Mi Cabeza es una Sopa

 Mi cabeza es una sopa. Desde despertar y no saber qué estoy haciendo aquí hasta fastidiarme por el solo hecho de existir, "de qué sirve ser ingeniero" me pregunto, si nadie está interesado en pagarme por trabajar para ellos, y por cuenta propia, "de qué sirve a veces redactar", si no consigo construir una obra decente de todos los recortes, "de qué sirve tener acceso a tanta información que no está disponible para todos", si con ella no hago negocio y mis números rojos siguen aumentando, "de qué sirve esta vida" si nada más estoy aquí de paso, y no logro cuidarme para yo mismo funcionar correctamente.

Se está terminando el año; durante toda mi vida llegar a esta época significaba muchas cosas para mí, la nostalgia llegaba y me llenaba de dicha la sola idea de poder compartir con mis seres amados, en papel o de manera virtual me ponía retos para esforzarme en ser una mejor versión de mí, obsequiaba regalos de corazón a quienes me rodeaban, me enternecía con el amor que se respiraba adentro y afuera.

Hoy la situación es diferente, mi cerebro no deja de repetirse que ha sido un año difícil, el más complicado hasta ahora, tengo treinta y tres años, en casi un mes cumplo treinta y cuatro sin sentirme pleno, sin ganas de continuar, sin sensaciones de amor rodeándome. Agradezcan por mí aquellos que son dichosos de sentirse enamorados, felices y completos, yo estoy quebrado, en todos los sentidos que esa palabra signifique.

Una de las cosas que solía resolver mis complejos, temores y fracasos es el humor, pero incluso eso ha estado bastante lejos de lo que era. Y los amigos, estamos encerrados, estoy atrapado, con deudas incrementándose a mi alrededor, con decenas de problemas sacudiéndome cada hora, con terror ante el riesgo que supone para mi papá salir cada día a trabajar para darnos de comer. En mi mente, soy un mendigo, un pordiosero, un limosnero que vive del apoyo que sus padres le brindan, y no tienen idea de lo frustrante que es eso. Es hasta doloroso.

Cada mañana en cuanto despierto en lugar de sentirme feliz por estar con vida, me siento triste por seguir siendo un inútil estorbo. Pero qué quiere de mí esta humanidad, y qué puedo hacer que me saque de este agujero sin fondo, ¿llorar? Créanme que lo he hecho hasta el cansancio, ¿estudiar? También, continúo haciéndolo a pesar de no comprender por qué en todos lados estoy siendo rechazado. He perdido oportunidades que estaban ahí puestas para mí, me han botado de procesos en los que voy sobrado con todas las características que buscan, me han ignorado a postulaciones en las que no son necesarios conocimientos ajenos a mí y mi experiencia. En fin, todo este mar de decepciones me tiene harto, estoy como diría el mismísimo Grinch "hundido en mi propia miseria", aunque no sé para dónde voltear.



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