo, Alejandro comenzó a construir un nuevo camino. Fue un proceso lento y doloroso, pero cada pequeño acto de bondad, cada gesto de contrición le acercaba un paso más a su redención.

María se convirtió en su ancla, su faro en la oscuridad. A pesar de su dolor y confusión iniciales, optó por apoyar a Alejandro en su viaje hacia la redención. No fue fácil para ella, pero la sinceridad en los ojos de Alejandro, y su compromiso visible con el cambio, la motivaron a quedarse.

Alejandro, con la ayuda de María, comenzó a usar su influencia y recursos para hacer el bien en la ciudad que una vez aterrorizó. Estableció refugios para los sin hogar, programas de alimentación para los menos afortunados, y becas para jóvenes brillantes pero desfavorecidos. Fue un camino duro, plagado de desafíos y críticas, pero Alejandro perseveró.

Su pasado nunca dejó de atormentarlo, pero Alejandro decidió utilizarlo como un recordatorio constante de la persona que nunca quería volver a ser. Luchó todos los días para ser mejor, para hacer más bien, para enmendar de alguna manera sus acciones pasadas.

Y con cada día que pasaba, Alejandro se daba cuenta de que, aunque nunca podría borrar completamente su pasado, tenía la capacidad de forjar un futuro mejor. Un futuro en el que no era un hombre temido, sino un hombre respetado. Un futuro en el que no era un tirano, sino un líder compasivo.

El arrepentimiento es un proceso doloroso, un camino que está lleno de obstáculos y desafíos. Pero también es un camino de crecimiento y redención. Alejandro, a través de su viaje de arrepentimiento, aprendió esta verdad de la manera más dura.

María, por su parte, encontró en Alejandro un ejemplo de la capacidad humana para cambiar. A pesar de sus acciones pasadas, ella vio en él un hombre que estaba decidido a ser mejor, a hacerlo mejor.

El camino de Alejandro hacia la redención fue largo y lleno de desafíos, pero a través de su arrepentimiento y sus esfuerzos para cambiar, encontró una nueva vida. Una vida en la que ya no tenía que vivir en la sombra de su pasado, sino en la luz de su futuro.

FIN.





 Las finanzas van bien, mucho mejor de lo que esperaría. Y aunque sigo saliendo de pendientes, agradezco infinitamente al Cielo las oportunidades que me ha dado de crecer. Por lo que llego a este instante, justo esta noche, con una premisa interesante a considerar: ¿Algún día será suficiente? ¿Dejaré tarde o temprano de ajetrearme por conseguir la "chuleta"?

Saben, del mismo modo que reducir el exceso de dopamina generada por los dispositivos electrónicos (principalmente como consecuencia del poder cautivador de las redes sociales), bajarle al autosabotaje con fines meritorios es un camino extremadamente saludable. Porque en el afán por ser excelente, crecer como persona, "triplicar mi sueldo" (sic), a veces terminamos descuidando lo más importante: Uno mismo. ¿Y de qué te sirve a largo plazo ser un millonario con montones de problemas de salud?

Reconozco que mi cuerpo, ha tenido, en mi ignorante pero bien intencionado deseo de superarme como persona, que pasar por demasiados sufrimientos; principalmente aquellos vinculados a situaciones de estrés mental como dificultades de sueño o excesos físicos como "tragar lo que sea y donde sea". Lo poco saludable de esos hábitos tiene que acabar. El día de hoy le declaro no la guerra, sino la paz a ese estilo de vida, y le doy la bienvenida al amor propio.

El amor propio y la salud tienen que regir mi vida por encima de las cantidades de dinero que tenga la capacidad de hacer. Que mi mente se encuentre saludable, que mi cuerpo sea fuerte, que mi vida sea fácil de llevar, estoico y decidido. Por medio de esta carta prometo hacer lo que esté de mí para evitar las tentaciones, por ejemplo, reducir el número de formas de obtener dinero (o métodos de pago) mientras ando en la calle, para así hacer muy difícil que termine comiendo en cualquier lugar. Ojo, planeo seguir subiendo imágenes de restaurantes y comidas ricas a intagram y google, pero eso será en orden, obedeciendo a un calendario de eventos, y hasta que pase mis tres meses alejado de redes sociales; además no pienso ser extremista y si, por ejemplo, me invitan a una fiesta (cosa que ocurre poco), tampoco me pondré payaso.

Desde el punto de vista de preparación de alimentos, la siguiente inversión será una estufa (ya que mi roomie prometió que se traería una que ya tiene, pero al parecer eso no ocurrirá y no puedo depender de ella para nada), compraré lo necesario y aprenderé a preparar cosas saludables.

Si lo apreciamos desde la óptica de lo financiero, esta estrategia también me será de gran ayuda, ya que al gastar menos en la calle, contaré con un presupuesto más sustancial para redimir cuentas. Por cierto, dije al inicio que mi plan era triplicar mis ingresos en un año, a partir de ese comentario ya pasaron dos meses y quince días, al momento, solo he podido incrementarlos de un diez a veinte porciento (dependiendo la perspectiva), y sin embargo creo que mis ingresos actuales dan más que suficiencia para vivir. No de forma "millonaria", pero cabalmente, superando deudas, puedo invertir y seguir trabajando con lo que resulte.

Además, en mis piensos, como Woz, no está retirarme de trabajar nunca, amo las cosas que hago, me encanta pasar tiempo frente a la computadora programando y aprendiendo, así como navegar entre conceptos y literatura en general; pero quiero recuperar el timón, porque había venido naufragando sin rumbo preciso a partir de la pandemia (y quizá desde que inició el 2020). Me quiero mucho, me amo más que a cualquier cosa en este mundo, y sé que con paciencia, determinación y constancia, seguiré saliendo adelante. Acercándome a la meta de ser suficiente y autosuficiente, sin caer en vicios superficiales y excesos de pasado, presente o futuro (a.k.a. Depresión, estés o ansiedad).



