Decena
Qué hay, me quedan poco más de diez días para llegar a la fecha prometida en la que me gustaría seguir en mi peso exacto, sin kilos de más. ¿Que cómo me siento? Bueno, animado, presionado, pero ansioso, excitado. Tengo que demostrarme a mí mismo mis capacidades y eso, queridos lectores, es lo que más trabajo siempre me ha costado; el verme a mí cuan maravilloso soy ha sido hasta hoy un proceso complicado de menos a más, como me gusta, como siempre lo he confesado.
Esta vida es para los que hacen, no para los que solo dicen sin lograr nada; esta vida está diseñada competitivamente para los que no nos rendimos, para los que después de uno y otro golpe contra la pared o cierre de puertas en seco, despertamos al día siguiente hambrientos de más, deseosos de ver el siguiente rival que tendremos que enfrentar, sin importar la magnitud. Así soy yo, soy de los que consigo, sin miedo al adversario.
¿Rendirme? No, para nada; nunca, ante ningún tipo de circunstancia. A veces simplemente me aparto, dejo que el tiempo me enseñe con toda su sabiduría, pero no me rindo. Sinceramente, hay ocasiones en las que ni yo mismo entiendo cómo es que soy capaz de soportar tanta insolencia, pero después caigo en cuenta de que el origen de mi fortaleza no soy solamente yo, y sonrío de nuevo a la vida.
Por eso me gusta confesar, que si pretenden verme en mi modalidad melodramática y triste, bien por ustedes, aprovechen cuando sucede, porque por duro que sea el golpe a la caída, además de recuperarme extremadamente rápido, tiendo a ponerme metas más altas que esa que me hizo sufrir. Es un método efectivo de perderle el miedo a los ridículos obstáculos que a veces, mi mente jugándome chueco, me pone.
Hay muchos que se sienten valientes pero lo cierto es que se mantienen ocultos, hay quienes presumen su grandeza; viviendo a la sombra de otros, de sistemas, de esquemas o de situaciones, cualquiera puede. Ya los quiero ver que en serio tengan los pantalones y la cordura para salir adelante de situaciones verdaderamente complicadas por ellos mismos, en las que dependan única y exclusivamente de su potencia mental para superarse, ¿en serio? La mayoría de monigotes de cuerpos lindos y sonrisas atractivas caen contra su propia consciencia si son suficientemente críticos y cínicos contra sí mismos.
No lo hacen, para nada; definitivamente hay gente que es tan miserablemente pobre que lo único que posee en la vida es la apariencia. El poder que hay en mí es mucho mayor que cualquier otro que haya conocido, y eso debido a muchas cosas que difícil sería para mí mencionar aquí, pero desde fortaleza, buen gusto, personalidad, intelecto, sagacidad, sentimientos, benevolencia y honestidad; hasta pulcritud, humanidad y destreza, todo eso me hace grandioso, y esas y más cualidades me harán posible llegar al día noventa de mi periodo de mantenimiento victorioso. Lo sé.
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