Echo

Echo de menos el calor de sus labios arremetiendo a los míos,
la reconfortante textura de su piel tatuada en mí,
su silueta despampanante de sirena en el sol veraniego,
la profundidad de su mirar provocándome este fuego.

Echo de menos la sencillez de sus palabras de amante,
que sus dedos en mi piel hagan magia sin cesar,
y sus risas plasmadas en mi mente me alegren el día,
que mi ser entero por toda ella se vuelva suplicante.

Echo de menos estar tomado de su mano mientras el mundo gira,
hacer de cuenta que nadie más existe que sea de nuestra especie,
cuando las hojas de los árboles caen y el tiempo pasa,
cuando llegan huracanes, cuando el sol mata y la tierra se estremece.

Echo de menos cada gota de su cuerpo susurrándome que siga,
que la abrace, que no dude, que le exprese todo cuanto soy capaz por ella,
que a pesar de las dificultades nunca jamás me rinda.

Echo de menos ser aquel que puede desnudar su alma con la mirada,
nada hay mejor para expresar dolor que la falta de una amada,
envejezco, me vuelvo débil, pasa el tiempo y de ella...
de ella no he podido ver, escuchar, tocar, oler o probar nada.

Dicen que los hombres pueden morir de amor,
otros más que el tiempo todo el mal olvida,
sinceramente la extraño con gran fervor,
que me alcanza para esta, y la próxima vida.


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