Me Amo

Por
 Las finanzas van bien, mucho mejor de lo que esperaría. Y aunque sigo saliendo de pendientes, agradezco infinitamente al Cielo las oportuni...

 Me dije: ¿Qué tal si transformo mis vicios y malos hábitos en energía para realizar cambios positivos y producir? Mentiría si digo que he logrado algo, pero he de ser bien sincero al mencionar que ya encontré un camino al cual aferrarme. *Se levanta un letrero.* -> "Hombres trabajando".

¿Qué pasa conmigo que me dan ganas de escribir a media noche? No, no te engañes, no es que me falten ganas antes, lo que ocurre es que el calor no da chance, ya subo escaleras y me arrincono, me encuero, enciendo el ventilador, me tiro en el piso, quiero llorar de la desesperación, bajo a beber un poco de agua, me visto, me salgo a la calle para darme cuenta que afuera también está sofocante, me regreso consternado y resignado, y ciclo lo anterior.

Sin embargo, redactar me sirve, ¿saben para qué? Para trabajar en mi estilo, para perderle el miedo a cajetearla feamente entre líneas, para hacer borradores y editarlos hasta el cansancio (ese cansancio suele llegar un par de minutos después, siendo franco). La imperfección me define, y es bellísimo abrazarla.

Glup. *Traguito de agua.* Hace un rato meditaba en el opuesto de una frase muy famosa del maldito borracho y feo aquel que escribía poesía áspera y honesta (entre una que otra salvajada, he de decir): "No tienes idea de la condenación que trae consigo la hermosura, pues difícilmente le agradarás de verdad a alguien". Claro, claro, escrito con mis palabras y abusando un poco de la interpretación, pero el significado ahí anda. Piénsalo.

Ser hombre implica empezar a descubrir el potencial conforme maduramos, mientras que las mujeres son valiosas desde el momento mismo en el que nacen, la mayoría de nosotros los no nacidos en cuna de oro tenemos que construir valor; con eso en cuenta, los primeros años de convivencia interpersonal pasada la adolescencia, los afrontamos desarmados, inexpertos, frágiles y ridículamente atarantados. Pasa el tiempo y vemos hacia atrás todos los errores.

Ahora entiendo, estoy agradecido del "Fail early, fail often, but always fail forward", porque sin eso no sería la mitad de lo que soy, no tendría una vigésima parte de la experiencia que tengo y no contemplaría la vida como un escenario pleno de oportunidades; sino que me sumergiría en un oceano de duda, decepción y llanto. Ya sé, comprendo que si te has dado una vuelta por acá en el pasado dirás: "Bro, pero tú siempre estás sufriendo." Y sí, pero no. Es difícil de explicar en unas cuantas líneas, además, no tengo intención de hacerlo. Recordemos únicamente que lo que aquí se expone es parcialmente cierto y que en general estoy en un viaje ficcional cual avatar desde una versión más antigua de mí (o proyectándosela a esa persona, según sea el caso).

No estamos aquí para fingir, pero tampoco para rasgarnos las vestiduras por ficcionalizar; la vida es una broma y al mismo tiempo un drama serio de proporciones globales, las personas son por sí mismas universos independientes que colisionan mutuamente, mi mundo y el tuyo gravitan como nuestros labios al tocarse. O no. ¿Quién soy yo para despertarte de la ensoñación? Bastante caca ya hay afuera, ¿no te parece?

Si quieres justicia, te la puedo proveer, pero terminarías en un deje de destrucción inminente. Si quieres misericordia, aquí la tienes y no a cuentagotas como las supuestas emociones que salen de tu ser; no, no, acá hay para llevar. ¿Generosidad? Anda mamita, sírvete; sí, sí, puedes llevarte todo, mientras no acabes con mi capacidad de generar, todo bien. No tengo idea de por qué escribí lo anterior, o siquiera en quién estaba pensando mientras las letras desenfrenadamente se me escapaban de las manos. Todo por un beso. Y la belleza natural.



 Tengo la pésima costumbre de hablar antes de tiempo, dejar de hacerlo es una virtud que he de ir desarrollando poco a poco. Ya saben, por ejemplo, que estoy por terminar algo y digo: "Uy, llevo tanto tiempo trabajando en esto y ya casi queda", o el clásico: "Se me va a presentar tal oportunidad". Por ejemplo hoy, venía corriendo a decirles en lo que he estado ocupado los últimos días; cuando en realidad, siendo bien sinceros, no les importa.

Esta necesidad imperiosa de ser amable y bondadoso a veces tiene que calmarse, este deseo inminente de estar ahí para quien me busque y necesite, debe ser controlado; y parte de ese control es así como aprender a decir "sí" (como la peli de Carrey), aprender a decir "no" sin sentir ningún remordimiento.

Me he dado vueltas por el ciberespacio adentrándome en conocimientos que tenía "abandonados" por decirlo de alguna manera, me puse a navegar en viejos recuerdos, textos, fragancias y memorias que recordaron una suma de fenómenos valiosos en mi haber. Me rendí ante decenas de hojas de papel que no llegaban a ningún lado, pero más allá de eso, ejecuté la sentencia "eliminar" a un montón de información que tenía inútilmente almacenada.

Mi mayor demanda ahora para mi propia persona es permanecer en el estoicismo, controlar los malos hábitos y seguir trabajando en los buenos; no mentiré, ustedes son conscientes de la montaña rusa que es esto para mí. Pero ahí la llevo, más lento de lo que quisiera, con más reparos de los que me esperaría. Digo, ya no soy un joven veinteañero, es comprensible que mi necia humanidad salga de gane de vez en cuando.

