Insignificante
Tengo la inminente necesidad de estar ocupado todo el tiempo para evitar pensar en tonterías.
Hay veces que quisiera desaparecer sin dejar rastro, sin haber existido, cero, nada.
No puedo explicarlo. Sé que dependen de algo, de imágenes y pensar, también que puedo evitarlos, pero la tentación está.
Desprecio su puesto. Que sea la única que me vence una y otra vez, por mucho que luche, aunque a veces yo gane, siempre ha vuelto.
Es algo que no puedo confiar a nadie todavía, por mucho que lo deteste. Gracias de antemano por leerme.
Quiero conocer, quiero entender por qué sucede, no me importa el poder o no controlarlo. Quisiera mostrarte. Sentimiento frustrante.
Dibuja una historia con el corazón cargado de horrores y la satisfacción del arte logrado será para otros pasión y para ti prisiones.
El deseo, la triste insolvencia del decoro; cuando se trata de decir verdad, hacer se encuentra oculto, pues no hay mayor bondad que explotar del modo astuto.
Se nos pide y proclama amantes, pero de ahí insignificantes, que si pudieran dar mis letras con el objetivo claro, no habría más razón para guerras extenuantes.
Y otra vez no queda claro lo que mis entrañas ruegan, porque sucumbiendo ante el miedo del entorno, satisfechas de su morbo, las historias vuelan.
Pido al ente que sulfura mi interior sea fuerte, pero más allá valiente, para llevarme al punto que hay reservado en medio de una deliciosa muerte.
No quiero, no debo. No hay quien interprete como yo lo veo. Mientras manos, hojas, textos y bazofias vuelen; todo es asco, nunca pueden.
Cuando al grado de demencia vives cada instante, cultivando ánimos de sombría desesperanza y elocuencia premeditada, sabiendo que el destino dicta que por favor no lo hagas.
El escriba se esfumó sin sensibilizar al terco, el mundo recibiendo su morada en entusiasmo banal y traicionero, no lo vio venir, no entendió primero.
Con las gotas de mi agua recorriendo tu espalda sé, el compuesto piel amante depara. No se debe, cuánto quiere el yo de adentro desquebrajarte hasta hacerte ver lo opuesto.
Y me quedo ciego, mi cerebro extraño se entromete en todo, si por favor supieras, el miedo, furor y lloro.
No hay mártir o nube capaz de sancionar con tal potencia, no es verdad o ciencia. Puedes ver que no hay lo que hay, cuando matas esa parte, cuando el deseo decides liberar, destrucción nuclear, seducción triunfante.
Hay veces que quisiera desaparecer sin dejar rastro, sin haber existido, cero, nada.
No puedo explicarlo. Sé que dependen de algo, de imágenes y pensar, también que puedo evitarlos, pero la tentación está.
Desprecio su puesto. Que sea la única que me vence una y otra vez, por mucho que luche, aunque a veces yo gane, siempre ha vuelto.
Es algo que no puedo confiar a nadie todavía, por mucho que lo deteste. Gracias de antemano por leerme.
Quiero conocer, quiero entender por qué sucede, no me importa el poder o no controlarlo. Quisiera mostrarte. Sentimiento frustrante.
Dibuja una historia con el corazón cargado de horrores y la satisfacción del arte logrado será para otros pasión y para ti prisiones.
El deseo, la triste insolvencia del decoro; cuando se trata de decir verdad, hacer se encuentra oculto, pues no hay mayor bondad que explotar del modo astuto.
Se nos pide y proclama amantes, pero de ahí insignificantes, que si pudieran dar mis letras con el objetivo claro, no habría más razón para guerras extenuantes.
Y otra vez no queda claro lo que mis entrañas ruegan, porque sucumbiendo ante el miedo del entorno, satisfechas de su morbo, las historias vuelan.
Pido al ente que sulfura mi interior sea fuerte, pero más allá valiente, para llevarme al punto que hay reservado en medio de una deliciosa muerte.
No quiero, no debo. No hay quien interprete como yo lo veo. Mientras manos, hojas, textos y bazofias vuelen; todo es asco, nunca pueden.
Cuando al grado de demencia vives cada instante, cultivando ánimos de sombría desesperanza y elocuencia premeditada, sabiendo que el destino dicta que por favor no lo hagas.
El escriba se esfumó sin sensibilizar al terco, el mundo recibiendo su morada en entusiasmo banal y traicionero, no lo vio venir, no entendió primero.
Con las gotas de mi agua recorriendo tu espalda sé, el compuesto piel amante depara. No se debe, cuánto quiere el yo de adentro desquebrajarte hasta hacerte ver lo opuesto.
Y me quedo ciego, mi cerebro extraño se entromete en todo, si por favor supieras, el miedo, furor y lloro.
No hay mártir o nube capaz de sancionar con tal potencia, no es verdad o ciencia. Puedes ver que no hay lo que hay, cuando matas esa parte, cuando el deseo decides liberar, destrucción nuclear, seducción triunfante.
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