Ciclo
No es que no haya querido comenzar la semana escribiendo, es que sí lo he hecho pero desde la comodidad de mi almohada y no he traído vestigio alguno de lo redactado ayer al trabajo.
Qué puedo decir, semana de ciclo, se aproxima algo al final de la misma que probablemente sea un impulso muy bueno a proyectos que tengo en mente, eso me gustaría, pero no quiero dar más de qué hablar hasta después de que suceda.
He estado aprendiendo algunas técnicas nuevas en el trabajo, y, sinceramente, en cuando al manejo de Linux como sistema operativo por defecto ya he aprendido bastante, aunque sé que de eso no se sabe nunca nada de tan grande que es el mundo de información existente al rededor.
De acumulación de cansancio ni qué decir, con esas de que un día no puedo dormirme temprano y al siguiente me invade el sueño ya estoy pareciendo anciano. Pero bueno, no me sienta mal el hecho de saber que el mismo clima puede propiciar estas circunstancias.
Entre la felicidad, la dicha, el aburrimiento y la novedad ante los cambios, todo se conjuga y deja un sabor agridulce al autor de éstas letras que trata, como siempre, de encontrar un punto exacto y justo al centro del marcado equilibro quie siempre ha procurado profesar.
En fin, me voy, que hay mucho trabajo por hacer.
Qué puedo decir, semana de ciclo, se aproxima algo al final de la misma que probablemente sea un impulso muy bueno a proyectos que tengo en mente, eso me gustaría, pero no quiero dar más de qué hablar hasta después de que suceda.
He estado aprendiendo algunas técnicas nuevas en el trabajo, y, sinceramente, en cuando al manejo de Linux como sistema operativo por defecto ya he aprendido bastante, aunque sé que de eso no se sabe nunca nada de tan grande que es el mundo de información existente al rededor.
De acumulación de cansancio ni qué decir, con esas de que un día no puedo dormirme temprano y al siguiente me invade el sueño ya estoy pareciendo anciano. Pero bueno, no me sienta mal el hecho de saber que el mismo clima puede propiciar estas circunstancias.
Entre la felicidad, la dicha, el aburrimiento y la novedad ante los cambios, todo se conjuga y deja un sabor agridulce al autor de éstas letras que trata, como siempre, de encontrar un punto exacto y justo al centro del marcado equilibro quie siempre ha procurado profesar.
En fin, me voy, que hay mucho trabajo por hacer.
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