Una vida completa he aprendido de los límites, las causas, exigencias, provocaciones y desencadenamiento de lo que la ausencia de los mismos provoque; curar heridas ya no es suficiente para reparar daños, se requiere de una fuerza de voluntad infranqueable y una constancia determinante. Se da, se da, pero si mi yo de hace diez años estuviera leyendo esto, tendría que saber que las pocas características que me tienen aquí, con vida (principalmente), han sido a base de caerme y levantarme.

Claro que trato de escuchar a los sabios y aprender del consejo de los ancianos, definitivamente bucear en un mundo de libros también me ha traido un poco, pero como el sapiens o lo que sea que soy, fácil no ha sido ajustarme a las necesidades del mindfullness.

Me voy porque la pantalla empezó a parpadear. No, no es la pantalla, es el sueño que me pegó. Las líneas se mueven verticalmente y me enfoco solo en colocar letras una después de la otra, esperanzado en que los errores ortográficos, no sean una constante entre estas líneas finales. Ustedes ya saben, y si no se los digo, el ocho, el siete, el tres, el once, el veintiocho, el setenta y siete y el catorce, son parte de esto y de cualquier cosa que haga. Un abrazo.



 Un día empecé a escribir, de una manera distinta, sin molestia ni incomodidad, sin furor o miedos por dejar ir. Y me fui a partir de ahí. No se trata de criticar o de hablar cosas negativas, lo que estoy haciendo es enfocarme, necesitaba cambiar, principalmente porque ni yo mismo me toleraba los últimos días.

Y el empujón que me dieron, que me llevó justo al foco de la realidad ha hecho bastante bien; recuperé mi capacidad de pesar las circunstancias, redescubrí el potencial en mí, ahí había estado todo el tiempo, pero claro, tan atorado y abrumado por nimiedades y superficialidades, no lo alcanzaba a ver.

Me tuve que dejar en claro que no era la versión de mí en la que quería seguir, y para comprometerme a la importancia de la renovación, eliminé todo del alcance de mi mano. Hoy descubrí una nueva regla, algo que creo que me costará un poco más de trabajo hacer, pero como todo hasta el día de hoy, lo lograré: Eliminar a todas aquellas personas que no conozco de mis redes, gente con la que no tengo ni he tenido interacción alguna y que están ahí, simplemente porque me parecen personas atractivas.

Este nuevo paso en mi proceso de cambio lo llevaré a cabo una vez que tenga reinstaladas las apps en mi celular; ausencia de las cuales me ha hecho recapacitar bastante en lo que respecta a mis necesidades y gustos. Para centrarme en construir una mejor persona en mí, tengo que ir hasta las raices, dejar ir gustos y aficiones que no sirven para nada a largo plazo, esforzarme por las cosas que me serán de bien a futuro; es lo que he estado haciendo: Lectura, programación, escritura, finanzas, hábitos, salud, orden y más orden.

Estaba encaminado al autosabotaje y la decadencia, castigándome de maneras ruines y atascándome de lo poco que había a mi alcance. Dichosos son quienes no tienen que pasar por un procedimiento así para entrar en razón, sabios pordríamos considerarles. El monstruo en mí se ha calmado nuevamente, estamos aprendiendo a vivir juntos en armonía. No tengo enemigos más que uno muy de vez en cuando; y cuando ha ocurrido que se aparece, suele ocultarse tras el espejo en cuanto lo descubro.



 "Si quieres tener resultados extraordinarios con las cosas en general no puedes tener actitudes ordinarias; no puedes hacer lo que todo el mundo hace y esperar resultados diferentes."

Aunque apenas el calendario revele el primer mes de mi promesa, tengo que confesar que la transformación se dibuja lenta, etérea, pero persistente. En este mar de tiempo he optado por zambullirme en el abismo terapéutico, un intento de abrazar esas escurridizas realidades que se me escurren de entre los dedos, donde mi influencia no es más que una vana quimera.

Las sesiones han sido un ojo de agua, un manantial de entendimiento donde he aprendido a reconocer la existencia de la hipergamia, no como un monstruo a temer, sino un compañero potencialmente benéfico. Es la sencilla verdad de la vida que una mujer siempre buscará al compañero más brillante en su cielo, al destello más vibrante. Así pues, un uno, como me considero en la escala de este universo, nunca podría danzar en sincronía con una siete.

Una vez aceptado este panorama, queda un único camino por recorrer: el de la mejora. Debo ser honesto con mis pasos, porque un uno no se convierte en un tres en un simple parpadeo, y el número dos es un camino obligado para llegar a nuestro destino. No es una carrera desenfrenada, sino la laboriosa construcción de algo duradero, algo palpable.

Por eso se impone la necesidad de una preparación incesante, de llenar nuestro morral con las habilidades recogidas en el camino. Herramientas siempre listas para ser desplegadas al presentarse la oportunidad. Algunas ya las domino con grácil destreza, acciones que se han convertido en una extensión de mi ser, y la simple existencia de este hecho es un canto de alegría.

Finalmente, la vida no es más que un juego de números, y yo, un amante de algunos juegos, he aprendido a coquetear con la pérdida, a esquivar el látigo de la frustración. El verdadero desapego al resultado es una filosofía que no debería alterar el equilibrio interno ni las visiones a largo plazo. Cada etapa se despliega, y realmente, suele ser ajena a nuestra influencia. Recordar que la ira y el descontento son regalos de poder innecesarios es una gran estrategia para mantener el rumbo, para seguir adelante.

Llegué aquí para seguir, recuperar, reestablecer, complementar, aplicar y volar; sin dejar la caballerosidad de lado, trabajando por mejorar, aprendiendo de todo y todos: "Now watch me rise up and leave. All the ashes you made out of me, when you said that we were wrong, life goes on, just look how wrong I could be."



