Tres
Me desperté a las tres de la mañana sin saber por qué, sin saber a qué razón se debe el estar aquí a esta hora redactando esto. Probablemente extraño a alguien, probablemente extraño todo, probablemente necesito seguir aceptando lo que soy y caminar por dejar atrás lo que me hace daño.
Es como si me hubiese levantando sufriendo por amor, cuando cada día desde que tengo memoria, el amor ha estado ahí conmigo haciéndome segunda en mis más tristes experiencias y las felices sin duda.
Es como si necesitara paz, cuando incluso entre tormentosos entornos, cuando he vivido horrores circunstanciales, cuando todo está perdido al parecer, siempre encuentro ese espacio de introspección y alcance del cenit mental que vuelca en paz interna.
Es como si me faltaran alegrías, pero vaya que las tengo, no hay mucho de qué quejarme de hecho, pues siempre que he necesitado de algo termina llegando a mí.
Lo que pasa, querido amigo lector, es que mis frustración muere tanto antes de que se cumpla, que no me doy cuenta en el momento que pasé del camino del fracaso al de la victoria en un determinado tema.
Me estoy despidiendo un poco del yo que conozco, de la falta de aprendizaje, de la auto decepción y estoy aceptando lentamente ser quien soy con todos los aspectos que eso involucra; es decir, no pienso en ningún momento dejar de luchar por ser mejor humano, pero quiero ser realista al percibir mi entorno tal cual es, con todas las bondades que me ha brindado.
Me asustan los tropiezos, me quejo de los baches, me intrigan las curvas interminables; pero aquí sigo, andando y de pie, sin ser la ocasión de caer para nadie, sin buscar ser un ejemplo a seguir por nadie, entre las sombras, haciendo por mi bien, por salir de mis malos pasos e ingresar sutilmente al camino de la bendición continua.
Ayer en la noche, estuve a punto de llorar, porque me desesperé ante la falta de resultados palpables en mi vida; ante mi soledad, ante lo complicado que parece que mi trabajo será y el que no he entendido todavía las cosas correctamente. Hoy es probable (o al menos eso deduje después de pensarlo mientras escribía estas líneas) que eso me haya despertado más temprano lo habitual, ni hablar, quiero seguir adelante.
Es como si me hubiese levantando sufriendo por amor, cuando cada día desde que tengo memoria, el amor ha estado ahí conmigo haciéndome segunda en mis más tristes experiencias y las felices sin duda.
Es como si necesitara paz, cuando incluso entre tormentosos entornos, cuando he vivido horrores circunstanciales, cuando todo está perdido al parecer, siempre encuentro ese espacio de introspección y alcance del cenit mental que vuelca en paz interna.
Es como si me faltaran alegrías, pero vaya que las tengo, no hay mucho de qué quejarme de hecho, pues siempre que he necesitado de algo termina llegando a mí.
Lo que pasa, querido amigo lector, es que mis frustración muere tanto antes de que se cumpla, que no me doy cuenta en el momento que pasé del camino del fracaso al de la victoria en un determinado tema.
Me estoy despidiendo un poco del yo que conozco, de la falta de aprendizaje, de la auto decepción y estoy aceptando lentamente ser quien soy con todos los aspectos que eso involucra; es decir, no pienso en ningún momento dejar de luchar por ser mejor humano, pero quiero ser realista al percibir mi entorno tal cual es, con todas las bondades que me ha brindado.
Me asustan los tropiezos, me quejo de los baches, me intrigan las curvas interminables; pero aquí sigo, andando y de pie, sin ser la ocasión de caer para nadie, sin buscar ser un ejemplo a seguir por nadie, entre las sombras, haciendo por mi bien, por salir de mis malos pasos e ingresar sutilmente al camino de la bendición continua.
Ayer en la noche, estuve a punto de llorar, porque me desesperé ante la falta de resultados palpables en mi vida; ante mi soledad, ante lo complicado que parece que mi trabajo será y el que no he entendido todavía las cosas correctamente. Hoy es probable (o al menos eso deduje después de pensarlo mientras escribía estas líneas) que eso me haya despertado más temprano lo habitual, ni hablar, quiero seguir adelante.
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