Conexiones y Hechos
Éstas ganas de ser alguien, de hacer las cosas bien, en función de beneficios mayores, y seguir aquí, dudando de todo y nada al mismo tiempo. ¿Qué pasa con quien trata de resolver su vida? Ni que tan fácil fuera, nada más queda seguir trabajando por lo que sea posible, y dejar ir libremente aquello que no es para nosotros.
Una bancada de miedos, hordas continuas de horrores, eran lo que me afligía, hasta que acepté dejarles en libertad y responsabilizarme solo de aquello que estaba al alcance de mi mano; disminuyeron las plegarias necesarias, incrementaron los méritos positivos, finalmente comprendí lo lejos que estaba de cualquiera de mis causas, y sin embargo acepté que por ínfimas que las posibilidades fueran, existían. Deduje que cada día deja su instrucción y enseñanza, y que de ahí al éxito si estaba un poco más cerca, ya era logro.
Las palabras llegaban a mi mente cual olas en la playa, una más fuerte a la anterior construyendo frases sin mucho significado para otros, mientras que para mí, escrito estaba que las comprendería, pues venían de una parte en mi mente que reduce todo a puntos de expresión y les otorga significado a los diálogos abstractos.
Como canciones o teoremas, las oraciones fueron un goce desde que se inculcó en el redactor la inminente dependencia para con la letra expresa, punto fuerte o no, tenía que seguir colocando lo que se me ocurriera. ¿Historias? Todavía me falta para eso, hay que seguir puliendo la técnica. ¿Y si nunca lo consigues? No hay problema, se coloca en textos aquello que se pueda, lo demás, experiencias y procesos nutriendo un alma que cada que sana un poco, reacciona agradecida.
Sentirse bien no debería ser un detalle presumible; sin embargo, sucede, y es genial. Excentricidad literaria, libros y números, códigos y ecuaciones, algoritmos y resoluciones, todo concuerda cuando las horas alegres aparecen, las conexiones se vuelven hechos.
Una bancada de miedos, hordas continuas de horrores, eran lo que me afligía, hasta que acepté dejarles en libertad y responsabilizarme solo de aquello que estaba al alcance de mi mano; disminuyeron las plegarias necesarias, incrementaron los méritos positivos, finalmente comprendí lo lejos que estaba de cualquiera de mis causas, y sin embargo acepté que por ínfimas que las posibilidades fueran, existían. Deduje que cada día deja su instrucción y enseñanza, y que de ahí al éxito si estaba un poco más cerca, ya era logro.
Las palabras llegaban a mi mente cual olas en la playa, una más fuerte a la anterior construyendo frases sin mucho significado para otros, mientras que para mí, escrito estaba que las comprendería, pues venían de una parte en mi mente que reduce todo a puntos de expresión y les otorga significado a los diálogos abstractos.
Como canciones o teoremas, las oraciones fueron un goce desde que se inculcó en el redactor la inminente dependencia para con la letra expresa, punto fuerte o no, tenía que seguir colocando lo que se me ocurriera. ¿Historias? Todavía me falta para eso, hay que seguir puliendo la técnica. ¿Y si nunca lo consigues? No hay problema, se coloca en textos aquello que se pueda, lo demás, experiencias y procesos nutriendo un alma que cada que sana un poco, reacciona agradecida.
Sentirse bien no debería ser un detalle presumible; sin embargo, sucede, y es genial. Excentricidad literaria, libros y números, códigos y ecuaciones, algoritmos y resoluciones, todo concuerda cuando las horas alegres aparecen, las conexiones se vuelven hechos.
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