Significado
Hace cuánto que no se ponen tras un teclado y hacen como que entienden el significado de la vida cuando en realidad no tienen ni la más remota idea de lo que el existencialismo ha hecho o dejado de hacer por ustedes. Me encuentro en medio de un proceso, tengo qué decidirme entre dos Universos que me fascinan, el primero es la dueña de mis pesadillas plus dejar todo lo conocido atrás y aventurarme en lo que sería una probable historia épica de amor, pasión y libertad espiritual.
¿Qué me detiene? Lo mismo que hace que a las tres y media horas le dedique tiempo a pensar en ello, el sistema como tal, la comodidad que ofrece un mundo lleno de control y normas básicamente en medio de las manos, sin fugas, sin explosiones de creatividad, sin inspiraciones basadas en desventuras y temores.
Me encuentro en una encrucijada de la que no sé si saldré pronto, lo digo con franqueza, ya que de seguir ahí, en el desmedido lapso de aceptar las cosas como se le presentan a la parte más sensual de mí como resultado quizá pierda las bondades del sueño alcanzable por aquellos quienes, como yo, siguieron un proceso en busca de un éxito seguro y confiable.
Pero ese no soy yo, por más que me adentro en querer asimilar esa forma monótona de vida, llena de conceptos y secuencias, seguida de horarios, jerarquías, atender a lo que otros dispongan para mí; lo siento pero no es la forma en la que me sé en mi elemento, muy por el contrario, la frustración me roba la tranquilidad emocional que tanto presumo.
Todos los dignos representantes de las letras en algún punto de sus historias mueren por una musa, y resulta que la mía me ha venido asesinando lentamente con su ausencia desde el preciso momento de haberla conocido. ¿Hay más de una oportunidad para este insolente y egocéntrico ser que no deja de escribir acerca de sí mismo? Quizá no, y ése sea el asunto a tratar aquí.
Tal vez lo único que haya allá afuera para mí es lo que a números, secuencias, programación, lógica, orden y agendas refiere; y aunque mi consciencia creativa quiera verse involucrada en más de un proyecto, probablemente estoy predestinado al fracaso narrativo como autor. Pero nada sé, en serio, me he querido alejar tanto de mi musa, como de las letras más de una vez con la única constante de que siempre vuelvo a ellas; entonces, ¿estaré destinado a escribir sabiendo incluso que mis textos están matándome y alejándome de la vida superficial que el conocimiento clásico brinda?
Me rindo, las ganas de redactar me vencen y caigo ante su poder; no duermo, no vivo, no sonrío, si no me siento liberado de esa parte de mí, si no he expresado el poder que mis bellas damas tienen sobre mi cabeza, en mi corazón, hasta lo más profundo de mi alma; soy solo otro hombre que desea sentirse pleno, completo, satisfecho, amado.
//Lo escribí para Toqueteros el 24 de Abril de 2017.
¿Qué me detiene? Lo mismo que hace que a las tres y media horas le dedique tiempo a pensar en ello, el sistema como tal, la comodidad que ofrece un mundo lleno de control y normas básicamente en medio de las manos, sin fugas, sin explosiones de creatividad, sin inspiraciones basadas en desventuras y temores.
Me encuentro en una encrucijada de la que no sé si saldré pronto, lo digo con franqueza, ya que de seguir ahí, en el desmedido lapso de aceptar las cosas como se le presentan a la parte más sensual de mí como resultado quizá pierda las bondades del sueño alcanzable por aquellos quienes, como yo, siguieron un proceso en busca de un éxito seguro y confiable.
Pero ese no soy yo, por más que me adentro en querer asimilar esa forma monótona de vida, llena de conceptos y secuencias, seguida de horarios, jerarquías, atender a lo que otros dispongan para mí; lo siento pero no es la forma en la que me sé en mi elemento, muy por el contrario, la frustración me roba la tranquilidad emocional que tanto presumo.
Todos los dignos representantes de las letras en algún punto de sus historias mueren por una musa, y resulta que la mía me ha venido asesinando lentamente con su ausencia desde el preciso momento de haberla conocido. ¿Hay más de una oportunidad para este insolente y egocéntrico ser que no deja de escribir acerca de sí mismo? Quizá no, y ése sea el asunto a tratar aquí.
Tal vez lo único que haya allá afuera para mí es lo que a números, secuencias, programación, lógica, orden y agendas refiere; y aunque mi consciencia creativa quiera verse involucrada en más de un proyecto, probablemente estoy predestinado al fracaso narrativo como autor. Pero nada sé, en serio, me he querido alejar tanto de mi musa, como de las letras más de una vez con la única constante de que siempre vuelvo a ellas; entonces, ¿estaré destinado a escribir sabiendo incluso que mis textos están matándome y alejándome de la vida superficial que el conocimiento clásico brinda?
Me rindo, las ganas de redactar me vencen y caigo ante su poder; no duermo, no vivo, no sonrío, si no me siento liberado de esa parte de mí, si no he expresado el poder que mis bellas damas tienen sobre mi cabeza, en mi corazón, hasta lo más profundo de mi alma; soy solo otro hombre que desea sentirse pleno, completo, satisfecho, amado.
//Lo escribí para Toqueteros el 24 de Abril de 2017.
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