Soy esa clase de persona que admite tenerlo todo, aunque nunca he tenido nada; pues lo que más he valorado en mi vida son sensaciones, momentos, personas, historias, memorias.
He visto cómo al paso de los años he adquirido impresionantes atributos, y cómo al mismo tiempo me he dado cuenta de garrafales errores en mis actos.
He hecho de todo por mejorar; desde anotar metas y obligarme a cumplirlas, escribir errores e ir viendo la medida en la que los cometo hasta suprimirlos, escribir públicamente mis fracasos para así perder el miedo a la derrota; en fin, de todo tipo de estrategias.
¿Y saben qué es lo que más me ha funcionado hasta el día de hoy? Es una combinación perfecta que tiene el potencial de abrir todas las puertas, acercar todo aquello que creemos se ha perdido y construir nuevos objetivos cada vez más grandes a partir de supuestos destruidos, la regla es la siguiente: Dios, amor y humildad.
Dios, porque necesitamos de una figura divina para saber que tenemos en algún momento que dar cuentas a alguien; por lo que aquello que llevemos a cabo deberá estar influido en eso que una vez presentaremos como evidencia ante un ser omnipotente.
Amor, porque si a cada una de las cosas que hacemos, en las que impregnamos nuestro nombre, cada emprendimiento, cada intención, las colmamos de amor; nunca habrá algo que queramos dejar ir, llámese sueño, persona o meta, pues habremos hecho todo en nuestras manos para preservarlo.
Y finalmente humildad, porque es básico entender que somos humanos, que nos vamos a equivocar; que así como nosotros, los demás cometen errores; que por mucho que nos concentremos en conseguir algo, bastantes cosas se irán de nuestras manos, y nos volarán el entendimiento; hay que aceptar los sucesos para en un momento llegar superarlos.
Así que, gracias por todo a quienes en uno o más momentos me han dado algo para meditar, para reír, para soñar, para escribir, para leer, para tocar, para esperar, para observar, para sentir, para creer; y muchas más personas que se han esforzado en brindarme herramientas para crecer, les amo y agradezco infinitamente; vean en mí, por favor, alguien que nunca dejará que lo verdaderamente importante se escape de su mente.
He visto cómo al paso de los años he adquirido impresionantes atributos, y cómo al mismo tiempo me he dado cuenta de garrafales errores en mis actos.
He hecho de todo por mejorar; desde anotar metas y obligarme a cumplirlas, escribir errores e ir viendo la medida en la que los cometo hasta suprimirlos, escribir públicamente mis fracasos para así perder el miedo a la derrota; en fin, de todo tipo de estrategias.
¿Y saben qué es lo que más me ha funcionado hasta el día de hoy? Es una combinación perfecta que tiene el potencial de abrir todas las puertas, acercar todo aquello que creemos se ha perdido y construir nuevos objetivos cada vez más grandes a partir de supuestos destruidos, la regla es la siguiente: Dios, amor y humildad.
Dios, porque necesitamos de una figura divina para saber que tenemos en algún momento que dar cuentas a alguien; por lo que aquello que llevemos a cabo deberá estar influido en eso que una vez presentaremos como evidencia ante un ser omnipotente.
Amor, porque si a cada una de las cosas que hacemos, en las que impregnamos nuestro nombre, cada emprendimiento, cada intención, las colmamos de amor; nunca habrá algo que queramos dejar ir, llámese sueño, persona o meta, pues habremos hecho todo en nuestras manos para preservarlo.
Y finalmente humildad, porque es básico entender que somos humanos, que nos vamos a equivocar; que así como nosotros, los demás cometen errores; que por mucho que nos concentremos en conseguir algo, bastantes cosas se irán de nuestras manos, y nos volarán el entendimiento; hay que aceptar los sucesos para en un momento llegar superarlos.
Así que, gracias por todo a quienes en uno o más momentos me han dado algo para meditar, para reír, para soñar, para escribir, para leer, para tocar, para esperar, para observar, para sentir, para creer; y muchas más personas que se han esforzado en brindarme herramientas para crecer, les amo y agradezco infinitamente; vean en mí, por favor, alguien que nunca dejará que lo verdaderamente importante se escape de su mente.
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RokCK (RokCK)
Soy esa clase de persona que admite tenerlo todo, aunque nunca he tenido nada; pues lo que más he valorado en mi vida son sensaciones, momen...