Veintiocho

Hoy es el primer día de mi vigésimo octavo aniversaro, ¿y cómo lo voy a pasar? Bien, lo voy a pasar bien porque lo merezco. Aunque el sinónimo de la palabra "bien" para mí refiera a un día completamente regular y sin prácticamente sorpresas. Bueno, dejemos de lado la personalidad arrogante, prejuiciosa y enojona y pongámonos serios a disfrutar del día.

Cuando desperté, reconociendo lo difícil que había sido mi primer día de reto y sabiendo que los venideros no podrían ser poco menos exhaustivos, sonreí. Pues sigo vivo, sigo escribiendo, he optado por sentirme bien y aprovechar cualquier instancia o dejo de alegría para explotar con ella cual tesoro egipcio.

Espero, si tengo vida suficiente y capacidades físicas para lograrlo, que a partir de ahora, cada uno de mis cumpleaños exista aquí en mi bella bitácora textual un post titulado como la edad que he adquirido, ¿y eso para qué? Llegar a sesenta o setenta y leer año con año la manera en la que mi mente y mi pensar han evolucionado (o involucionado, uno nunca sabe) será una experiencia única.

Un par de esos detalles que te hacen el día, te cambian el estado de ánimo y te acercan a las personas que amas me los mostraron mi hermanita y mi querida prima el día de hoy. Si bien es cierto que he recibido varias felicitaciones en redes sociales y llamadas o mensajes, que mi prima me publicara la foto de un regalo que le hice hará sabe Dios cuántos años de una carta en la que le decía lo mucho que la quiero humedeció mis ojos.

Y leer a mi hermana, ya una dama con excelente capacidad redactora posteriormente provocó que dicha humedad brotara sigilosamente muy en contra de mi voluntad. Estar "lejos" de ellos, de casa, de mi familia, habrá quien lo vea como beneficio, otros como sacrificio; para mí es simplemente un proceso que estoy atravezando. No me siento hasta la fecha orgulloso de ello, pero sé, que en un futuro será parte de mi formación vital.

Es algo rudo no recibir el beso y el abrazo característicos de mis padres éste día. Es cierto que me han hablado y desde muy temprano otros familiares se han acordado de mí, de lo que estoy inmensamente agradecido; pero entiéndanme, a alguien kinestésico como su servidor, a quien lo que más produce es la sensación, estando tan distante del sentir verdadero de un abrazo, una caricia o un beso sinceros siempre le queda ese detalle faltante.

Amo a Dios primeramente, amo mi vida, amo a mi familia por ser su vínculo lo más cercano y fuerte que hay en mi existir, amo darme cuenta de que estoy envejeciendo sin importar lo solo o ignorante que sea. Amo que el reloj de mi estadía en ésta Tierra está un paso más cerca del punto final, lo amo porque gracias a eso, no hay nadie demasiado viejo para habitar aquí y al final a todos nos llega la bendita hora.



No hay comentarios.

Publicar un comentario

Se agradecen tus comentarios.