 No puedes vivir resentido, triste o angustiado. Es importante reconocer tus errores, eso es cierto; pero más importante todavía es abandonar los hábitos que te han venido haciendo daño. Vas a estar trabajando en tus propósitos, en tus finanzas, en tu valor, en tu salud, en tu cambio de mentalidad, en tu constante mejora diaria, en tu desarrollo profesional e intelectual, en explotar tus talentos.

No vas a desperdiciar tu tiempo y recursos en cosas o situaciones futiles, vas a trabajar en fortalecer relaciones que te nutren e inspiran. Escribo esto pensando en personas como Roger o Alan, un par de amigos que han alcanzado logros notables en sus vidas. Roger es una bestia llena de músculos de 120 kilos con la capacidad de levantar 320 en peso muerto, es una mole formidable, y conocerlo es una experiencia muy agradable.

Sorprendería saber, entonces, que Roger es al mismo tiempo un gran ingeniero, que trabaja para una financiera muy importante a nivel mundial y anda generando ingresos superiores a seis cifras nacionales al mes, una lana bastante decente. Pero no se ha quedado ahí, cuando empezó la pandemia, mi buen amigo se quedó sin un "templo del dolor" para asistir a ejercitarse y se decidió a conseguir sus propios aparatos y montar su gimnasio justo en su casa. El tipo ya lo terminó. Como dije, es de admirar este hombre.

Ahora con respecto a Alan, a quien considero uno de mis mejores amigos, hace días incluso hablamos por teléfono. Después de una ruptura amorosa (qué curioso que muchas historias de éxito empiezan con algo similar) por no "dedicarle tiempo suficiente" a su ex o aceptar irse con ella a Canadá, pues allá se "gana mejor"; el tipo optó por una personalidad estoica y se enfocó muchísimo en trabajar, una de las frases que recuerdo de él es: "No necesitas irte para hacer dinero".

Se salió de su empleo anterior y fundó su constructora, hace un par de meses me mandó un mapa del fraccionamiento que está por construir, un lote completamente de él, cincuenta casas. Me impresioné muchísimo y les dije a mis papás lo feliz y orgulloso que estoy de mi amigo, porque sé que con mucho esfuerzo y sacrificio ha logrado eso. Sé que es millonario, pero además de ser eso, es una persona tremendamente inteligente y trabajadora, como pocos. Alan es de esas personas que agarra unos cuantos ladrillos y se construye una fuente, o toma un pedazo de madera y hace con eso una artesanía. Un tipazo además.

A qué voy con esto, por qué menciono únicamente a un par de amigos. Tengo muchísimos más, de los cuales estoy orgulloso y agradecido, empecé con ellos porque compartimos edad, y tenemos otras cosas en común, como que somos ambiciosos, no acostumbramos evadir la realidad con substancias, hemos desarrollado un pensamiento crítico a partir del análisis de opiniones opuestas, nos gusta reconocer nuestra imperfección y trabajamos en mejorar cada día, estamos conscientes de nuestra realidad en este mundo, no nos sumergimos en temas de faldas; Roger, trabaja en IT y por un tiempo fuimos roommates; Alan, es mi primer amigo de toda la vida.

Seguramente iré abriendo espacios aquí para contar de algunas de las razones por las que otras amistades me parecen sobresalientes, estos casos en particular, los tomé para ejemplificar cómo una frustración bien encaminada puede llevarnos a construir cosas importantes. Y claro que sí, me da gusto que sean personas de mis círculos cercanos porque puedo aprenderles un montón.

Convertir las dificultades en un producto bueno es posible, se requiere de perseverancia y dedicación, de invertir lo que se tenga a la mano y aplicar todo lo aprendido. Estoy aquí, con la fiel convicción de que algún día esos amigos verán que también he conseguido cosas interesantes, que ellos se darán cuenta que han actuado como una importante fuente de inspiración para mi vida en el proceso, y que yo también trabajaré por ayudar a otros como ellos lo han hecho conmigo.





 De la biología surge el prólogo de nuestra vida,

Una danza eterna, cultura y naturaleza de la mano,

No dicta quiénes somos, pero sí la dirige,

Nuestra esencia, un lienzo, un terreno arado.


La genética nos ancla, más no nos define,

Es simplemente un ingrediente en la mezcla de nuestra mente,

Y aunque parezca un juego de opuestos constante,

Veo la belleza en ambas partes: en el yo que elijo, desafiante.


Años y hormonas desfilan, revelando nuevas facetas,

Más introspectivas y suaves, me hallo menos combativo,

Gratitud y fortuna se mezclan en mi copa,

El neandertal de antaño ha cedido ante el sabio, suscribo.


La biología, repito, no es un destino grabado en piedra,

Los hombres no eludimos nuestras emociones, solo las manejamos distinto,

Anhelamos proteger, nuestro lenguaje es la acción,

Resolver problemas, en ese acto se halla nuestra pasión, por instinto.


No nos reduzcas a simples deseos y paz,

Somos un mar de emociones, cada ola en su lugar.

Problemas afrontamos, en esta era de transformación,

Violencia y comprensión se entrelazan en una canción.


Aquel que no sostenga tu mirada en medio de la discusión,

No juzgues con dureza su aparente evasión.

Tus ojos verdes compiten contra una pantalla reluciente,

Pues ello no implica que él no te ame, te lo aseguro, ferviente.


En el baile complejo de la vida y la existencia,

Las cuerdas de lo que fuimos, de lo que somos, en perfecta coexistencia.

Nos movemos al ritmo de una melodía antigua y vacilante,

Apreciamos nuestros orígenes, con el futuro al frente, desafiante.



