Cine
Dos treinta de la mañana, me levanto creyendo que ya está próxima la hora de irme a trabajar; qué error más grave. Desde hace días he olvidado cerrar por completo la ventana, y la luz afuera me molesta al darme directo en la cara. No voy a mentir, mi cabeza empieza a doler un poco también por culpa de la muela. Dolores más, dolores menos.
Está dicho, comprendo que la vejez me alcanza y no he hecho nada para disfrutar "los días de mi juventud", si las personas allá afuera entendieran que tengo un lindo corazón dispuesto a todo por amor, con otros ojos me verían.
Pero aquí estoy, en el centro comercial, sentado acompañado de mi soledad, con la mirada clavada al piso recién lustrado, el boleto de cine en una mano y el celular en la otra; me he vuelto el clihé del "chavorruco", del "foreveralone", y lo detesto; realmente con todas mis entrañas desprecio mi ser en este instante, la tristeza es palpable en mi persona y no hago nada por remediarla.
Hace días que dejé de creer en mí, o así parece; que simplemente cual anciano en vísperas de muerte acepté lo que me suceda. Y no me he cuidado la piel, me he dejado de paso la cita con el dentista (quien por cierto, tendrá que extirparme la muela de seguir doliéndome de esta manera), mi cabello es una asquerosidad y la barba de "homeless" habla mucho de mí; eso aunado a que estoy en mis máximos de peso del último año, digamos que no tengo en las manos la mejor presentación de mí...
Una linda dama se sentó en la banca continua, no lo negaré, he de haber notado sus ojos acaramelados y su piel clara; rayos, me molesta no ser ni una versión decente de mí en este instante, no tener siquiera las ganas de mirarla a los ojos por vergüenza. No se le ve incómoda con mi estadía, deberá ser porque tengo un aspecto que pasa sin ser percibido; sí, seguro es eso.
Le comento a Andrea de su presencia, ella dice que "necesito compañía"; nada nuevo, pero el amor me tumba rudísimo. Me invita a hacerle plática, a tratar de venderle algo. Yo ando tan bajo de confianza hoy que si me aproximo tartamudearé y me pondré nervioso; además no puedo acercarme con esa excusa, llevo quince minutos en la banca que ella diez; y, realmente estoy muy desacostumbrado y fuera de ánimos.
"Si no lo intentas ahora menos después. Estás pidiendo a gritos conocer a alguien. Tonto."—Dijo. Aunque su motivación me anima, no le he metido nada de ganas al único producto que vendo: Yo. Así que no, hoy no. "...entonces no te quejes si no vas a hacer nada." —Fueron sus últimas palabras del tema.
Me levanté de súbito, me dirigí a las escaleras eléctricas y justo al llegar regresé mi mirada al lugar en el que solía estar sentado, donde para mi sorpresa, la chica linda me seguía con la mirada, me estaba viendo a mí, al patético ser de triste aspecto que empezaba a decender del tercero al segundo piso... La función en el cine estaba por iniciar.
Está dicho, comprendo que la vejez me alcanza y no he hecho nada para disfrutar "los días de mi juventud", si las personas allá afuera entendieran que tengo un lindo corazón dispuesto a todo por amor, con otros ojos me verían.
Pero aquí estoy, en el centro comercial, sentado acompañado de mi soledad, con la mirada clavada al piso recién lustrado, el boleto de cine en una mano y el celular en la otra; me he vuelto el clihé del "chavorruco", del "foreveralone", y lo detesto; realmente con todas mis entrañas desprecio mi ser en este instante, la tristeza es palpable en mi persona y no hago nada por remediarla.
Hace días que dejé de creer en mí, o así parece; que simplemente cual anciano en vísperas de muerte acepté lo que me suceda. Y no me he cuidado la piel, me he dejado de paso la cita con el dentista (quien por cierto, tendrá que extirparme la muela de seguir doliéndome de esta manera), mi cabello es una asquerosidad y la barba de "homeless" habla mucho de mí; eso aunado a que estoy en mis máximos de peso del último año, digamos que no tengo en las manos la mejor presentación de mí...
Una linda dama se sentó en la banca continua, no lo negaré, he de haber notado sus ojos acaramelados y su piel clara; rayos, me molesta no ser ni una versión decente de mí en este instante, no tener siquiera las ganas de mirarla a los ojos por vergüenza. No se le ve incómoda con mi estadía, deberá ser porque tengo un aspecto que pasa sin ser percibido; sí, seguro es eso.
Le comento a Andrea de su presencia, ella dice que "necesito compañía"; nada nuevo, pero el amor me tumba rudísimo. Me invita a hacerle plática, a tratar de venderle algo. Yo ando tan bajo de confianza hoy que si me aproximo tartamudearé y me pondré nervioso; además no puedo acercarme con esa excusa, llevo quince minutos en la banca que ella diez; y, realmente estoy muy desacostumbrado y fuera de ánimos.
"Si no lo intentas ahora menos después. Estás pidiendo a gritos conocer a alguien. Tonto."—Dijo. Aunque su motivación me anima, no le he metido nada de ganas al único producto que vendo: Yo. Así que no, hoy no. "...entonces no te quejes si no vas a hacer nada." —Fueron sus últimas palabras del tema.
Me levanté de súbito, me dirigí a las escaleras eléctricas y justo al llegar regresé mi mirada al lugar en el que solía estar sentado, donde para mi sorpresa, la chica linda me seguía con la mirada, me estaba viendo a mí, al patético ser de triste aspecto que empezaba a decender del tercero al segundo piso... La función en el cine estaba por iniciar.
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