La Biología

Por
 De la biología surge el prólogo de nuestra vida, Una danza eterna, cultura y naturaleza de la mano, No dicta quiénes somos, pero sí la diri...

 Ejemplificando con una óptica distinta los beneficios del ejercicio: Un poco de ejercicio al día es como un disparo justo al centro de cada problema en nuestra vida. Ponernos en forma mejora nuestra calidad como no te imaginas.

El corazón es un motor rugiente, bombeando sangre como gasolina en un coche de carreras. Ejercitarse es darle una afinada a ese motor, mantenerlo libre de la mugre que lo dañaría. Las enfermedades son accidentes que podemos evitar.

Cada kilo que sudamos es una victoria, una medalla de honor en la guerra contra la obesidad. El ejercicio es una escopeta cargada lista para acabar con aquello que nos daña lentamente.

Los huesos y músculos, son nuestra infraestructura. Los pilares que mantienen en pie esta ciudad en la que habitamos, el ejercicio es tener un equipo de mantenimiento de primera trabajando de planta para mantener este edificio en pie y resistente como el acero.

Que nuestras endorfinas sean disparadas cual metralladora, el antídoto perfecto contra la oscuridad conocida como ansiedad y depresión es moverse. Es un pase gratuito a la montaña rusa de la felicidad.

Es la mejor manera de postergar nuestro tiempo en este planeta, es como tener un pase extra para la función en nuestra sala del cine favorita para disfrutar del espectáculo del buen vivir.

El ejercicio también ayuda a dormir como un bebé después de un día de pelearte contra la cotidianidad. No hay nada como una espléndida noche de sueño recuperador para ponernos en marcha antes del próximo round.

También ayuda a mantener esa cabezota en forma. La demencia es como un matón de bar, el ejercicio es un puño volador, listo para asestar con furia y mantener este cerebro jalando a todo vapor.

En resumen, ejercitarse es una batalla, un tiroteo, un desafío que nos va a hacer sentir como el héroe de nuestra propia película de acción.



Mi plan para hoy es quedarme en casa hasta que lleguen las cosas que encargué en Amazon, de ahí, darme un baño y salir un rato. Este experimento de borrar las apps sociales de mi celular ha salido bastante bien, me ha permitido en primer lugar concentrarme en asuntos que son importantes: Estudiar, trabajar en mí, leer, escribir, hacer planes, construir relaciones, divertirme con otras cosas.

En los pocos días que llevo, he terminado de leer tres libros a buen ritmo (algo que no hacía hace un montón), las notas que he publicado acá, han estado decentes y salieron con una frecuencia que me parece sorprendente. El siguiente paso es empezar a producir, ya tengo casi todas las herramientas que necesito, pero sigo sin poder tolerar estar en el estudio más allá de quince minutos sin morir de calor, ya sea que me ponga a grabar de madrugada (que no es mala idea, aprovechando en algo mi insomnio) o hacerme de un aire acondicionado portatil (de los que he leído pésimas reseñas y por tal razón no me he animado).

Propuse a cambiar algunos hábitos en mi vida que me tenían sujeto innecesariamente a situaciones desfavorables. Trabajar en eso requiere tiempo, dedicación, compromiso y un montón de misericordia para con uno mismo, porque los deslices ocurren, uno falla, uno quiere ser mejor, pero la perfección es inalcanzable.

Como parte de mis actividades para hoy, me gustaría planear un calendario de cosas por hacer el resto del mes. Para no divagar o caer en situaciones de desventaja. Han sido días interesantes, mis "retos" han fallado continuamente (y esto viene así desde hace años, así que no es novedad), tener las mejores intenciones no implica que haya logrado un cambio, pero reconocer y moverse en una dirección distinta, sí que los producen.

Ayer estaba afuera y pensaba: "Hay tanta mujer bonita en esta ciudad, que como hombre, si te rompen el corazón, volteas noventa grados y te puedes volver a enamorar." Es completamente cierto, no podemos andar por la vida sufriendo por las malas decisiones tomadas al haber conocido a una persona, o dos, o las que sean, somos dueños de nuestras emociones y tenemos que ser capaces de controlar nuetros deseos; qué más da que nos manden a volar, mientras nosotros mismos seamos capaces de levantarnos y recuperarnos.

Mandaré hacer una taza.

Mandaré hacer dos tazas.

Mandaré hacer varias tazas.

No hay una respuesta correcta. Podría decirse que somos como un error. Entramos con veinte años de desventaja al mundo relacional. Ser hombre en tiempos modernos es verdaderamente difícil. Mejor es respetarse uno mismo.



 En el intrincado tejido de las relaciones humanas, existen ciertas características que han demostrado ser particularmente atractivas para hombres y mujeres. Sin embargo, es importante subrayar que estas tendencias son generalizaciones y no son aplicables a todos los individuos. En cada ser humano reside un universo de preferencias y gustos únicos.

Los hombres, de acuerdo a diversas investigaciones y análisis, parecen inclinarse por las siguientes tres cualidades en las mujeres: feminidad, juventud y belleza. La feminidad es un constructo cultural amplio que abarca un conjunto de características que socialmente se han atribuido al género femenino. Esta puede manifestarse de diversas formas, desde la delicadeza y la ternura hasta la fortaleza emocional y la maternidad.

La juventud, por su parte, puede ser apreciada por su asociación con la vitalidad y el potencial para concebir. La belleza, aunque subjetiva y altamente variable en diferentes culturas, a menudo está ligada a signos de salud y bienestar físico.

Las mujeres, por otro lado, suelen valorar la seguridad, la inteligencia y la bondad en los hombres. La seguridad implica un grado de autoconfianza y capacidad para manejar diversas situaciones, brindando un sentido de protección y estabilidad. No se limita únicamente a la estabilidad financiera, sino también a la emocional, manifestada en la capacidad de tomar decisiones y asumir responsabilidades.

La inteligencia es otra cualidad muy valorada, que incluye tanto la inteligencia emocional -la habilidad para entender y manejar las emociones propias y ajenas-, como la intelectual -la capacidad de aprender, comprender y resolver problemas-.

Por último, la bondad es un rasgo profundamente apreciado, reflejando un trato respetuoso hacia los demás y la capacidad para ser empático y generoso. Esto puede indicar que un hombre será un buen compañero y padre.

Aunque estas seis cualidades pueden ser atractivas para muchos, siempre es fundamental recordar que cada individuo tiene sus propias preferencias basadas en sus experiencias, valores y expectativas individuales. Sin embargo, vivimos en una época de cambio y evolución constante, donde los roles de género tradicionales son desafiados y redefinidos continuamente. Es vital recordar que estas características no son prescriptivas, sino que simplemente representan tendencias generalizadas basadas en estudios y observaciones.

Considerando la contemporaneidad como algo enfocado en la destrucción de los roles de género, principalmente como conveniencia capitalista (no vieron venir esa, ¿verdad?). El atractivo de la feminidad, juventud y belleza en las mujeres puede ser un reflejo de la presión social para que se adhieran a ciertos ideales estéticos y de comportamiento. De manera similar, la preferencia por la seguridad, la inteligencia y la bondad en los hombres puede reflejar expectativas tradicionales de que deben ser protectores y proveedores.

Como consecuencia, en el mundo actual, cada vez más personas valoran características como la igualdad, el respeto y la comunicación abierta en sus relaciones. Las preferencias individuales pueden variar enormemente y no están limitadas por las generalizaciones de género.

Con todo, los roles y cualidades tradicionalmente asignados a hombres y mujeres se han formado a lo largo de miles de años de evolución humana y social. Estas características no son arbitrarias, sino que se han desarrollado a través de necesidades y circunstancias históricas. Sin radicalizar, ni intentando dar argumentos vacíos, expresándonos objetivamente, han sido manifestaciones como la procreación por un lado y la virilidad por el otro lo que nos han mantenido con vida a lo largo de la evolución humana, somos una especie superviviente gracias y en consecuencia a aceptar los fenómenos biológicos que al final son lo que nos termina volviendo una especie natural, regresándonos siempre a nuestros orígenes. Negarlo sería simplemente ignorar de dónde venimos.



 Llevo un universo de pensamientos en la marea de mi mente, y siento la necesidad de exorcizarlos antes de sumergirme en el sueño. De momento, me encuentro arrastrado por una ola de frustración, incapaz de completar un par de algoritmos que, desde mi perspectiva, deberían danzar a mi ritmo con sencillez. Como es costumbre, me he visto enredado en su complejidad, así que los dejé en suspenso, como melodías a medio terminar, prometiendo a mi mismo que volveré a ellos más tarde. Ah, ciertamente, son mis propias batallas las que estoy peleando, solamente con el objetivo de afinar mis habilidades, ensayar una y otra vez.

En un segundo plano, se encuentra esta noción, este eco en mi cabeza: hay quienes se miran al espejo y se ven como un diez brillante, cuando apenas alcanzan a rozar el seis en la escala de la realidad. Mientras, existen otros, entre los que me incluyo, que nos cuesta dejar atrás esa imagen de nosotros mismos como meros unos, apenas puntos en el lienzo de la existencia.

Nos hallamos en un cosmos en constante rivalidad, donde pareciera que para ser relevante necesitas lucir de revista, tener una cartera pesada o, más crudamente aún, estar entre los muertos, como una camiseta que una vez aprecié declaraba: "Nobody cares until you're rich, pretty or dead".

Nosotros, los hombres, caminamos por este sendero con una complejidad adicional. Portamos la herencia de un aprendizaje de hogar que nos define como proveedores y protectores, sin darnos el lujo de preocuparnos sobre cuán "bonitos" nos vemos al amanecer. Cargamos con el peso de roles predefinidos, ajenos a la coquetería del espejo. ¿Es esta la verdadera belleza de la existencia? ¿O es acaso un yugo invisible que nos mantiene atados a una versión de nosotros mismos que ya no nos pertenece?

En el ojo del huracán está la hipergamia, desmantelando las fortalezas que habíamos construido con nuestras creencias y preceptos. No obstante, debo admitir, a mí no me afecta en absoluto. A fin de cuentas, este fenómeno solo consumirá a aquellos que aún no comprenden cómo los golpea directamente. Hay quienes se autoproclaman "completos" por mantener un empleo, cuando en el fondo sabemos que son náufragos en su propia miseria, luchando contra la corriente, mientras que otros nos deleitamos en esa lucha.

Y luego están aquellas mujeres, cada vez más imbuidas en su ego, persuadidas de que sus cualidades masculinas son las que atraen a los hombres hacia ellas. Caminan en el filo de su autodescubrimiento, sin percatarse de que están deshilando el tejido de su esencia femenina, dañándose a sí mismas en un acto de autoboicot inconsciente.

Porque, sí, la fortaleza, la eficiencia, la aspereza, el afán por la diversión, la crudeza, la audacia, la astucia, el intelecto, la libertad sexual, todas estas son características que, a fin de cuentas, no tienen valor en los gustos masculinos a largo plazo, al menos no en la construcción de relaciones duraderas y fructíferas. En la poesía de la vida, a veces, las palabras más fuertes no son las que más resonancia tienen en el corazón de quien las escucha.

Estamos inmersos en un maremoto de falacias, tan desbordante y abrumador que parece que, poco a poco, nos vamos quedando sin opciones, especialmente aquellos de nosotros que residimos en la base de la pirámide. Por eso, como varones, debemos edificar sobre lo que está a nuestro alcance, ya sea ingenio, supervivencia, adaptabilidad, razonamiento, finanzas, desarrollo personal, y todo aquello que no depende de haber sido bendecidos con los genes más atractivos.

Un hombre, cuando no se encuentra a gusto, se va, se desvanece; si lo rechazas y es un caballero, hará todo lo posible para no perturbarte más, incluso si eso significa desmoronarse en pedazos. En su soledad, emprenderá la reconstrucción, pieza por pieza, buscando la armonía perdida, y a veces, en el desorden de las partículas rotas, encontrará un nuevo orden, una nueva forma de ser.

En la disonancia de la existencia, cada uno de nosotros compone su propia melodía, y a veces, es en los tonos más graves donde descubrimos las notas que mejor resuenan con nuestra auténtica esencia. La verdadera masculinidad, al final, no reside en la perfección del aspecto, sino en la capacidad de seguir afinándonos en medio de la sinfonía de la vida.

La autenticidad radica en abrazar nuestra propia imperfección. Estoy absolutamente saturado de aquellos que se autopromocionan como "la crème de la crème", como si fueran productos en el estante de alguna tienda pretenciosa. Me parece claro que estas almas no poseen un espejo capaz de reflejar lo que albergan en su interior. No importa cuán espléndido puedas ser, si no tienes la capacidad de reconocer y confrontar la oscuridad que todos llevamos dentro, nunca podrás asentarte en un lugar de manera permanente.

Todos llevamos nuestras propias manchas, nuestras propias cicatrices, nuestras propias notas discordantes. Ser genuino es tocar esa canción imperfecta con la sinceridad de un corazón abierto. Cada uno de nosotros es una obra en proceso, una sinfonía inacabada. No busquemos ser "lo mejor de lo mejor", busquemos ser lo más auténticos posible, porque es allí donde encontraremos nuestra verdadera resonancia.

Me halagaron un par de veces en días recientes, cosa que me llega como un destello luminoso en este lúgubre camino llamado vida. Una amiga que ya tiene familia me dijo que cuando se dio cuenta de cómo trato a mi hermana le gustó mucho eso de mí, que de haber conocido esa forma tan hermosa de ser de mí antes, se habría casado conmigo. Lo cual agradecí y argumenté que la había regado recientemente con otras personas, y que al final estaba arrepentido por algunos de mis actos, por lo que cada día sigo aprendiendo. Otro amigo comentó que por qué no explotaba las capacidades "ocultas" que me había notado; comentario que me hizo feliz pero la respuesta es simple, para mí no es sencillo, hasta dormir me cuesta trabajo, hay un sinfín de cosas sucediendo simultaneamente en mi cabeza y el mundo es un lugar horrendo, cuando se le conoce.



Carta a una ex:

En el crepúsculo de nuestro afecto, te encontraste suspendida en el eje de mis divagaciones, elevada en el panteón de mis devociones. Sin embargo, en un parpadeo, te transformaste en un eco del tiempo, una presencia meramente tangible, prescindible a tu antojo. En nuestro pas de deux de la existencia, fui un aliado persistente, esforzándome, en la medida de mis fuerzas, por mantenerte en el presente, por mantener viva nuestra conexión.

Pero entonces, la muerte arribó, transformándote en un espejismo desvanecido en la inmensidad de la nada. Mis palabras, alguna vez pronunciadas con fervor, ya no encontraban tu oído. La búsqueda cesó, mi ser ya no se flexionaba en el afán de hallarte. No eras más que un vestigio del pasado, una imagen espectral a la que antaño le ofrecí mis letras y que hoy, ni un suspiro merece.

En medio de la ausencia y el silencio, me encontré reflexionando sobre la danza del afecto. La realidad, antaño velada, se reveló con claridad: no estamos aquí para dosificar cariño, y menos aún para mendigarlo. Y aunque la bondad impregna mi ser, incluso los más grandes dramaturgos deben reescribir sus guiones de vez en cuando. Yo ya no podía desvivirme por la atención que fue negada.

Porque al final, si la hipocresía adorna tus días, no puedes buscar autenticidad, no puedes anhelar cariño. Como un reflejo en el agua, la verdad se revela a sí misma. Siembras deshonestidad, y lo más que podrás cosechar será el desdén. En este juego etéreo de la existencia, fui un compañero, un observador, un literato, pero jamás un enemigo. Y ahora, ni siquiera alguien a quien le resultes de interés.

Sin embargo, en la quietud de este desenlace, emergen palabras de gratitud. Agradezco la belleza que nos unió, las huellas que dejaste a tu paso, los momentos compartidos y la fragancia de los días pasados. Te agradezco por el tiempo, ese maestro implacable que nos enseña, que nos transforma, que nos bendice con su gracia efímera. No importa cuán desvanecida estés ahora, tu esencia y tu ser dejaron una melodía en el viento, una canción que cantaré en silencio, una reverberación de lo que una vez fuimos. Y aunque ya no estás, agradezco tu paso por mi vida, por los trazos que dejaste en la página de mi historia, por ser, al fin y al cabo, un fantasma hermoso de mi ayer.



 Odio cuando las páginas de servicios van restringiendo sus productos para que a huevo le entres a sus versiones de paga. Por ejemplo, Degoo, que ya de por sí, cuando inicié la cuenta noté que tenía algunas limitaciones, pero la toleré, y conforme pasaron los meses agregaron más trabas, al final me vi en la necesidad de soltar una lanita y pagar una mensualidad de su servicio para simplemente poder descargar las cosas que tenía ahí almacenadas. Y es que ese producto lo utilicé para guardar proyectos de desarrollo viejos, algunos productos ya preparados como referencia y cosas similares, todas las coloqué en comprimidos porque la plataforma solo te permitía descargar de un archivo.

Me pasó algo similar con Ifttt, me encantaba automatizar herramientas pero se convirtió en un mero negocio, y aunque es "económico" el precio de su suscripción Pro, si desde el principio hubieran colocado esas limitantes no habría tenido que eliminar todas las cosas una a una ajustándome a su plan gratuito conforme se reducían los productos ofrecidos.

O qué me dicen de Twitter, que ahora con su versión Blue, ya nadie ve mis posts (a menos que pague una mensualidad altísima, por cierto) y le entre a lo que ellos ofecen; que dicho sea de paso, desde que agregó su sección "Para ti", la posibilidad de publicar textos inmensos, videos de horas y comunicación con audios, no sé, se cayó de mi gracia. Ya no es la herramienta de comunicación que basaba su belleza en la simplicidad que tanto me gustaba.

Y así puedo seguir con otros productos de software, que por su necesidad de generar dinero continuamente y crecer como negocios, dejan de lado la experiencia de usuario final. Algo que me llena mucho de tristeza, porque como desarrollador, una cosa que siempre me ha gustado es ofrecer herramientas que faciliten la vida de otros, no que la compliquen. Y hablando de dinero, es una pena que nos veamos reducidos a eso, a cuánto podemos producir como valor sustancial.

Por eso en parte decidí alejarme temporalmente de redes, y principalmente remover sus productos de mi celular: Twitter, Instagram, Facebook, Messenger, Reddit, Telegram, YouTube, TikTok, desaparecieron de mi mano, y al menos un par de meses más seguirán así. La única aplicación del estilo que quedó es WhatsApp, pero con la poca atención que le pongo y con el uso que le doy (básicamente compartir memes con un par de grupos y uno que otro compita), además del mensajeo inmediato con algunos contactos laborales y familiares, no me representa una situación similar a las redes anteriormente mencionadas.

No me creo mejor a nadie por tomar esta decisión, muy por el contrario, estaba siendo víctima de sumergirme demasiado en ellas y desconectarme de mi entorno; además, tengo muchísimas cosas por hacer y en las que ocuparme, libros amontonados, cursos al por mayor, mejoras en mi autoestima, personas rodeándome que quieren pasar tiempo conmigo, arte, música, podcasts; por decir algo, le estuve dando demasiada importancia a lo que consumían mis ojos y eso solo se traducía en mayor frustración, malos pensamientos y emociones innecesarias.

Como alguien que respalda el producir a cambio de nada, mi conflicto contra aquellos que buscan beneficiarse de cada dedo que mueven tiene una base fuerte. Como un "copyleftero" de corazón, el sobreestima que se le da al factor monetario, a veces me sorprende. Y por cierto, no digo que ellos estén mal, para nada, simplemente tenemos apreciaciones distintas de cómo y para qué es la plata, para mí personalmente representa un medio, no un fin.

Recuerdo que cuando vivía con cinco roomies les decía: "Cada uno de nosotros, tarde o temprano va a hacer mucho dinero, por el medio en el que estamos principalmente". Y así ha sido, cada uno de los mencionados hoy gana varias veces más que en ese momento. El punto es que no estoy peleado con hacer dinero, pero para mí, eso es consecuente y circunstancial, no tiene cabida en la fórmula del éxito (porque si ser rico es tu sinónimo de éxito, agarra cien varos y vete al país más jodido; verás que lo serás ahí).



 Tres de la mañana, eliminar cosas de mi vida que no traen beneficios. Pero es catártico, aunque complicado. Todo este asunto del detox digital, tiene a bien ir construyendo en mí de forma objetiva y con fines de mejora constante. Me gustó mucho una frase hoy que vi en el último episodio de Ted Lasso, serie que por cierto, ya terminó:

"Los humanos jamás seremos perfectos. Pero sí podemos seguir pidiendo ayuda y aceptarla cuando puedas. Y si sigues haciendo eso siempre estarás avanzando hacia ser mejor."

¿Qué cosas puedo quitar? ¿Qué cosas puedo calmar? ¿Qué me ayudará a tener mejores resultados en la vida? ¿Quiénes aligeran mi existencia? ¿Qué cosas es mejor ignorar? ¿Qué cosas se escapan de mis manos? ¿Quién ha fungido como mi mentor? ¿Cómo empezar? ¿Hacia dónde ir? ¿Cuánto tiempo he de invertir en esto? ¿Qué observar, qué escuchar, qué oler, qué consumir, qué tocar? ¿Qué hago aquí? ¿Cuál es el plan? ¿Cómo no desistir? ¿Por qué resistir? ¿Por qué he de levantarme? ¿Por qué me quiero superar?

No solo es un asunto de ego, definitivamente es lo primero que quiero evitar a la hora de trabajar en mí; no se trata de reprochar o presumir, se trata de salir del agujero y proponer mejores cosas, de tener una vida más saludable y consciente, de compartir estima y aceptación, de alinear la espiritualidad con el alma y cuerpo, de culpar, dejar de culpar y ocuparse.

Este texto es pequeño pero poderoso, lo estoy escribiendo a mitad de una decisión importantísima; escapar de circunstancias que me tienen atado, abolir mi propia esclavitud. Sumarme a un pensamiento ligado al accionar distinto, protagonizar y disfrutar de cada momento, cada lugar, cada persona, cada sabor, cada aroma, cada sonido, cada textura, cada experiencia, cada detalle. Lo que nos hace diferentes a la vez nos conecta, lo que nos vuelve únicos a la vez nos complementa. Amo mi existencia, amo mucho estar aquí y amo cada detalle que me ha hecho la persona que soy.